Alguien dijo una vez...
Bon Clay
Incluso en las profundidades del infierno.. la semilla de la amistad florece.. dejando volar pétalos sobre las olas del mar como si fueran recuerdos.. Y algún día volverá a florecer.. ¡Okama Way!
[Común] [C - Pasado] El Médico que no está a la orden.
Byron
Hizashi
El resto del grupo se quedó mirándolo de arriba abajo, esperando el próximo movimiento del chico de cabello violeta, por la expresión en su semblante podía notar sus dudas, su indecisión. Portaban sus desgastadas y oxidadas armas en sus manos, pero no encontraban la confianza para usarlas, por lo menos eso reflejaba su rostro bañado de sudor con los ojos totalmente perdidos mirando el aura que Byron portaba. Ninguno de ellos parecía tener el valor para satisfacer los de deseos de lucha del muchacho, solo lo miraban acomplejados pendientes de reaccionar a su siguiente movimiento, desde luego solo eran unos matones de tres al cuarto que se aprovechaban de los más débiles. Repugnaba eso, lo detestaba, no por ser buena persona o algo parecido, pero la falta de honor en sus acciones, el no buscar una batalla equilibrada y justa, era algo que solo lo hacían los hombres más patéticos.

- ¿Qué sucede? ¿Ahora no os atrevéis a empuñar vuestras armas buscando violencia? Definitivamente os merecéis una buena, escoria como vosotros debería quedarse en la basura, por lo menos echarle algo de huevos cojones.- Dijo confiado dejando caer su caña hasta rozar la arena de aquella playa con la punta, la tensión había desaparecido, buscaría acabar rápido con aquella escena.

De pronto, un grito lo alarmó. Levantando la mirada pudo ver a aquel médico, en lo alto de una de las piedras que rodeaban la escondida bahía. Sonrió al verlo allí, erguido con seguridad plena en su discurso, dando a entender que él le daría la diversión que buscaba, por el ondear de su negro kimono al viento, este se veía con un porte intimidante, dándole un aspecto de protector de la justicia. Sin esperarlo saltó desde aquella ubicación, descendiendo rápidamente hasta quedarse a su misma altura, agachado con el puño tocando el suelo y soportando el impacto con sus piernas, definitivamente aquel hombre era fuerte, no cualquiera soportaba una caída así desde tal altura. No pudo evitar soltar un silbido, impresionado ante la entrada del hombre de ojos singulares.

- Vaya, vaya, menuda entrada.- Murmuró mientras lo veía sacudirse el polvo y comenzando a echar el paso hacia uno de esos tipejos.

Dijo algo de un asesinato, concretamente una niña, que intentó defender a su padre que unos borrachos con ganas de problemas. No reaccionó, sabía lo cruel que podía ser la vida, él mismo lo había sentido en sus propias carnes, escuchándolo solo pudo sentir un pequeño ardor en las cicatrices que marcaban su esbelta espalda. Con un rostro intimidante preguntó sobre si tenían algo que ver con aquel suceso, no respondieron, se quedaron confusos al tener ahora, dos frentes abiertos por los que defenderse, si con uno solo ya les resultaba complicado, sentir esa doble amenaza los dejó más inmóviles todavía.

No pudo evitar soltar una pequeña cargada al ver lo indefensos que se sentían, el pánico en sus rostros era palpable, y se tenía merecido sentirse así de empequeñecidos. Giraban y giraban sus rostros, cambiando donde prestaban atención, no sabían que hacer ante aquel duo, a cuál de los dos debían hacer frente para superar ese obstáculo, por desgracia para ellos, el resultado sería el mismo, todos y cada uno de los miembros de aquel grupo acabaría la tarde comiendo y saboreando la arena que pisaban.

De pronto aquel médico, comenzó a transformarse, como si su cuerpo fuese consumido por el alma de una bestia sedienta de sangre. Su hocico se alargó, y por los laterales de sus labios caninos afloraron unos grandes colmillos capaces de desgarrar hasta la más poderosa armadura. Su envergadura también sufrió cambios, creciendo varios centímetros, dándole un aspecto más intimidante y monstruoso al también cubrir por completo su cuerpo con un denso pelaje. Sus manos también crecieron hasta el punto de quedar casi deformadas, sus largos e imponentes dedos cargaban unas poderosas uñas a sus extremos, otorgándole unas garras humanoides con las que amedrentaban todavía más a los presentes.

Byron quedó fascinado, nunca había visto algo así, una persona se había convertido en una bestia frente a sus ojos. ¿Cómo había conseguido hacerlo? ¿Era de una raza especial? Un montón de preguntas se arremolinaban en la cabeza del chico. Cargando uno de sus poderosos brazos, propinó un puñetazo al hombre al que previamente se había acercado, el sonido del golpe lo sacó de su pequeño trance de curiosidad, dándose cuenta de que en ese momento no tenía que hacerse ese tipo de cuestiones. El hombre salió despedido unos cuantos metros, junto a sus podridos dientes amarillentos, inconsciente y sangrando descontroladamente por la boca y nariz, por el terrible impacto. Cayó a su lado, totalmente desmayado y casi con el rostro desfigurado.

Las palabras de aquella monstruosa hiena le hicieron reírse, tenía razón, no eran más que basura, y como tal, había que sacarla rápidamente de casa o empezaría a impregnar el ambiente con su repugnante olor.

Veloz y sin que el rufián al que se acercase tuviese oportunidad de verlo con sus ojos, pues había sido lo suficientemente rápido como parecer un simple borrón ante él con ese movimiento. Le dio una patada en la parte trasera del tobillo, haciéndolo perder el equilibrio y caer de espaldas completamente expuesto. No pudo evitar dedicarle una sádica sonrisa cuando sus ojos se cruzaron mientras caía, pudo ver como el alma salía por su boca incluso antes de recibir el impacto. Empuñando aquella caña con sus dos manos, la elevó al cielo y lanzó un golpe descendente cargado con toda la inercia del movimiento, y lo golpeó sin miramiento con un seco golpe en la boca de su estómago, haciéndolo vomitarse en cuando recibió aquel poderoso ataque. Con un movimiento con su pie, lo puso de lado, no quería que se ahogase con sus propios fluidos, no por empatía o algo parecido, simplemente no era una presa lo suficientemente buena como para morir bajo sus actos.

Le dedicó otra mirada a la hiena, como si lanzase un desafío, y rápidamente hizo otro movimiento, dirigiéndose hacia uno de los dos sujetos que quedaban conscientes.

Volvió a blandir aquella caña, que por los golpes cada vez estaba más doblada, y con una elegante finta, esquivó uno golpe que el hombre al que se dirigía se atrevió a lanzar. Gracias a sus buenos reflejos, vio la oportunidad de agarrarle el brazo de tal forma que le hiciese soltar el arma, como si se tratase de un baile, se enroscó con él, retorciendo su brazo hasta no poder aguantarla más. El movimiento acabó con Byron agarrando la espada de aquel bandido, mirándolo fijamente, intimidante, mostrando con soberbia el objeto que acababa de sustraerle.

Con ella amagó, y el hombre se asustó cubriéndose con sus brazos, finalmente lanzó aquella carcomida espada al cielo, y con la guardia baja le golpeó el cráneo desde arriba con la caña, dejándola totalmente doblada con la forma de su cabeza. Cayó a la arena en el mismo momento que su espada se clavó en la arena. Sonriente miró a aquella bestia.

- Dale una paliza al que queda, pero dejalo consciente, tenemos que sacarlo información.- Dijo tranquilo.- Después me contarás como eres capaz de hacer eso, hay cosas más importantes por hacer.- Refiriéndose a su transformación.
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RE: [C - Pasado] El Médico que no está a la orden. - por Byron - 05-09-2024, 06:22 PM

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