Silver D. Syxel
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06-09-2024, 04:24 AM
El camino hacia el embarcadero se hacía un poco más ameno con la conversación ligera entre los tres. O más bien entre él y el mediano, acompañada del estoico silencio de Balagus. Tras la presentación de Marvolath, Silver le devolvió una mirada rápida antes de esbozar una leve sonrisa, presentándose con la misma neutralidad.
—Silver D. Syxel, capitán —dijo, sin perder de vista a los marineros que les guiaban—. Y este grandullón de aquí es Balagus, mi fiel mano derecha.
El capitán hizo una pausa, como si tratase de hacer memoria, antes de dar su respuesta.
—No, nada que merezca especial atención, estamos en buena forma —respondió con tono casual, restando importancia a la pregunta de Marvolath sobre posibles condiciones médicas.
Mientras llegaban al barco, un ligero malestar comenzó a invadirle. El "Death of Hopes" era cualquier cosa menos inspirador, y la figura que los recibió al pie de la pasarela, el autoproclamado capitán Scarface, le produjo una sensación de rechazo instantánea. Ese hombre no encajaba en su definición de líder, y mucho menos en la de capitán. Sin embargo, como bien había aprendido, las primeras impresiones debían ocultarse detrás de una máscara de cortesía, al menos hasta conseguir lo que se proponía.
Cuando Balagus se giró hacia él, intercambiaron una mirada. Syxel le devolvió una mirada cómplice, haciendo un leve gesto con la cabeza, como invitándolo a tener paciencia. Podía suponer que el gigante estaba a punto de estallar por las circunstancias, pero este no era el momento de precipitarse. El barco, aunque raído y en mal estado, era la llave para volver a hacerse a la mar.
Finalmente, llegó el turno del capitán, que había esperado pacientemente mientras el supuesto líder se dirigía primero a los demás. Syxel mantuvo la calma cuando Scarface se dirigió a él con ese tono condescendiente, algo que apenas consiguió ocultar bajo su habitual sonrisa.
—¿Navegante? —dijo el hombre, haciendo un gesto despectivo—. Ya tenemos a ese Piojin... pero está más viejo que... ¡bah! Friega la cubierta, serás aprendiz de marinero, ya te ascenderé cuando el otro la palme.
Silver dejó que las palabras se asentaran durante un segundo, evaluando su siguiente paso. La sonrisa permaneció en su rostro, pero esta vez se tornó más afilada, más controlada.
—Capitán Scarface, parece que ha habido un malentendido —empezó con voz calmada y clara, dando un paso al frente y manteniendo el control de la situación—. No estamos aquí para unirnos a su tripulación. No es por menospreciar su... encantador navío, pero mi compañero y yo estamos aquí para ofrecer nuestros servicios como cazadores. De manera puntual, claro.
Hizo una pausa, dejando que sus palabras tomaran peso. Era evidente que este hombre no aceptaba fácilmente las correcciones, pero Silver sabía cuándo y cómo debía golpear con las palabras justas.
—Le propongo un trato sencillo: nos encargamos de su problema, el monstruo marino que amenaza su barco, y a cambio, acordamos un pago justo por nuestros servicios. No es necesario que nos incorporemos como parte de su tripulación. Usted gana seguridad, nosotros ganamos lo nuestro, y ambos salimos beneficiados —concluyó, tendiendo la mano hacia Scarface en un gesto de cordialidad, aunque su mirada seguía midiendo cada una de las reacciones de aquel individuo. Syxel mantuvo su sonrisa, pero en sus ojos podía observarse una determinación firme. Tenía un objetivo, si, pero no renunciaría a su orgullo ni se doblegaría ante las exigencias absurdas de un hombre al que no consideraba su igual.
—Silver D. Syxel, capitán —dijo, sin perder de vista a los marineros que les guiaban—. Y este grandullón de aquí es Balagus, mi fiel mano derecha.
El capitán hizo una pausa, como si tratase de hacer memoria, antes de dar su respuesta.
—No, nada que merezca especial atención, estamos en buena forma —respondió con tono casual, restando importancia a la pregunta de Marvolath sobre posibles condiciones médicas.
Mientras llegaban al barco, un ligero malestar comenzó a invadirle. El "Death of Hopes" era cualquier cosa menos inspirador, y la figura que los recibió al pie de la pasarela, el autoproclamado capitán Scarface, le produjo una sensación de rechazo instantánea. Ese hombre no encajaba en su definición de líder, y mucho menos en la de capitán. Sin embargo, como bien había aprendido, las primeras impresiones debían ocultarse detrás de una máscara de cortesía, al menos hasta conseguir lo que se proponía.
Cuando Balagus se giró hacia él, intercambiaron una mirada. Syxel le devolvió una mirada cómplice, haciendo un leve gesto con la cabeza, como invitándolo a tener paciencia. Podía suponer que el gigante estaba a punto de estallar por las circunstancias, pero este no era el momento de precipitarse. El barco, aunque raído y en mal estado, era la llave para volver a hacerse a la mar.
Finalmente, llegó el turno del capitán, que había esperado pacientemente mientras el supuesto líder se dirigía primero a los demás. Syxel mantuvo la calma cuando Scarface se dirigió a él con ese tono condescendiente, algo que apenas consiguió ocultar bajo su habitual sonrisa.
—¿Navegante? —dijo el hombre, haciendo un gesto despectivo—. Ya tenemos a ese Piojin... pero está más viejo que... ¡bah! Friega la cubierta, serás aprendiz de marinero, ya te ascenderé cuando el otro la palme.
Silver dejó que las palabras se asentaran durante un segundo, evaluando su siguiente paso. La sonrisa permaneció en su rostro, pero esta vez se tornó más afilada, más controlada.
—Capitán Scarface, parece que ha habido un malentendido —empezó con voz calmada y clara, dando un paso al frente y manteniendo el control de la situación—. No estamos aquí para unirnos a su tripulación. No es por menospreciar su... encantador navío, pero mi compañero y yo estamos aquí para ofrecer nuestros servicios como cazadores. De manera puntual, claro.
Hizo una pausa, dejando que sus palabras tomaran peso. Era evidente que este hombre no aceptaba fácilmente las correcciones, pero Silver sabía cuándo y cómo debía golpear con las palabras justas.
—Le propongo un trato sencillo: nos encargamos de su problema, el monstruo marino que amenaza su barco, y a cambio, acordamos un pago justo por nuestros servicios. No es necesario que nos incorporemos como parte de su tripulación. Usted gana seguridad, nosotros ganamos lo nuestro, y ambos salimos beneficiados —concluyó, tendiendo la mano hacia Scarface en un gesto de cordialidad, aunque su mirada seguía midiendo cada una de las reacciones de aquel individuo. Syxel mantuvo su sonrisa, pero en sus ojos podía observarse una determinación firme. Tenía un objetivo, si, pero no renunciaría a su orgullo ni se doblegaría ante las exigencias absurdas de un hombre al que no consideraba su igual.