Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
[Común] [Pasado] Extraño comiendo en la Isla Kilombo
Drake Longspan
[...]
Si el mundo llegara a cambiar
Llévame a la época en la que no sabía nada
Cuando no sabía nada
Para que mis recuerdos no se desvanezcan.

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— Ahora, quisiera preguntaros yo… ¿Hasta qué punto daríais todo por un sueño? O por una persona querida… ¿Por qué o quién, daríais vuestra vida?

La conversación, el alcohol y los juegos de azar habían pasado a un segundo plano. Le daba igual quien tuviera un barco, incluso si había dinero de por medio. El dueto de piratas amigos y a la vez no seguían con su trifulca de egos. ¿Jugarse el mundo? Drake Longspan dudaba de si realmente entendían el peso de aquellas palabras. A lo mejor Byron Nikkei llevaba ropa extra larga porque la vida le quedaba grande y quería rellenar huecos existenciales.

A Drake no podría importarle menos, estaba en su propio duelo a muerte.

El chico miraba a Jun Gunslinger mientras hablaba, sintiendo cada palabra como un golpe que intentaba disfrazar con una sonrisa extraña, camuflando sus labios bajo la jarra de cerveza. Sus ojos, por un momento, perdieron el color rubí que los caracterizaba, remarcando más sus ojeras que su brillo. Había recibido puñetazos, patadas, mordiscos y palizas. Pero sin duda, la palabra era capaz de sanar y dañar a unos niveles muy por encima de su resistencia física. Los ojos de aquella chica Hafugyo tenían algo que quemaba y calmaba al mismo tiempo, un brillo que hablaba de historias y secretos no contados.

Una voluntad desmesurada, como la chispa de quien sabe que la libertad es su único tesoro. Cuando le sonrió, vió un desafío que iba a aceptar... Y cuando se levantó, una promesa de una tormenta capaz de hundir el mayor de los navíos del East Blue.

Por suerte para Drake Longspan, el sabía repararlos, o eso creía. Le mantuvo la mirada lo que pudo, le siguió el desafío, aún sabiendo que había perdido la batalla.

Así que no te tragas mi historia... — murmuró, dejando la moneda girar entre sus dedos, ahora con menos destreza. La dejó caer sobre la mesa, y esta vez sin mirarla o manipularla.

Se levantó lentamente, como si el peso de sus propios pensamientos le costara cargar. No era el alcohol, el aguante de aquel grandullón era considerable dentro de su fisionomía.

Quizás solo soy bueno construyendo barcos para que otros zarpen, mientras yo me quedo atrás... Pero eso no significa que no me importe quien zarpa en ellos.

Creía entender lo que pasaba con ella: rebelde, siempre evitando ataduras por el miedo a quedarse sola. Quería gritarle al mundo, pero el mundo no estaba dispuesto a escucharla. Al igual que él, ella también perdió todo lo que alguna vez amó. Fingía que no necesitaba a nadie, pero sus ojos no sabían mentir, siempre fingiendo estar ocupada en sus cositas, porque así no hace falta pararse a pensar en como recuperar lo que alguna vez perdió, por miedo a saber y tener que aceptar que quizás era imposible. Drake lo sabía bien, porque a su corta edad había perdido todo lo que alguna vez amó. De las peores experiencias había aprendido que cuando lo pierdes todo y no tienes nada, no dejarse ayudar era parte su forma de expresar el miedo a volver a perderlo todo. A no cumplir sus sueños.

Por eso aceptó una de sus monedas, sabía que su orgullo y voluntad era algo todavía más grande qué su vida, y no iba a ser el quien coarte su valor por intentar hacer algo que el brazos largos nunca consiguió. No podía negárselo.

Entendió porque le había ayudado.

Desvió la mirada, recogiendo su chaleco negro con un ademán tranquilo, aunque sus palabras tenían un filo que antes no había mostrado, y su mirada estaba ligeramente más cansada que antes.

Gracias por la oferta. Espero que consigas lo que buscas...

Mientras observaba que recogía su bolso, algo en su interior gritaba. Si se hubieran conocido unos años atrás, quizás la historia podría haber sido diferente, cuando aún no sabía como funcionaban las cosas, estaba seguro de que no estaría huyendo de aquella taberna. No estaba molesto, estaba herido. Su corazón latía a una velocidad más rápida que sus pensamientos, esa necesidad que había acallado hace tanto, de aventura, de algo más. El humano de brazos largos quería darse un golpe seco en el pecho para que parase de una vez, pero no lo conseguiría.

En otra ocasión, habría muerto por quienes quería. La culpa del superviviente.
En otra ocasión, habría sacrificado todo por sus sueños. Esos que se reflejaron aquella noche en un color amatista.
Ojalá hubiese conseguido el valor de responder eso a los dos truhanes que seguían con su pelea amistosa.

Sin esperar más, se giró, dispuesto a marcharse, dejando una sensación agridulce flotando en el aire. Aunque su despedida no fue dura, tampoco había calidez en sus pasos.

Si siguen por aquí, nos vemos por la isla, gracias por compartir vuestra historia.

Resistió hasta la salida, caminando en la misma dirección hacia donde había enviado a los perseguidores de Jun Gunslinger. Y cuando se alejó lo suficiente, su alma llovió en silencio.
#20


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RE: [Pasado] Extraño comiendo en la Isla Kilombo - por Drake Longspan - 06-09-2024, 06:42 AM

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