Ray
Kuroi Ya
06-09-2024, 01:57 PM
La actitud de aquellos tipos resultaba verdaderamente intrigante y sospechosa. Recorrían las calles de la ciudad, alejándose de los astilleros cada vez más con unos movimientos que daban la sensación de estar perfectamente planificados. Sin el menor atisbo de titubeo y sin dar un solo paso en falso, avanzaban moviéndose entre las sombras, alejados siempre de focos y multitudes. Visto desde la perspectiva aérea desde la que el peliblanco les estaba siguiendo, casi parecía tratarse de una siniestra coreografía diseñada por el más experimentado especialista. Desde luego quien fuera que hubiera enviado a aquellas personas a provocar el atentado sabía lo que estaba haciendo.
Una oportuna ráfaga de viento levantó algo más de la cuenta la capa de uno de ellos, revelando el brillante cañón de un arma de fuego oculta bajo la misma. No había duda de que habían planeado a conciencia aquellos movimientos, lo que hacía que el joven se mostrase especialmente cauto. No tenía forma de saber si había alguien esperándole, oculto tras algún edificio u obstáculo, listo para interceptarle si intentaba lanzarse a por alguno de los hombres que huían. No, era mejor mantenerse a una distancia prudencial y observar. Intentar averiguar a dónde se dirigían, cuál era la ubicación de su escondite o de la base desde la que operaban. Al menos mientras estuviera solo. Cuando sus amigos le alcanzasen sería infinitamente más seguro tomar decisiones algo más drásticas.
No pudo evitar fijarse en que parecían dirigirse hacia el puerto. Cosa que no le sorprendió, pues al final muchos de los negocios más turbios de la ciudad se llevaban a cabo allí. El constante trasiego de esa zona y el hecho de que estuviera frecuentada por multitud de marineros y comerciantes no del todo honestos facilitaba todo aquello. Además de que, si se trataba de la misma organización a la que pertenecía el hombre del traje blanco como sospechaba, ellos habían llegado a los astilleros por mar. Eso hacía que el puerto fuese uno de los lugares más probables en los que tuvieran al menos alguna sede desde la que operar.
Continuó siguiendo a aquellas personas, sigiloso como una sombra mientras volaba entre los edificios. Tenía que descubrir a dónde iban y qué tramaban exactamente. Pero de repente un estruendo retumbó con una fuerza ensordecedora a lo largo y ancho de la isla. Parecía provenir del Cuartel General, donde aparentemente una bomba había explotado. El joven marine, alterado, dudó. ¿Debía continuar siguiendo a aquellos hombres o era más conveniente que acudiera tan rápido como fuera capaz a la base para ayudar en lo posible?
En ese momento una nueva explosión resolvió sus dudas. El aire vibró, haciendo que por un instante a Ray le costase mantener su trayectoria, y una segunda columna de humo se elevó desde algún lugar en el puerto. Parecía claro lo que tenía que hacer. Dado que no podía ir a dos lugares al mismo tiempo, el Cuartel General contaba ya con multitud de marines que seguramente podrían encargarse de todo y él se encontraba ya casi en el puerto, ese parecía el sitio al que debía dirigirse. Era probable que fuera el agente de la ley más cercano a la segunda conflagración, lo que le convertía en responsable de investigarla y asegurarse tanto de atrapar a los responsables como de que hubiera el menor número posible de víctimas.
Lo que sí que quedaba ahora claro era una cosa: fueran quienes fuesen sus enemigos estaban muy bien organizados y llevaban tiempo planeando todo aquello. Les llevaban mucha ventaja. Iban a tener que esforzarse mucho para intentar detenerles. Decidido a conseguirlo el joven siguió su camino hacia el puerto. Intentaría no perder de vista a los hombres que huían, pero su principal objetivo sería observar el sitio que acababa de explotar en el puerto intentando averiguar qué había pasado. De entrada buscaría hacerlo desde una distancia prudencial, oculto y en silencio para evitar posibles emboscadas y dejar tiempo a sus compañeros para alcanzarle.
Una oportuna ráfaga de viento levantó algo más de la cuenta la capa de uno de ellos, revelando el brillante cañón de un arma de fuego oculta bajo la misma. No había duda de que habían planeado a conciencia aquellos movimientos, lo que hacía que el joven se mostrase especialmente cauto. No tenía forma de saber si había alguien esperándole, oculto tras algún edificio u obstáculo, listo para interceptarle si intentaba lanzarse a por alguno de los hombres que huían. No, era mejor mantenerse a una distancia prudencial y observar. Intentar averiguar a dónde se dirigían, cuál era la ubicación de su escondite o de la base desde la que operaban. Al menos mientras estuviera solo. Cuando sus amigos le alcanzasen sería infinitamente más seguro tomar decisiones algo más drásticas.
No pudo evitar fijarse en que parecían dirigirse hacia el puerto. Cosa que no le sorprendió, pues al final muchos de los negocios más turbios de la ciudad se llevaban a cabo allí. El constante trasiego de esa zona y el hecho de que estuviera frecuentada por multitud de marineros y comerciantes no del todo honestos facilitaba todo aquello. Además de que, si se trataba de la misma organización a la que pertenecía el hombre del traje blanco como sospechaba, ellos habían llegado a los astilleros por mar. Eso hacía que el puerto fuese uno de los lugares más probables en los que tuvieran al menos alguna sede desde la que operar.
Continuó siguiendo a aquellas personas, sigiloso como una sombra mientras volaba entre los edificios. Tenía que descubrir a dónde iban y qué tramaban exactamente. Pero de repente un estruendo retumbó con una fuerza ensordecedora a lo largo y ancho de la isla. Parecía provenir del Cuartel General, donde aparentemente una bomba había explotado. El joven marine, alterado, dudó. ¿Debía continuar siguiendo a aquellos hombres o era más conveniente que acudiera tan rápido como fuera capaz a la base para ayudar en lo posible?
En ese momento una nueva explosión resolvió sus dudas. El aire vibró, haciendo que por un instante a Ray le costase mantener su trayectoria, y una segunda columna de humo se elevó desde algún lugar en el puerto. Parecía claro lo que tenía que hacer. Dado que no podía ir a dos lugares al mismo tiempo, el Cuartel General contaba ya con multitud de marines que seguramente podrían encargarse de todo y él se encontraba ya casi en el puerto, ese parecía el sitio al que debía dirigirse. Era probable que fuera el agente de la ley más cercano a la segunda conflagración, lo que le convertía en responsable de investigarla y asegurarse tanto de atrapar a los responsables como de que hubiera el menor número posible de víctimas.
Lo que sí que quedaba ahora claro era una cosa: fueran quienes fuesen sus enemigos estaban muy bien organizados y llevaban tiempo planeando todo aquello. Les llevaban mucha ventaja. Iban a tener que esforzarse mucho para intentar detenerles. Decidido a conseguirlo el joven siguió su camino hacia el puerto. Intentaría no perder de vista a los hombres que huían, pero su principal objetivo sería observar el sitio que acababa de explotar en el puerto intentando averiguar qué había pasado. De entrada buscaría hacerlo desde una distancia prudencial, oculto y en silencio para evitar posibles emboscadas y dejar tiempo a sus compañeros para alcanzarle.