Alguien dijo una vez...
Rizzo, el Bardo
No es que cante mal, es que no saben escuchar.
[C-Presente] Éramos pocos y... apareció un tiburón
Camille Montpellier
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Las palabras del tiburón provocaron que se llevara la mano a la gorra, ajustándosela un poco y bajando la mirada. Se sintió un poco abochornada por el comentario sobre sus cuernos, pero es que era bastante probable que llevara meses si no años sin escuchar un cumplido dirigido hacia ella. O al menos uno que no viniera de parte de un baboso como Takahiro, vaya. Había sido una buena forma de devolvérsela, pero su reacción duró apenas un instante. Casi lo mismo que tardó en llegar el comentario sobre la fregona.

Bueno, supongo que le puedes pedir a Shawn que te traigan un palo más largo y ensartarle una bayeta —respondió encogiéndose de hombros, dejándose llevar por el buen rollo que se había adueñado de la situación.

Poco después de eso, una joven muchacha a la que había visto en los últimos días por la base se acercó para traerles nuevas órdenes de la capitana. No sabía qué le contrariaba más: si que la capitana le hubiera puesto en una situación tan difícil como lo era hacer de mensajera siendo tartamuda, o por el contrario el hecho de que les fuera a dar más trabajo cuando ya tenían asignado darle la bienvenida a Octojin. Fuera como fuese, todo eso estaba muy en la línea de Beatrice, así que tampoco es que le sorprendiera mucho. En cierto modo le recordó al día en el que conoció a Ray, Atlas y Taka, cuando durante su visita guiada por la base le llegó el aviso de ir a buscar a Masao al puerto. Lo recordó como si hubiera transcurrido una eternidad, pero lo cierto es que habían pasado algo menos de dos semanas.

El punto de reunión no estaba muy lejos de allí y casi hasta sintió orgullo cuando Ray se propuso a guiarles. Si sabía dónde estaba el campo de entrenamiento número cuatro por su explicación o por otro motivo le era indiferente, prefería pensar que era gracias a ella. Por otro lado, la colleja que Atlas le soltó al peliverde no solo le insufló orgullo sino también una satisfacción inigualable.

A mí me parece que lo tuyo es mucho más grave que lo de ella —soltó tras la reprimenda, dirigiéndose al peliverde y dejando que cada uno interpretase lo que quisiera de aquel comentario.

No tardaron mucho en llegar hasta el lugar y, tras adentrarse en la caseta donde Shawn y la Beatrice les esperaban, no pudo evitar clavar su mirada en el teniente comandante. Casi tenía la sospecha de que, frustrado por no haber podido cazar a Atlas o rebatir a Taka, la idea de mandarles a ellos había sido suya. En cualquier caso, aquello sería mucho más productivo que hacer una nueva visita por el G-31 y Loguetown, además de una primera toma de contacto para que Octojin viera cómo trabajaban. No la Marina en sí, sino la brigada que muy probablemente terminarían endosándole; tenía todas las papeletas para convertirse en un integrante más que ideal.

Con todo ello en mente, la oni atendió la explicación de sus superiores y se fue mentalizando un poco, aunque no pudo evitar mirar a Atlas con una ceja alzada en el momento en que abrió la boca. ¿No había pensado en que iría con una oni y un gyojin?

* * *

Sigilosa y disimuladamente, sí. Los cojones. ¿Cómo pretendían que fuera por Loguetown sin llamar la atención? Ya no se trataba solo de su evidente altura, sino de que llevaba dos focos de atención pegados al cráneo en forma de afilados cuernos. Bien rojos y bien llamativos, como no podía ser de otra forma. Estaba segura de que pensar en la forma de mantenerlos ocultos le había costado mucho más de lo que les costaría cumplir la misión. Eso por no hablar de que las pintas con las que iba eran muy diferentes a lo que habituaba y... bueno, le daba algo de vergüenza deambular de aquella forma.

Para los más curiosos, cuando Camille hizo acto de presencia provocó que más de un marine de los allí presentes la mirasen con una mezcla de sorpresa e incredulidad. Yendo de abajo para arriba, un par de sandalias cubrían sus pies. Si el vistazo prosiguiese siguiendo la notable longitud de sus piernas, daría rápidamente con la tela del pareo que le llegaba hasta poco más abajo de las rodillas, dejando eso sí asomar su pierna izquierda con mucha menos protección. Bajo este, unos pantalones muy cortos evitaban que cualquier movimiento o inclinación tuvieran como resultado que se le viera hasta el alma. La función de cubrirle el torso la cumplía un top deportivo que cubría completamente su pecho. Todas estas prendas eran de un blanco inmaculado a excepción del pantalón y las sandalias, que eran negros. Sin embargo, la joya de la corona —nunca mejor dicho— se encontraba en su cabeza. En una mezcla de tonos negros y rojizos, la oni se había recogido el cabello bajo un pañuelo que se enrollaba justo sobre sus cuernos, formando un moño que se orientaba hacia el frente para asegurarse de cubrirlos al más puro estilo del South Blue.

Referencias


Cuando se presentó junto al grupo lo hizo con los brazos cruzados y un gesto hastiado en su rostro. Su mirada era una amenaza silenciosa que se dirigió a todos, pero en especial hacia Taka.

Ni una puta palabra.

Asintió ante la propuesta de Atlas y se aseguró de no intervenir mientras no dejaba de tocarse el improvisado moño con molestia. Dudaba que nada en el mundo pudiera hacerla sentirse más ridícula que aquello.
#11


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RE: [C-Presente] Éramos pocos y... apareció un tiburón - por Camille Montpellier - 06-09-2024, 01:59 PM

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