Atlas
Nowhere | Fénix
06-09-2024, 03:12 PM
(Última modificación: 06-09-2024, 03:13 PM por Atlas.
Razón: Editado nada más postear para quitar unos comandos size que habían aparecido
)
Como dos cruces marcando la posición oculta de grandes tesoros, sendas explosiones separadas entre sí por apenas unos segundos demostraron que en aquella ocasión sí iba en serio. Ya había inspeccionado la zona del astillero que debería volver a ser reconstruido cuando, a lo lejos, la base del G-31 se estremeció con fuerza. La estela de humo que se difuminaba conforme ascendía dejaba claro que no era un simulacro ni nada que se le pareciese. La situación era verdaderamente grave y, por si no fuese suficiente, una nueva explosión mucho más cercana dejó claro que no podíamos olvidarnos de la zona en la que nos encontrábamos. El enemigo, desconocido hasta el momento —porque en ese momento no estaba seguro de poder decir que fuese un nuevo envite del tipo del traje blanco—, parecía mostrar interés en dos de los puntos claves de la isla de Loguetown.
Por un lado, como punto con mayor presencia de la Marina en el East Blue: la base del G-31, nuestra base. Por otro, aquello de lo que se nutría el último enclave del East Blue antes de cruzar al otro lado de la cordillera, el punto del mapa donde todo marinero de ese mar que quisiese hacerse un nombre debía atracar en algún momento: el puerto. Era una ofensiva contra dos localizaciones estratégicas, seguramente bien meditadas y medidas, que no hacían sino revelar que alguien se había tomado muchas molestias. Apreté los dientes con furia mientras el capitán Raisho esbozaba el siguiente plan de actuación. Debíamos elegir entre salvar el que se había convertido en nuestro hogar y seguir la estela de Ray en su persecución.
Fue Camille la que abrió la boca primero. Ella era quien más tenía que perder y quien con toda seguridad debía tener más miedo por la situación. No en vano la capitana Montpellier debía estar en la base en aquellos momentos. Estoy seguro de que tuvo que hacer de tripas corazón para permitir que fuese la razón y no el impulso lo que guiase sus actos. Por ello, cuando propuso consignarnos como refuerzos de Ray, seguir su estela y darle alcance para sentenciar la persecución en equipo no pude sino estar de acuerdo. La oni tenía toda la razón. El capitán Raisho debía ser alguien experimentado. Estaba acostumbrado a dar órdenes y coordinar y, además, en la propia base había marines más que cualificados. Sí, lo mejor era que siguiéramos al del pelo blanco y dejásemos el cuartel para el oficial.
—De acuerdo, sea —respondí en cuanto Camille tomó su determinación y emprendió el camino tras Ray. Por mi parte, me cuadra torpemente ante el capitán antes de seguir los pasos de mi compañera, no sin antes añadir algo—: Por favor, proteja nuestro hogar... señor.
La última palabra quedó algo amortiguada por la distancia, puesto que ya había roto a correr en pos de la hija adoptiva de nuestra superior. Al pasar junto a Taka toqué su hombro para indicarle que me siguiese, ya que el punto fuerte de aquella situación era que fuese el equipo al completo el que resolviese la situación. Éramos mucho más fuertes y resolutivos en equipo. Lo habíamos demostrado en varias ocasiones antes —no demasiadas por aquel entonces, puesto que habíamos llegado como quien dice hacía tres días— y aquella no sería una excepción.
Con paso firme y tan veloz como pude, me interné tras Camille en los callejones que Ray había ido a investigar. No obstante, procuré que Camille supiese que marchaba detrás de ella y le cubría las espaldas.
—¡Voy detrás! —le grité—. Despreocúpate de tu espalda y vigila sólo lo que viene de frente.
Por un lado, como punto con mayor presencia de la Marina en el East Blue: la base del G-31, nuestra base. Por otro, aquello de lo que se nutría el último enclave del East Blue antes de cruzar al otro lado de la cordillera, el punto del mapa donde todo marinero de ese mar que quisiese hacerse un nombre debía atracar en algún momento: el puerto. Era una ofensiva contra dos localizaciones estratégicas, seguramente bien meditadas y medidas, que no hacían sino revelar que alguien se había tomado muchas molestias. Apreté los dientes con furia mientras el capitán Raisho esbozaba el siguiente plan de actuación. Debíamos elegir entre salvar el que se había convertido en nuestro hogar y seguir la estela de Ray en su persecución.
Fue Camille la que abrió la boca primero. Ella era quien más tenía que perder y quien con toda seguridad debía tener más miedo por la situación. No en vano la capitana Montpellier debía estar en la base en aquellos momentos. Estoy seguro de que tuvo que hacer de tripas corazón para permitir que fuese la razón y no el impulso lo que guiase sus actos. Por ello, cuando propuso consignarnos como refuerzos de Ray, seguir su estela y darle alcance para sentenciar la persecución en equipo no pude sino estar de acuerdo. La oni tenía toda la razón. El capitán Raisho debía ser alguien experimentado. Estaba acostumbrado a dar órdenes y coordinar y, además, en la propia base había marines más que cualificados. Sí, lo mejor era que siguiéramos al del pelo blanco y dejásemos el cuartel para el oficial.
—De acuerdo, sea —respondí en cuanto Camille tomó su determinación y emprendió el camino tras Ray. Por mi parte, me cuadra torpemente ante el capitán antes de seguir los pasos de mi compañera, no sin antes añadir algo—: Por favor, proteja nuestro hogar... señor.
La última palabra quedó algo amortiguada por la distancia, puesto que ya había roto a correr en pos de la hija adoptiva de nuestra superior. Al pasar junto a Taka toqué su hombro para indicarle que me siguiese, ya que el punto fuerte de aquella situación era que fuese el equipo al completo el que resolviese la situación. Éramos mucho más fuertes y resolutivos en equipo. Lo habíamos demostrado en varias ocasiones antes —no demasiadas por aquel entonces, puesto que habíamos llegado como quien dice hacía tres días— y aquella no sería una excepción.
Con paso firme y tan veloz como pude, me interné tras Camille en los callejones que Ray había ido a investigar. No obstante, procuré que Camille supiese que marchaba detrás de ella y le cubría las espaldas.
—¡Voy detrás! —le grité—. Despreocúpate de tu espalda y vigila sólo lo que viene de frente.