Shiro
Ninguno
06-09-2024, 05:59 PM
Ante las palabras de la chica el espadachín solo pudo corresponderle con una amarga sonrisa mientras una ristra de imágenes pasaba por su cabeza al recordar su pasado. - ¿Acaso he dejado de hacerlo? - respondió a su pregunta con otra mientras todas las desgraciadas por las que había pasado se dibujaban en su mente en forma de escenas. Quizás si se olvidaba de las ratas, el hambre, el frío, los robos, las traiciones, la muerte de seres queridos… y la decena de cosas más que aún le faltaban por enumerar, entonces podría decir otra cosa; pero el espadachín no sabía cómo explicarle todas esas vivencias y como lo habían transformado como persona a alguien que aparentaba no tener ningún tipo de problema.
- Mira, esto me lo hicieron cuando apenas tenía doce años - llamó la atención de la chica mientras se levantaba la camiseta a la altura del cuello mostrando su esbelto cuerpo para que pudiese ver la única mácula que había en él. - Un grupo de chicos mayores nos robaron a mí y a mis amigos cuando solo nos dedicábamos a ahorrar las pocas monedas que podíamos juntar al vender chatarra - continuó mientras señalaba la gran cicatriz que le cruzaba desde el pectoral izquierdo hacia las costillas del lado opuesto. - Y puedo asegurarte que esta no es la peor, las peores heridas no dejan marcas visibles y vienen cuando menos te lo esperas… y de quien menos te lo esperas… - prosiguió bajando la voz poco a poco a cada palabra que decía mientras clavaba la vista en el tatuaje del número trece que tenía en el interior de la muñeca.
Bien sabía el espadachín lo que llegaba a doler todo eso, pero sobre todo la peor de todas y la que no fue capaz de decir. La culpa. Esa que te persigue allá donde vayas, como un ligero zumbido constante que se te mete en la cabeza y que no eres capaz de eliminar. El joven había probado de todo para intentar olvidar ese sentimiento, pero como mucho conseguía mitigarlo y nunca acallarlo.
- Para mí sí que no sería malo tener a alguien como tú en mi viaje… Ojalá haberte conocido antes - dijo tras unos segundos. - Pero mi viaje no es de aventura, sino de redención - finalizó con tono más serio mientras centraba su vista en el horizonte.
La culpa de no haber estado en el momento de la muerte de Hayato aún lo carcomía cada noche. Maldecía una y otra vez haberse marchado y haberlo dejado a solas con Nanako… pero quien podía imaginar que la chica los traicionaría de esa manera.
- Perdona una vez más… no quería transformar tu regalo en un confesionario - dijo disculpándose. - Aunque quizás quieras aprovechar y puedas decirme lo que quieras como cuando estás con tu familia - prosiguió el espadachín curioso por saber que era lo que cambiaba en Akari cuando el resto no la miraba. - Conmigo puedes ser todo lo mal hablada que quieras - acabó mientras volvía a sonreír levemente en un intento de enfatizar la broma.
- Mira, esto me lo hicieron cuando apenas tenía doce años - llamó la atención de la chica mientras se levantaba la camiseta a la altura del cuello mostrando su esbelto cuerpo para que pudiese ver la única mácula que había en él. - Un grupo de chicos mayores nos robaron a mí y a mis amigos cuando solo nos dedicábamos a ahorrar las pocas monedas que podíamos juntar al vender chatarra - continuó mientras señalaba la gran cicatriz que le cruzaba desde el pectoral izquierdo hacia las costillas del lado opuesto. - Y puedo asegurarte que esta no es la peor, las peores heridas no dejan marcas visibles y vienen cuando menos te lo esperas… y de quien menos te lo esperas… - prosiguió bajando la voz poco a poco a cada palabra que decía mientras clavaba la vista en el tatuaje del número trece que tenía en el interior de la muñeca.
Bien sabía el espadachín lo que llegaba a doler todo eso, pero sobre todo la peor de todas y la que no fue capaz de decir. La culpa. Esa que te persigue allá donde vayas, como un ligero zumbido constante que se te mete en la cabeza y que no eres capaz de eliminar. El joven había probado de todo para intentar olvidar ese sentimiento, pero como mucho conseguía mitigarlo y nunca acallarlo.
- Para mí sí que no sería malo tener a alguien como tú en mi viaje… Ojalá haberte conocido antes - dijo tras unos segundos. - Pero mi viaje no es de aventura, sino de redención - finalizó con tono más serio mientras centraba su vista en el horizonte.
La culpa de no haber estado en el momento de la muerte de Hayato aún lo carcomía cada noche. Maldecía una y otra vez haberse marchado y haberlo dejado a solas con Nanako… pero quien podía imaginar que la chica los traicionaría de esa manera.
- Perdona una vez más… no quería transformar tu regalo en un confesionario - dijo disculpándose. - Aunque quizás quieras aprovechar y puedas decirme lo que quieras como cuando estás con tu familia - prosiguió el espadachín curioso por saber que era lo que cambiaba en Akari cuando el resto no la miraba. - Conmigo puedes ser todo lo mal hablada que quieras - acabó mientras volvía a sonreír levemente en un intento de enfatizar la broma.