Vesper Chrome
Medical Fortress
06-09-2024, 10:07 PM
(Última modificación: 06-09-2024, 10:08 PM por Vesper Chrome.)
Simplemente tenia que ayudar a alguien del bar a ir hasta otra isla en busca de algunos suplementos para el bar, la cosa no debía pasar de eso, al final de cuentas soy casi miembro de la posada Gran perezoso por ello siempre hago de escolta o ayudante cuando tienen recados importantes que hacer fuera de Kilombo, uno nunca sabe cuándo pueden sucederles cosas a las personas que mas nos importan, al menos a esos que están cerca de nosotros y podemos evitar desastres. Es así que anoche llegue a Isla Panamica junto a Keriel, aquel hombre que se encargaba de transportar todo el licor que se movía hacia el bar, de isla en isla.
Anoche había tenido la oportunidad de escuchar aquel joven contar una historia interesante y no podía evitar, aquel bar de por si ya era interesante, los marines no entraban allí ni aunque les pagaran por ello, motivo por el cual aproveche en pasar la noche bebiendo allí mientras mi acompañante se encontraba en una posada local para partir dentro de tres o cuatro días esperando a que resuelven algún inconveniente con el licor que llevaríamos a isla Kilombo, ese fue uno de los detonantes de porque decidí hacerle caso a ese jovencito, sus palabras, esa historia y su convicción me decían que quizás necesiten un medico en una aventura como esa, además quien no estaría dispuesto a ir a un lugar donde escondido hay oro, quizá diamantes, dinero, y sobre todo un mapa tan importante como el que mencionaba en esa historia.
Llegue al puerto al amanecer tras explicarle a mi compañero que haría unas cuantas cosas pero que volvería para cuando nos tocase volver a Isla Kilombo, mientras tanto debía cuidarse por si mismo en esta isla, sabía que no pasarían cosas malas al menos no a él, pues está acostumbrado a comprar el licor en esta isla constantemente y esta vez yo simplemente venia apoyarlo ya que no había quien saliera con el al mar, aunque claro no es muy bueno que un usuario como yo ande en los mares, pero daba igual realmente. Tan solo haber llegado al puerto donde el joven había dado instrucciones de estar pude percatarme de un panda, o era una gran mascota o debía ser de aquella raza de minks que me he topado una que otra vez en el bar del Gran perezoso en Kilombo.
Me acerqué hacia donde estaban ambos presentándose, miré al panda primero y tras eso miré al joven. —Escuche aquello de lo que hablabas anoche. — Acomodé mis guanteletes haciendo un gesto de mover los dedos. —Es posible que necesites un médico, ahí es donde entro yo. — No había indicado que era pertinente para unirse así que no dude en hacerlo de buenas a primeras, si podía ir un panda no veo el motivo de porque me negaría unirme si todos necesitan un médico en algún momento.
El puerto parecía extrañamente tranquilo, como aquella situación que se daba, la calma antes de la tormenta, no sabia si realmente era peligroso o quizás simplemente eran cosas mías, pero en el mar era difícil fiarse de la gente. —Veamos que tan cierta es esa historia que contaste, niño. — Termine diciendo antes de acércame un poco mas a ellos, no lo suficiente para tocarnos, pero si para que se supiera que estábamos los tres juntos. —Mas te vale que sea real, porque si no… — No hable de más, tampoco quiero que desconfíen de mí.
Anoche había tenido la oportunidad de escuchar aquel joven contar una historia interesante y no podía evitar, aquel bar de por si ya era interesante, los marines no entraban allí ni aunque les pagaran por ello, motivo por el cual aproveche en pasar la noche bebiendo allí mientras mi acompañante se encontraba en una posada local para partir dentro de tres o cuatro días esperando a que resuelven algún inconveniente con el licor que llevaríamos a isla Kilombo, ese fue uno de los detonantes de porque decidí hacerle caso a ese jovencito, sus palabras, esa historia y su convicción me decían que quizás necesiten un medico en una aventura como esa, además quien no estaría dispuesto a ir a un lugar donde escondido hay oro, quizá diamantes, dinero, y sobre todo un mapa tan importante como el que mencionaba en esa historia.
Llegue al puerto al amanecer tras explicarle a mi compañero que haría unas cuantas cosas pero que volvería para cuando nos tocase volver a Isla Kilombo, mientras tanto debía cuidarse por si mismo en esta isla, sabía que no pasarían cosas malas al menos no a él, pues está acostumbrado a comprar el licor en esta isla constantemente y esta vez yo simplemente venia apoyarlo ya que no había quien saliera con el al mar, aunque claro no es muy bueno que un usuario como yo ande en los mares, pero daba igual realmente. Tan solo haber llegado al puerto donde el joven había dado instrucciones de estar pude percatarme de un panda, o era una gran mascota o debía ser de aquella raza de minks que me he topado una que otra vez en el bar del Gran perezoso en Kilombo.
Me acerqué hacia donde estaban ambos presentándose, miré al panda primero y tras eso miré al joven. —Escuche aquello de lo que hablabas anoche. — Acomodé mis guanteletes haciendo un gesto de mover los dedos. —Es posible que necesites un médico, ahí es donde entro yo. — No había indicado que era pertinente para unirse así que no dude en hacerlo de buenas a primeras, si podía ir un panda no veo el motivo de porque me negaría unirme si todos necesitan un médico en algún momento.
El puerto parecía extrañamente tranquilo, como aquella situación que se daba, la calma antes de la tormenta, no sabia si realmente era peligroso o quizás simplemente eran cosas mías, pero en el mar era difícil fiarse de la gente. —Veamos que tan cierta es esa historia que contaste, niño. — Termine diciendo antes de acércame un poco mas a ellos, no lo suficiente para tocarnos, pero si para que se supiera que estábamos los tres juntos. —Mas te vale que sea real, porque si no… — No hable de más, tampoco quiero que desconfíen de mí.