King Kazma
Shiromimi
06-09-2024, 11:47 PM
Se despertó en el hospital, tumbado en una cama y sintiendo todo su cuerpo dolorido, como si le hubiera pasado un tren por encima. Lo último que recordaba era estar en el suelo en posición fetal, tratando de proteger las zonas vitales de su cuerpo mientras recibía la paliza de su vida. Su madre tenía cara de preocupación y sujetaba su mano mientras aguardaba sentada a su lado. Bueno, llamar hospital a la casa del médico del pueblo en la que había habilitado un par de habitaciones para pacientes a lo mejor era mucho decir. A saber lo que iba a costar el tratamiento. Su madre se alegró mucho al verlo despierto, pero igualmente podía ver la pena en sus ojos. Podía escuchar a su padre hablar desde otra habitación, pidiendo disculpas por lo que él había hecho, probablemente a los padres de los otros chicos a los que había conseguido golpear.
Disculparse… ¿Realmente debían disculparse por aquello? Eran aquellos malcriados los que se tenían que disculpar con él por tratarle tan mal todos los días desde que tenía uso de razón. Pero sus padres nunca cederían en eso. Eran demasiado tercos, temerosos y protectores como para alentar su amor propio ya que eso siempre llevaba a situaciones como aquella. Si agachaba la cabeza y decía sí a todo, llegaría a casa sano y salvo todos los días. Tal vez su orgullo estuviera magullado, tal vez le podían llamar con cualquier mote que se les ocurriera e incluso tal vez llegaría a haber problemas con sus efectos personales, pero llegaría a casa. Eso era todo lo que les importaba a sus padres, que volviera a casa. ¿No tenían unos padres que velar también por la felicidad de su hijo y no sólo por su seguridad? Él creía que los padres tenían que criar a un hijo para que se valiera por sí mismo en el mundo, para que equilibrara sus sueños y deseos con la realidad del mundo que le rodeaba, para que fuera feliz aun a costa de su salud si era necesario. Sí, ellos le querían, lo sabía bien, y él los quería a ellos también, eso era algo que no iba a cambiar. ¿Pero tan difícil era apoyarle de vez en cuando? Hacían el papel de protectores de maravilla, enseñándole lo necesario para sobrevivir sin pelear una sola pizca, pero como padres en general eran un desastre.
- Hijo… No puedes darnos estos sustos. No tenías que haber pegado a esos chicos, nosotros somos los extraños aquí, te podrían tachar de animal violento…
- ¡Ese es el problema, mamá! No somos animales, ellos son los que se comportan como animales. Quiero defenderme, no dejar a nadie nunca más que se meta conmigo.
- Pero King… Mira adónde te han llevado los puños. Esto no ha acabado bien para nadie, doy gracias porque el doctor dijo que no tenías daños graves, sólo moratones, ni una costilla mal. Si el bibliotecario no os hubiera encontrado a lo mejor esto era peor…
No podía discutir con ella. Era demasiado temerosa de todo. Y sí, tenía el cuerpo magullado, no se había lucido mucho en su primera batalla, pero se sentía vivo y bien consigo mismo. Tal vez el dolor físico no era tan aterrador como para evitarlo a toda costa como le habían enseñado. Se sentía mucho mejor así de magullado pero sabiendo que había mandado al hospital a tres de esos imbéciles que con el cuerpo completamente bien y dejándoles hacer y decir lo que les diera la gana. En el pasado había pensado que los revolucionarios estaban locos, que sabían que les iban a pasar cosas horribles si los pillaban y aun así hacían lo que hacían. Pero ahora… ahora sabía por qué lo hacían. Sentaba muy bien, resultaba liberador…
Su madre también pareció dar por zanjada la conversación, ya que no dijo nada más. Un minuto más tarde se levantó, apretó su mano un poco y le dio un beso en la frente, diciendo que iba a salir a hablar con su padre, que descansara. Pero no tenía planes de descansar. El médico había dicho que no tenía nada roto, sólo diversos moratones con los dolores e hinchazón que ello implicaba. Pues no podía quedarse en un lugar así, no podía seguir su vida en aquel pueblo haciendo caso de lo que le decían sus padres que debía hacer y en el que además se había granjeado enemigos. Antes le molestaban por ser diferente, porque les divertía. Pero ahora él se había rebelado contra ellos, les había pegado, le había roto el brazo a uno… No se iban a contentar con el viejo status quo, querrían vengarse, y desde ese momento sabía que ya no serían sólo insultos, burlas y daños a sus pertenencias. Ahora tenían una excusa para atacarle directamente. Era consciente de que él mismo se había buscado ese resultado, pero no estaba dispuesto a vivir algo así el resto de su vida. Era el momento de irse.
Se levantó de la cama y salió por la ventana aprovechando que era un bajo. Fue a toda prisa a su casa a recoger todo lo que pudiera necesitar rápidamente y emprendió el viaje fuera del pueblo mientras todavía lo amparaba la oscuridad de la noche. Si nadie le veía irse no podían seguirle. Iba a comenzar a vivir su vida sin miedos, explorar el mundo como siempre había querido, aprender de otras culturas, conocer gente que mereciera la pena llamar amigos… Se convertiría en un pirata, conquistaría un país y gobernaría de forma en que nadie tuviera que pasar por lo mismo que él… Eso sería ideal, aunque sabía que no sería fácil, de hecho, era casi imposible, especialmente sin tener ni idea de política o de órganos de gobierno, pero podía aprender. ¿Acaso estaba mal tratar de perseguir sus sueños? Mejorar el mundo era un sueño noble, aunque el camino que recorrería para ello distaba mucho de ser éticamente correcto, pues miraría por su bien y pisaría a cualquiera que creyera indigno de su respeto.
Disculparse… ¿Realmente debían disculparse por aquello? Eran aquellos malcriados los que se tenían que disculpar con él por tratarle tan mal todos los días desde que tenía uso de razón. Pero sus padres nunca cederían en eso. Eran demasiado tercos, temerosos y protectores como para alentar su amor propio ya que eso siempre llevaba a situaciones como aquella. Si agachaba la cabeza y decía sí a todo, llegaría a casa sano y salvo todos los días. Tal vez su orgullo estuviera magullado, tal vez le podían llamar con cualquier mote que se les ocurriera e incluso tal vez llegaría a haber problemas con sus efectos personales, pero llegaría a casa. Eso era todo lo que les importaba a sus padres, que volviera a casa. ¿No tenían unos padres que velar también por la felicidad de su hijo y no sólo por su seguridad? Él creía que los padres tenían que criar a un hijo para que se valiera por sí mismo en el mundo, para que equilibrara sus sueños y deseos con la realidad del mundo que le rodeaba, para que fuera feliz aun a costa de su salud si era necesario. Sí, ellos le querían, lo sabía bien, y él los quería a ellos también, eso era algo que no iba a cambiar. ¿Pero tan difícil era apoyarle de vez en cuando? Hacían el papel de protectores de maravilla, enseñándole lo necesario para sobrevivir sin pelear una sola pizca, pero como padres en general eran un desastre.
- Hijo… No puedes darnos estos sustos. No tenías que haber pegado a esos chicos, nosotros somos los extraños aquí, te podrían tachar de animal violento…
- ¡Ese es el problema, mamá! No somos animales, ellos son los que se comportan como animales. Quiero defenderme, no dejar a nadie nunca más que se meta conmigo.
- Pero King… Mira adónde te han llevado los puños. Esto no ha acabado bien para nadie, doy gracias porque el doctor dijo que no tenías daños graves, sólo moratones, ni una costilla mal. Si el bibliotecario no os hubiera encontrado a lo mejor esto era peor…
No podía discutir con ella. Era demasiado temerosa de todo. Y sí, tenía el cuerpo magullado, no se había lucido mucho en su primera batalla, pero se sentía vivo y bien consigo mismo. Tal vez el dolor físico no era tan aterrador como para evitarlo a toda costa como le habían enseñado. Se sentía mucho mejor así de magullado pero sabiendo que había mandado al hospital a tres de esos imbéciles que con el cuerpo completamente bien y dejándoles hacer y decir lo que les diera la gana. En el pasado había pensado que los revolucionarios estaban locos, que sabían que les iban a pasar cosas horribles si los pillaban y aun así hacían lo que hacían. Pero ahora… ahora sabía por qué lo hacían. Sentaba muy bien, resultaba liberador…
Su madre también pareció dar por zanjada la conversación, ya que no dijo nada más. Un minuto más tarde se levantó, apretó su mano un poco y le dio un beso en la frente, diciendo que iba a salir a hablar con su padre, que descansara. Pero no tenía planes de descansar. El médico había dicho que no tenía nada roto, sólo diversos moratones con los dolores e hinchazón que ello implicaba. Pues no podía quedarse en un lugar así, no podía seguir su vida en aquel pueblo haciendo caso de lo que le decían sus padres que debía hacer y en el que además se había granjeado enemigos. Antes le molestaban por ser diferente, porque les divertía. Pero ahora él se había rebelado contra ellos, les había pegado, le había roto el brazo a uno… No se iban a contentar con el viejo status quo, querrían vengarse, y desde ese momento sabía que ya no serían sólo insultos, burlas y daños a sus pertenencias. Ahora tenían una excusa para atacarle directamente. Era consciente de que él mismo se había buscado ese resultado, pero no estaba dispuesto a vivir algo así el resto de su vida. Era el momento de irse.
Se levantó de la cama y salió por la ventana aprovechando que era un bajo. Fue a toda prisa a su casa a recoger todo lo que pudiera necesitar rápidamente y emprendió el viaje fuera del pueblo mientras todavía lo amparaba la oscuridad de la noche. Si nadie le veía irse no podían seguirle. Iba a comenzar a vivir su vida sin miedos, explorar el mundo como siempre había querido, aprender de otras culturas, conocer gente que mereciera la pena llamar amigos… Se convertiría en un pirata, conquistaría un país y gobernaría de forma en que nadie tuviera que pasar por lo mismo que él… Eso sería ideal, aunque sabía que no sería fácil, de hecho, era casi imposible, especialmente sin tener ni idea de política o de órganos de gobierno, pero podía aprender. ¿Acaso estaba mal tratar de perseguir sus sueños? Mejorar el mundo era un sueño noble, aunque el camino que recorrería para ello distaba mucho de ser éticamente correcto, pues miraría por su bien y pisaría a cualquiera que creyera indigno de su respeto.