Hay rumores sobre…
... una bestia enorme y terrible atemoriza a cualquier infeliz que se acerque a la Isla Momobami.
[Común] [C-Pasado] Trapicheos casi legales
Byron
Hizashi
Por un momento Byron no supo como reaccionar, no sabía si aquella mujer le estaba vacilando o no había pillado el comentario cargado de ego por el muchacho. Ante su inocente mirada de curiosidad pudo darse cuenta, esa pregunta era sincera, había interpretado su comentario literalmente, no vio que el muchacho solo estaba alardeando de sus habilidades dando por hecho lo rápido que se haría un nombre en el mar. Con una cara incrédula ante aquella afirmación, quiso explicarle el matiz y el significado de su comentario, pero aquello lo sacó tanto de su zona de confort que simplemente murmuró unas pequeñas palabras para dejar correr el momento, y no volver a hacer mención, después de todo, era innegable que sintiese vergüenza, igual se había venido muy arriba.

- Em, no, no quería, bueno, da igual, déjalo jeje.- El pálido rostro del chico contrastaba enormemente con sus orejas estaban totalmente coloradas.

Una vez dispersó aquella vergüenza siguió mirándola tranquilamente, como saboreaba la deliciosa tarta de queso. Agarró con firmeza su cuchara y la acompañó, comiendo otro pequeño pedazo de cielo, desde luego era la mejor que había comido en su vida. La dejó el último trozo como gesto de amabilidad, después de todo, la había prometido contarle sobre los diferentes manjares que probaría a lo largo de este basto mundo, incluso podía traerle algunas muestras, y si se decidía a salir al mar una vez cumplidas las obligaciones que a esta pequeña isla la ataban, invitarla a alguna ruta gourmet golosa. Le gustaba esa idea, la verdad que, aunque no fuese con él, deseaba que aquella mujer mojase sus pies con el agua fresca del mar, aunque uno de ellos fuese una prótesis, que viviese en todo su ser la llamada de la aventura. Encontrarse con ella en otra isla, sería algo que alegraría si ególatra corazón de forma sincera.

Ante su contestación a la bajada de precio, no pudo evitar reírse a carcajadas, definitivamente aquella mujer era de armas tomar. Aunque una pequeña desilusión lo invadió, no quería pensar así de ella, pero aún tenía la pequeña esperanza de que aceptase esa "proposición" indebida, el muchacho se hubiese visto henchido de emoción al saber que tendría una pequeña oportunidad con ella. Lastimosamente, no fue así, así que tímidamente olvidó la idea, al menos tenía su amistad e iba a poder disfrutar de este tipo de momentos con ella. Acabó su risa con lágrimas en los ojos provocados por esta, y mientras las limpiaba con elegancia la respondió.

- Y, un buen intento, todo sea dicho.- Aquella tierna escena, le hizo olvidarse de su dolor de cabeza.

Cuando sacó el arma, pudo ver de nuevo como sus ojos se encendían, como una niña recibiendo un regalo, claramente era la persona exacta a la que vender algo de este tipo. La sacó con mimo y delicadeza, para no sufrir un percance y dañarla por accidente, la posó sobre sus manos cuidadas, aunque tenían alguna que otra marca, seguramente, de trabajar en sus metálicas creaciones. Ya era suya, el intercambio estaba prácticamente hecho, así que no tenía por qué tratarla como una pertenencia suya. Pasó sus dedos sobre esta, volviendo a analizarla al detalle, le transmitió con sus sutiles gestos la devoción con la que trataba este tipo de artefactos. Sonrió cálidamente disfrutando la escena que le brindaba a sus ojos, por un momento el tiempo pareció detenerse, y no era un mal momento para hacerlo, le gustaba lo que veía, y disfrutarlo un rato más era algo que agradecía al destino, por darle aquella oportunidad.

Finalmente, la mujer sacó de su pecho un monedero, Byron se deleitó con las vistas, un buen servicio bajo su punto de vista, igual aquella bajada de precio que propuso no era tan alocada. Lo abrió frente a sus ojos, volcándolo desde las alturas a la mesa de madera, increíblemente en aquel compartimento cabían más monedas de lo esperado. Tintinearon chocando unas contra otras al caer, como confeti dorado, quedaron amontonadas encima de esta, si no lo hubiese visto, no habría creído a quien le contase la anécdota de que tal cantidad se encontraba dentro de un pequeño monedero. "Puedes contarlo" dijo mientras estas caían, tremenda labor le estaba proponiendo, si se pusiese a contar seguramente no acabaría hasta bien entrada la noche.

- No hace falta, no quiero tirarme toda la noche, y me fio de ti, así que.- Dijo mientras negaba repetidamente con la cabeza.- ¡Camarero! ¡Tráigame un saco de patatas para guardar esto por favor!- Gritó para tener alguna forma de llevárselo. Al pobre hombre a estas alturas, todo lo que pasase en nuestra mesa le parecía normal.

Una vez lo trajo se quedó allí abriéndolo para ofrecer una ayuda, no pudo evitar sacarle el dedo pulgar y una resplandeciente sonrisa como forma de darle las gracias. Apartó los platos que se encontraban en su camino, y arrastrando el brazo por la mesa como si fuese una pala, echó todas las monedas en este. Alguna mancha quedó sobre su camino, aunque no se dio cuenta hasta haber celebrado el recolectar sus ganancias.

- ¡Pa la saca!- Dijo haciendo una pose de victoria, y dejando ver la macha de salsa de arándanos y frutos del bosque sobre su camisa.- Mierda, me toca ir de lavandería.

Se levantó, agarrando el saco que aquel hombre mantenía sujeto, y lo cargó a su hombro. Miró a Airgid para despedirse, formando con sus labios una amplia sonrisa, escuchando las bonitas palabras que esta le dedicaba, no pudo sentir un poco de tristeza por tener que despedirse, pero así era la vida de los que vivían bajo los designios de su alma libre. Se acercó a su asiento, se arrodilló cogiéndola de la mano, y dándole un pequeño beso en esta, como si fuese su recién nombrado caballero. Una vez hecho, alzó el rostro mirando con sus enormes ojos amatistas a los suyos y respondió sus palabras.

- My lady, gracias por este día, ha sido todo un placer hacer negocios con usted, si algún día encuentro un arma de estas características, me plantaré en la puerta de tu casa con la mejor oferta que podrás encontrar. - Dijo alegremente. - Espero que nuestro reencuentro sea lo más pronto posible, y que, aunque no sea conmigo, cumplas todos tus propósitos y puedas salir al mar. No dudes que el destino volverá a encontrarnos, puedo leer las líneas que despliega frente a mí, y sé a ciencia cierta, que nuestros caminos se volverán a cruzar... Y esa vez, serás todavía más asombrosa de lo que ya eres. Espero ver tu bonito cabello ondeando con la brisa del mar.- Se levantó soltando su mano con una ligera caricia y se dirigió a la puerta del local, dejando paga la cuenta antes de salir al final fue él el que invitó, como forma de agradecerla la bonita velada. Y con una última mirada a su persona, y un leve gesto de mano, salió del establecimiento con una sonrisa.
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