Hay rumores sobre…
... una bestia enorme y terrible atemoriza a cualquier infeliz que se acerque a la Isla Momobami.
[Común] [C-Pasado] Diamante en bruto
Airgid Vanaidiam
Metalhead
La verdad es que Airgid no lo había pensado del todo bien. Podría haber intentado ser más discreta, acercarse a Padre por la espalda, subir a una azotea y dispararle directamente desde ahí... podría haber hecho muchísimas cosas, pero optó por la opción más kamikaze que existía, llamar la atención por encima de todo el mundo y apuntarle con una pistola desde el público. Las sutilezas no iban muy bien con Airgid, solía ser una muchacha directa, sincera, sin gilipolleces. Tanto para lo bueno como para lo malo.

Los civiles formaron un corrillo alrededor de ella, se escucharon algunos gritos de sorpresa y de horror a la vez y la tensión era tan densa que podría masticarse. Airgid solo necesitaba un leve movimiento, una mínima excusa para apretar el gatillo y cargarse a ese hijo de puta. Observó el cuerpo del vikingo, expuesto, atado con cadenas, golpeado y sangrante. ¿Qué clase de persona hacía algo así? ¿Solo porque no quería formar parte de la estúpida comunidad que había formado? Estaba claro que Padre no sabía manejar muy bien el rechazo. A pesar de estar apuntando directamente a su cabeza con el cañón del arma, el hombre al otro lado no se mostraba para nada asustado ni intimidado. Sonreía, de hecho. Qué estúpida sonrisa, a Airgid le ponía de los nervios. Se puso en pie con rapidez, elevando los brazos de forma que la Biblia cayó al suelo, sobre los tablones. Pidió calma, pidió que nadie la hiriera ni intentase hacerle nada. Le preguntó qué cojones estaba haciendo. Era literamente ella contra el mundo... ni si quiera ella sabía responder a esa pregunta, pero lo haría igualmente. — ¡Acabar con esta gilipollez! — Gritó, apuntando con seguridad, sin que el pulse le temblase ni lo más mínimo.

El vikingo susurró y Padre reaccionó en consecuencia, decía que había sido capaz de "despertar al monstruo". Airgid no estaba segura de a qué se refería con eso, ¿es que había estado callado estos dos días? Tampoco le extrañaba, si solo Padre era capaz de entenderle... quizás era mejor estar callado. Entonces notó un frío metal chocar contra la piel de su nuca. Se le pusieron los pelos de punta, la joven reconoció enseguida de qué se trataba eso; alguien la estaba apuntando con un arma de fuego directamente contra su cabeza. Tomó aire, ladeó ligeramente el cuello. Estaba claro que en algún momento aquello pasaría. Padre la apuntó con el dedo y en ese mismo instante veinte personas se giraron hacia ella, amenazantes, intimidantes. Airgid frunció el ceño con rabia. No, no podía morir ahí. Algo se le ocurriría, alguna forma encontraría de poder salir airosa de aquella situación. Lo que no se esperó fue el grito de Ragnheidr que opacó cualquier otro ruido que pudiera haber a su alrededor. No es solo que gritara con aquella enorme potencia, ese poderoso torrente de voz, es que había gritado una palabra en el idioma común. Airgid le miró sorprendida, su mano tembló un poco, así que llevó la diestra también al arma, pasando a sujetarla con las dos para afianzar mejor el agarre de la misma. Le era imposible quitar los ojos de encima a la escena que protagonizaron los dos, tanto Ragnheidr como Padre, gritando y poniéndose a su misma altura. Parecía completamente desatado, desesperado. ¿Nadie más se daba cuenta de ello? ¿De que había que hacer algo? Esa persona no estaba dentro de sus cabales, no podía ser líder nadie. Llamó a Ming, que hasta entonces se había quedado sentado a su lado. Aquella sibilina serpiente se puso en pie tras recibir las órdenes de su amo y se acercó a él, aceptando la misión que le acababa de encomendar: asesinar a Ragnheidr.

¡NO! — Gritó ella, desesperada también. Pero el grito de Padre se antepuso al suyo. Anunció que su amigo moriría en aquel mismo momento, y a manos de lo que él mismo denominó como un "tiparraco". Aunque lo más interesante es que le reveló a la chica que ese mismo Ming parecía haberse aliado anteriormente con Ragnhedir... Airgid no conocía esa historia, de hecho, sino fuera porque era el mismo Padre el que lo decía, lo habría dudado terriblemente. Un pensamiento bastante erróneo en realidad, pues solo había conocido a Ming de unas horas, no sabía cómo era, no de forma profunda. Quizás no era tan sibilino como parecía... A pesar de que Padre le había insultado y humillado públicamente, el moreno obedeció, colocándose en la espalda de Ragnheidr y apuntándole con la pistola a la cabeza. Airgid estaba luchando contra cada uno de sus impulsos, de sus instintos, todo le decía que disparara a ese cabrón y que lo matara rápidamente. Pero sabía que si hacía eso sería lo último que haría en su vida. El frío tacto de la escopeta en su nuca se lo recordaba.

Pero tenía que hacer algo, ganar tiempo, quizás. Hacerle hablar, puede que si hablara de más, si dejara en evidencia de forma pública lo loco que estaba, alguien más que ellos dos se rebelase. Las posibilidades eran casi nulas, pero tenía que intentarlo, tenía que hacer algo rápido o acabarían los dos muertos. — ¡Puede que nos mate aquí hoy, Padre! ¿¡Pero qué pasará cuando arguien má se rebele otro día!? ¿¡Piensas matarlo también!? ¿¡A TODOS!? — Solo buscaba conversar, decir algo, cualquier cosa. Pero Padre ordenó que la rodearan. Aunque... eso no terminó de ocurrir. Muchos de los presentes decidieron que aquella no era su guerra, que no les merecía la pena arriesgarse por aquel hombre y simplemente se dieron la media vuelta y se fueron. Aquello le desequilibró del todo.

Estaba tan centrada en lo que ocurría a su alrededor que no se fijó en Ragnheidr hasta que escuchó cómo las esposas explotaron. Entonces le vio. Se había vuelto una aún más gran mole de músculos, no solo había crecido de altura sino también de anchura. Le habían salido músculos donde ni si quiera sabía que existían. ¿Qué clase de poder era ese? Resultaba aterrador, aunque increíble a la vez. Habló con dificultad, elevó un puño en el aire, y Padre se quedó prácticamente paralizado ante tal visión. Un gas de color amarillo comenzó a dispersarse a la vez que Ragnheidr volvía a gritar una vez más. El puñetazo al impactar liberó una oleada enorme de ese mismo gas, en principio directamente sobre Padre, pero luego comenzó a expandirse más y más. Se mezcló con el aire, con el polvo.

El caos y el miedo inundó la Granja. Lo único que Airgid fue capaz de observar con claridad fue el cuerpo de Padre quemándose frente a sus ojos. La escopeta en su nuca desapareció, todo el mundo comenzó a correr de aquí para allá, desesperados, buscando una salvación. Airgid deseaba encontrarse con Ragnheidr, decirle algo, mirarle aquellas heridas que tenía en el cuerpo... pero tenía que pensar primero en su propia segurar.

Salió corriendo con el arma aún en la mano, por si acaso alguien intentase atacarla o cualquier cosa, quién sabe. Era difícil ver nada en todo aquel caos, igual que era complicado saber hacia dónde debía salir corriendo. Sobre todo porque tenía que ir intentando esquivar las nubes de gas amarillo para no quemarse la piel, como veía que a algunos les había ocurrido. Puede que todo fuera un absoluto descontrol, pero al menos... Padre había muerto, Ragnheidr había escapado y ella también. No había salido como había planeado, había sido incluso mejor. Airgid no pudo evitar sonreír mientras corría a toda prisa. Antes de alejarse demasiado, se acercó al edificio donde la habían encerrado. — ¡¡¡FRAAAANK, SAL CAGANDO LECHEEEEES, PADRE HA MUERTOOOO!!! — Exclamó todo lo alto que sus pulmones le permitieron, fue como un grito de victoria. Habían ganado.
#17


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[C-Pasado] Diamante en bruto - por Airgid Vanaidiam - 22-08-2024, 10:50 PM
RE: [C-Pasado] Diamante en bruto - por Airgid Vanaidiam - 07-09-2024, 02:12 AM

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