Drake Longspan
[...]
07-09-2024, 06:26 AM
(Última modificación: 07-09-2024, 06:26 AM por Drake Longspan.)
— Rohahaha.
Drake Longspan dejó escapar una risa grave, un sonido profundo que reverberó en su pecho. Mientras aquel Solarian seguía empujándolo, podía sentir la energía inagotable del chico como si fuera una llama incontrolable, chisporroteando y soltando chispas a su alrededor. Era innegable que su entusiasmo era contagioso, aunque también algo agotador, especialmente cuando la mitad de sus conversaciones giraban en torno a la absoluta libertad y la otra mitad al sexo femenino.
Pero le caía bien. Le gustaba seguir su juego. Parecía ese tipo de persona que nunca dejaba una burla sin responder, lo cuál solo le daba juego al carpintero para su disfrute personal.
— ¿Gigante sin sesos? — repitió Drake, mirando por encima del pelo a Byron Nikkei con una sonrisa torcida. — Tal vez tengas razón, pero prefiero ser un gigante sin sesos que un flacucho con delirios de grandeza. Futuro rey del mundo. — Entonó con su voz cargada de un tono burlón, aunque no carente de afecto. Era un insulto, sin duda, pero no emanaba maldad.
A medida que caminaban, las palabras de Byron sobre aquella extraña chica hicieron que Drake elevase la comisura de sus labios de manera disimulada. ¿Gustarle? Esa idea le parecía casi absurda, pero algo en su interior le provocaba una pequeña risa de incredulidad.
— ¿Jun? ¿Gustarle? ¿Yo? — rió mientras sacudía su cabeza. — Tiene que tener muy mal gusto si es así, chico. Aunque debo admitir que tenía algo... especial. No sé si era como narraba sus sueños o solo ese aire de "me importa todo una mierda". El caso es que posiblemente no lo sepamos nunca.
El boxeador se encogió de hombros, fingiendo desinterés como si la conversación no le afectara, aunque en el fondo, las palabras de Byron Nikkei lo habían tocado más de lo que estaba dispuesto a admitir, y más después de como había terminado aquella conversación. Por suerte para él, la conversación no iba a salir de aquel recorrido, por suerte para Drake y los dientes de Byron.
Mientras continuaban caminando, las palabras sobre el barco resonaron en su cabeza. Había algo en esa idea, en ser el que construiría el barco de quien conquistaría el mundo, que despertaba algo en él. Era un pensamiento que encendía una chispa, aunque Drake aún no estaba listo para dejarla arder por completo. La piedra era bastante resistente al fuego.
— Un barco no se hace de la noche a la mañana, y menos uno de los que podría hacer yo... Pero, tal vez haya algo en eso del destino...
Drake Longspan dejó la frase colgando en el aire, como si se permitiera, por un breve instante, creer en algo más allá de lo tangible, en los sueños de la gente, en los suyos. Había pasado tanto tiempo desde que se pudo permitir algo así... Quizás desde antes de...
Aquel muchacho se encontraba acariciando la figura de Suzaku en el interior de su bolsillo cuando notó que Byron le seguía empujando. Inamovible, solo reaccionó cuando escuchó la palabra "Bento" de la boca de aquel pirata, dejando de lado la resistencia. Sin mucho esfuerzo, le dio una palmada ligera en la espalda, lo suficientemente firme como para que aquel chico sintiera que ya no necesitaba empujar.
— ¿Más comida gratis? No suena mal. — Dijo con una sonrisa medio oculta, mientras sus pasos pesados resonaban en la calzada a los pies del Faro de Rostock. — Aunque debo decirte qué mis servicios valen mucho más que pescado y cerveza. Puede que necesite cuatro como mínimo.
Byron, por su parte, no dejaba de parlotear, con ese entusiasmo imparable que parecía brotar de cada palabra que pronunciaba. Y fue en medio de esa energía incesante que mencionó lo de las "especies raras", algo que provocó una carcajada genuina en el carpintero. Su risa fue más fuerte esta vez, un sonido que parecía llenar el aire a su alrededor.
— ¿Una especie rara? Rorohahaha — Drake negó con la cabeza mientras levantaba los brazos, era obvio. — No sé que te ha hecho pensar eso. ¿Mis cuatro codos quizá? No, no soy un gyojin ni un ángel caído de lo alto del Red Line, aunque eso sería algo interesante, ¿no?
Hizo una pausa, observando sus propios brazos, tan largos y duros como siempre. Fruto de la carpintería y el entrenamiento-
— Solo soy un tipo con los brazos largos. Los de mi tribu somos raros de ver por aquí, en el East Blue. Seguimos siendo humanos, pero te aseguro que estos brazos sirven para algo más que construir y alcanzar cosas de estanterías, renacuajo.
El viento nocturno acariciaba su rostro, trayendo consigo el aroma salino del mar. Las olas rompían suavemente en la distancia, y Drake Longspan se encontró disfrutando de ese breve momento de paz, algo que no esperaba sentir en una jornada como aquella, y menos tras como había terminado todo. Quizás era la conversación, o tal vez era simplemente la presencia de aquel truhan, con su energía chispeante y su capacidad para encender una llama incluso en los rincones más apagados. A lo mejor Drake solo necesitaba eso: Alguien con quien hablar, que le recordase constantemente, que habían motivos para soñar.
Con un gesto relajado, Drake siguió caminando junto a él, dejando que el silencio entre ellos fuera cómodo por un momento, antes de añadir:
— No confundas mis intenciones. — Dijo finalmente, mirándolo de reojo. — Aún no te he dado un sí. Pero me gusta lo que estás vendiendo. Quizás, si conseguimos reunir a gente con más neuronas que nosotros, puedas convencerme.
Los ojos rubíes del grandullón nacido en el País de Kano volvieron al brillo que habían perdido la noche anterior, con una sonrisa traviesa, la que apenas dejaba ver lo que realmente pensaba, pero que dejaba claro que, aunque seguía siendo la misma persona, algo en él comenzaba a cambiar.
Un nuevo amanecer.
Ahora tenía algo más que salvaguardar.
La noche los envolvía lentamente, y mientras el mar proyectaba sus últimos coletazos de luz natural en el horizonte, Drake Longspan no pudo evitar sentir que, tal vez, se había convertido en un guardián de algo más que su vida.
Drake Longspan dejó escapar una risa grave, un sonido profundo que reverberó en su pecho. Mientras aquel Solarian seguía empujándolo, podía sentir la energía inagotable del chico como si fuera una llama incontrolable, chisporroteando y soltando chispas a su alrededor. Era innegable que su entusiasmo era contagioso, aunque también algo agotador, especialmente cuando la mitad de sus conversaciones giraban en torno a la absoluta libertad y la otra mitad al sexo femenino.
Pero le caía bien. Le gustaba seguir su juego. Parecía ese tipo de persona que nunca dejaba una burla sin responder, lo cuál solo le daba juego al carpintero para su disfrute personal.
— ¿Gigante sin sesos? — repitió Drake, mirando por encima del pelo a Byron Nikkei con una sonrisa torcida. — Tal vez tengas razón, pero prefiero ser un gigante sin sesos que un flacucho con delirios de grandeza. Futuro rey del mundo. — Entonó con su voz cargada de un tono burlón, aunque no carente de afecto. Era un insulto, sin duda, pero no emanaba maldad.
A medida que caminaban, las palabras de Byron sobre aquella extraña chica hicieron que Drake elevase la comisura de sus labios de manera disimulada. ¿Gustarle? Esa idea le parecía casi absurda, pero algo en su interior le provocaba una pequeña risa de incredulidad.
— ¿Jun? ¿Gustarle? ¿Yo? — rió mientras sacudía su cabeza. — Tiene que tener muy mal gusto si es así, chico. Aunque debo admitir que tenía algo... especial. No sé si era como narraba sus sueños o solo ese aire de "me importa todo una mierda". El caso es que posiblemente no lo sepamos nunca.
El boxeador se encogió de hombros, fingiendo desinterés como si la conversación no le afectara, aunque en el fondo, las palabras de Byron Nikkei lo habían tocado más de lo que estaba dispuesto a admitir, y más después de como había terminado aquella conversación. Por suerte para él, la conversación no iba a salir de aquel recorrido, por suerte para Drake y los dientes de Byron.
Mientras continuaban caminando, las palabras sobre el barco resonaron en su cabeza. Había algo en esa idea, en ser el que construiría el barco de quien conquistaría el mundo, que despertaba algo en él. Era un pensamiento que encendía una chispa, aunque Drake aún no estaba listo para dejarla arder por completo. La piedra era bastante resistente al fuego.
— Un barco no se hace de la noche a la mañana, y menos uno de los que podría hacer yo... Pero, tal vez haya algo en eso del destino...
Drake Longspan dejó la frase colgando en el aire, como si se permitiera, por un breve instante, creer en algo más allá de lo tangible, en los sueños de la gente, en los suyos. Había pasado tanto tiempo desde que se pudo permitir algo así... Quizás desde antes de...
Aquel muchacho se encontraba acariciando la figura de Suzaku en el interior de su bolsillo cuando notó que Byron le seguía empujando. Inamovible, solo reaccionó cuando escuchó la palabra "Bento" de la boca de aquel pirata, dejando de lado la resistencia. Sin mucho esfuerzo, le dio una palmada ligera en la espalda, lo suficientemente firme como para que aquel chico sintiera que ya no necesitaba empujar.
— ¿Más comida gratis? No suena mal. — Dijo con una sonrisa medio oculta, mientras sus pasos pesados resonaban en la calzada a los pies del Faro de Rostock. — Aunque debo decirte qué mis servicios valen mucho más que pescado y cerveza. Puede que necesite cuatro como mínimo.
Byron, por su parte, no dejaba de parlotear, con ese entusiasmo imparable que parecía brotar de cada palabra que pronunciaba. Y fue en medio de esa energía incesante que mencionó lo de las "especies raras", algo que provocó una carcajada genuina en el carpintero. Su risa fue más fuerte esta vez, un sonido que parecía llenar el aire a su alrededor.
— ¿Una especie rara? Rorohahaha — Drake negó con la cabeza mientras levantaba los brazos, era obvio. — No sé que te ha hecho pensar eso. ¿Mis cuatro codos quizá? No, no soy un gyojin ni un ángel caído de lo alto del Red Line, aunque eso sería algo interesante, ¿no?
Hizo una pausa, observando sus propios brazos, tan largos y duros como siempre. Fruto de la carpintería y el entrenamiento-
— Solo soy un tipo con los brazos largos. Los de mi tribu somos raros de ver por aquí, en el East Blue. Seguimos siendo humanos, pero te aseguro que estos brazos sirven para algo más que construir y alcanzar cosas de estanterías, renacuajo.
El viento nocturno acariciaba su rostro, trayendo consigo el aroma salino del mar. Las olas rompían suavemente en la distancia, y Drake Longspan se encontró disfrutando de ese breve momento de paz, algo que no esperaba sentir en una jornada como aquella, y menos tras como había terminado todo. Quizás era la conversación, o tal vez era simplemente la presencia de aquel truhan, con su energía chispeante y su capacidad para encender una llama incluso en los rincones más apagados. A lo mejor Drake solo necesitaba eso: Alguien con quien hablar, que le recordase constantemente, que habían motivos para soñar.
Con un gesto relajado, Drake siguió caminando junto a él, dejando que el silencio entre ellos fuera cómodo por un momento, antes de añadir:
— No confundas mis intenciones. — Dijo finalmente, mirándolo de reojo. — Aún no te he dado un sí. Pero me gusta lo que estás vendiendo. Quizás, si conseguimos reunir a gente con más neuronas que nosotros, puedas convencerme.
Los ojos rubíes del grandullón nacido en el País de Kano volvieron al brillo que habían perdido la noche anterior, con una sonrisa traviesa, la que apenas dejaba ver lo que realmente pensaba, pero que dejaba claro que, aunque seguía siendo la misma persona, algo en él comenzaba a cambiar.
Un nuevo amanecer.
Ahora tenía algo más que salvaguardar.
La noche los envolvía lentamente, y mientras el mar proyectaba sus últimos coletazos de luz natural en el horizonte, Drake Longspan no pudo evitar sentir que, tal vez, se había convertido en un guardián de algo más que su vida.