Hay rumores sobre…
... una plaga de ratas infectadas por un extraño virus en el Refugio de Goat.
[Aventura] [A - T3] Quien a hiero mata, a hierro muere.
Atlas
Nowhere | Fénix
Debe ser ahí, ¿no? Sí, no hay duda. En la información que has ido recopilando se hacía mención a ese gran monstruo de acero que no para de vomitar humo hacia el cielo, así como a los elementos metálicos que, como agujas, amenazan con atravesar las nubes sin llegar a alcanzarlas. Semejante obra de ingeniería debe haber sido concebida por un genio. Ya en el pueblo de Rostock se comentaba hacía unos días que un misterioso y colosal barco parecía haber arrojado las anclas en el extremo norte de la isla, pero el tamaño del mismo seguramente se salga de los esquemas de cualquier embarcación que hayas visto antes.

Efectivamente, ahora que lo puedes ver —aunque aún sea desde la distancia— te queda claro que cualquier rumor se queda corto. Con una altura suficiente como para que pasarelas metálicas de unos veinticinco metros de largo permitan desembarcar en la zona de los acantilados, el navío se eleva sobre los mismos como un gigante sobre un muro de hormigón. Hasta tres gruesas chimeneas se alzan hacia los cielos, vomitando sin cesar un denso y sucio humo negro que, difuminándose conforme asciende pero sin llegar a desaparecer, dota a la zona de cierto aire tenebroso. Los rayos de luz chocan contra los desechos suspendidos en el aire, arrebatando claridad al día en la zona norte de isla Kilombo.

Al mismo tiempo, al menos media docena de grúas se erguen en perfecta alineación en el centro del navío. A poco que observes la embarcación durante cinco minutos comprobarás que no dejan de moverse. Algunas con pinzas y otras con grandes imanes, alzan elementos metálicos desparramados por la superficie del barco y los van distribuyendo en diferentes zonas o, por el contrario, los arrojan a algún lugar que desde la distancia no consigues distinguir. No parece que en estos momentos haya nadie transitando las pasarelas, por cierto, aunque aún debes encontrarte aproximadamente a un kilómetro y medio del navío. Más allá del mismo, a una distancia que seguramente sea difícil de precisar por la lejanía y por el modo en que la contaminación difumina el paisaje y distorsiona las perspectivas, puede intuirse la silueta del faro, centinela de los acantilados de Isla Kilombo.

Supongamos —y permíteme la licencia, si no es molestia— que decides aproximarte con cautela, poco a poco y oculta o semioculta entre maleza y ramajes, al barco que parece casar con la descripción de ese tesoro al que conduce la página que tienes contigo. Cuando hayas recorrido la mitad de la distancia que te separa del barco, descubrirás en un pequeño claro que, al parecer, no eres la única persona que en las últimas horas ha tenido la idea de ir a husmear un poco.

Con la espalda apoyada en el tronco de un árbol, respirando lentamente y con una nada desdeñable cantidad de sangre a su alrededor, una mujer que debe rondar la cincuentena, de pelo castaño salpicado de canas y porte atlético, se debate entre la vida y la muerte. Bueno, eso no lo sabemos aún... Pero creo que ha conocido tiempos mejores.

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[A - T3] Quien a hiero mata, a hierro muere. - por Atlas - 07-09-2024, 10:59 AM

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