Lance Turner
Shirogami
07-09-2024, 01:28 PM
(Última modificación: 07-09-2024, 01:36 PM por Lance Turner.)
Mi corazón pegó un pequeño vuelco al ver el comportamiento de los perros, quienes se habían detenido en silencio mirando todos hacia sus 11 menos cuarto. Esto sólo podía significar una cosa, y es que alguien acababa de llegar. Formaba parte del adiestramiento que habían recibido desde cachorros, y aunque me costó un poco educarlos, ya que al comienzo se lanzaban en manada para ver al nuevo invitado de la isla, hoy día saben limitarse a mirar en silencio, para después coger posición en la entrada del cuartel esperando mis instrucciones.
Bastó un ligero gesto con la mano para que se relajasen, e incluso el más pequeño de ellos, todavía sin terminar su adiestramiento, se relajó de más viniendo hacia mí con la inocente intención de ser acariciado. No puedo negar la ternura que me provoca verle así, siendo inevitable que terminase agachándome para darle cariño.
- Bueno, parece que hoy vamos a tener de vuelta a un antiguo visitante… - Le dije amistosamente al pequeño. – Parece que ha vuelto, exactamente un mes después.
Aún me faltaba confirmar que realmente era él, pero la coincidencia era mucha como para pensar que no. Justo hoy hacía un mes desde que le dije que viniese pasado dicho mes. Y justo hoy, aquí estaba, puntual como un buen soldado. Sin embargo, aún faltaba confirmar que se trataba de él.
Di indicaciones a los perros para que aguardasen en sus posiciones dentro del cuartel, y entré en la vieja casa del viejo Ronney. Los recuerdos de cada habitante de aquel lugar me invadían siempre que pasaba por sus casas, pero no podía permitir que estos me refrenaban cuando alguien acababa de llegar a la isla.
Cogí una botella que había dejado días atrás en la mesa de dicha casa, y levanté la alfombra de la sala principal, levantando con ella cantidades ingentes de polvo y tierra. Bajo la alfombra, ahí estaba, la entrada al sótano.
La mayoría de estos hogares disponen de un sótano desde mucho antes de mi propio nacimiento, pero tras aquel fatídico día, decidí conectarlos entre sí para poder moverme en la isla activando diferentes trampas en distintos puntos. Fue una tarea titánica, pero sin duda, mereció la pena cada segundo que invertí en ella. Si había resistido tanto tiempo aquí sin ser descubierto, era en buena medida por los túneles.
Viajé bajo tierra justo hacia el punto más cercano a la costa noroeste, donde los perros habían detectado cierta actividad anteriormente. No me llevó más de 10 minutos caminando a paso ligero, tiempo más que suficiente para sorprenderlo por la espalda. Esto era previendo que el joven marine, o el nuevo visitante, estaría invirtiendo sus primeros minutos en asegurar que su barco estuviese seguro de las mareas.
Una vez que llegué al límite noroeste de los túneles, subí con sumo cuidado para no ser escuchado, asomándome por la salida poco a poco, para evitar ser descubierto si alguien se encontraba cerca. Al comprobar que era seguro, procedí a moverme fuera de la que una vez fue la casa de Elizabeth, mirando con sumo cuidado el entorno. Buscaba encontrar algún rastro que indicase si había pasado o no por aquí el nuevo visitante. En cada entrada de la isla siempre dejaba ceniza blanca, que contrastaba con el resto del suelo. Gracias a ello, dar con posibles huellas de los nuevos visitantes era más fácil, y efectivamente, así fue. Observándolas, pude deducir que sin duda, el visitante iba sólo y acababa de pasar por aquí.
Observé a ambos lados por seguridad, no fuese a haber otro visitante más atrasado, y tras comprobarlo alcancé a ver de lejos al joven marine de la otra vez al fondo de la calle. Siendo sincero, no pude evitar tener una sonrisa en mi rostro al comprobar que realmente había venido. Era extraño, pero sentía que por fin alguien había vuelto a confiar en mí, o que me tenía en estima, tras tanto tiempo sin ser así. Extrañaba este tipo de sentimientos.
Siguiendo dichos pasos del joven visitante, aceleré el paso para recortar distancia, y a poco más de diez metros de él, carraspee un poco para que me escuchase.
- Primera prueba superada, chico. – Le dije forzándome a tener un tono austero a modo de darle una bienvenida seca. - Has demostrado ser alguien de palabra volviendo sólo justo en la fecha indicada...
Tras dicha intervención, saqué un puro que guardaba en mi bolsillo para este día, y lo encendí en mi boca, sin cambiar mi semblante serio. Me lo había ganado sin duda, y esta era además, una ocasión especial. Se podría decir que lo raro sería no haber bebido en un momento como este, de celebración.
Bastó un ligero gesto con la mano para que se relajasen, e incluso el más pequeño de ellos, todavía sin terminar su adiestramiento, se relajó de más viniendo hacia mí con la inocente intención de ser acariciado. No puedo negar la ternura que me provoca verle así, siendo inevitable que terminase agachándome para darle cariño.
- Bueno, parece que hoy vamos a tener de vuelta a un antiguo visitante… - Le dije amistosamente al pequeño. – Parece que ha vuelto, exactamente un mes después.
Aún me faltaba confirmar que realmente era él, pero la coincidencia era mucha como para pensar que no. Justo hoy hacía un mes desde que le dije que viniese pasado dicho mes. Y justo hoy, aquí estaba, puntual como un buen soldado. Sin embargo, aún faltaba confirmar que se trataba de él.
Di indicaciones a los perros para que aguardasen en sus posiciones dentro del cuartel, y entré en la vieja casa del viejo Ronney. Los recuerdos de cada habitante de aquel lugar me invadían siempre que pasaba por sus casas, pero no podía permitir que estos me refrenaban cuando alguien acababa de llegar a la isla.
Cogí una botella que había dejado días atrás en la mesa de dicha casa, y levanté la alfombra de la sala principal, levantando con ella cantidades ingentes de polvo y tierra. Bajo la alfombra, ahí estaba, la entrada al sótano.
La mayoría de estos hogares disponen de un sótano desde mucho antes de mi propio nacimiento, pero tras aquel fatídico día, decidí conectarlos entre sí para poder moverme en la isla activando diferentes trampas en distintos puntos. Fue una tarea titánica, pero sin duda, mereció la pena cada segundo que invertí en ella. Si había resistido tanto tiempo aquí sin ser descubierto, era en buena medida por los túneles.
Viajé bajo tierra justo hacia el punto más cercano a la costa noroeste, donde los perros habían detectado cierta actividad anteriormente. No me llevó más de 10 minutos caminando a paso ligero, tiempo más que suficiente para sorprenderlo por la espalda. Esto era previendo que el joven marine, o el nuevo visitante, estaría invirtiendo sus primeros minutos en asegurar que su barco estuviese seguro de las mareas.
Una vez que llegué al límite noroeste de los túneles, subí con sumo cuidado para no ser escuchado, asomándome por la salida poco a poco, para evitar ser descubierto si alguien se encontraba cerca. Al comprobar que era seguro, procedí a moverme fuera de la que una vez fue la casa de Elizabeth, mirando con sumo cuidado el entorno. Buscaba encontrar algún rastro que indicase si había pasado o no por aquí el nuevo visitante. En cada entrada de la isla siempre dejaba ceniza blanca, que contrastaba con el resto del suelo. Gracias a ello, dar con posibles huellas de los nuevos visitantes era más fácil, y efectivamente, así fue. Observándolas, pude deducir que sin duda, el visitante iba sólo y acababa de pasar por aquí.
Observé a ambos lados por seguridad, no fuese a haber otro visitante más atrasado, y tras comprobarlo alcancé a ver de lejos al joven marine de la otra vez al fondo de la calle. Siendo sincero, no pude evitar tener una sonrisa en mi rostro al comprobar que realmente había venido. Era extraño, pero sentía que por fin alguien había vuelto a confiar en mí, o que me tenía en estima, tras tanto tiempo sin ser así. Extrañaba este tipo de sentimientos.
Siguiendo dichos pasos del joven visitante, aceleré el paso para recortar distancia, y a poco más de diez metros de él, carraspee un poco para que me escuchase.
- Primera prueba superada, chico. – Le dije forzándome a tener un tono austero a modo de darle una bienvenida seca. - Has demostrado ser alguien de palabra volviendo sólo justo en la fecha indicada...
Tras dicha intervención, saqué un puro que guardaba en mi bolsillo para este día, y lo encendí en mi boca, sin cambiar mi semblante serio. Me lo había ganado sin duda, y esta era además, una ocasión especial. Se podría decir que lo raro sería no haber bebido en un momento como este, de celebración.