30 de Otoño 723
Otoño, el muy agradable Otoño, dónde las hojas de ponen marrón y caen, llueve mucho y hace un clima bastante fresco (y para algunos hasta frío como en el caso de Yoshiro) gracias a que el invierno se acerca lentamente. Y hablando del invierno, este clima termina siendo un problema para muchos, poco alimento y mucha demanda de carbón para mantener esa chimenea a tope de combustible.
La cosa era que le hacía falta pescado en su congelador, sus clientes habituales le obligaron a venderles sus reservas y si quería continuar teniendo una buena dieta debía llenar de nuevo su congelador, tomó la vieja caña de pesca de su padre, un gran balde de metal y salió de casa a pescar en el muelle detrás de su hogar, tenía la ventaja de vivir muy cerca del mar sinceramente.
Y ante la costumbre, simplemente tomó asiento en su lugar favorito y de un movimiento de atrás y hacia adelante dejó que el sedal saliera volando con el cebo hasta hundirse en el mar en la espera que algo pícara.
Yoshiro era un joven que quería ser un gran hombre y un gran hombre debía hacer muchas tareas solo, desde ir de caza al bosque, pescar en el mar, cortar madera, en fin, ser fuerte en todo el sentido de la palabra y por eso había entrenado su cuerpo por años. El joven Hafugyo había logrado buenos resultados, aunque aún no llegaba a tener el físico que alguna vez tuvo su padre, estaba orgulloso por los resultados que ya poseía. Llevaba consigo un suéter cuello de tortuga azul marino para mantener alejado el frío, su bufanda roja con rayas negras de siempre que ocultaba sus branquias y para mantener su apariencia de leñador llevaba pantalón de jean y unas botas largas de color negro.
El día parecía ir bastante bien, la gente hacia sus cosas, el sol brillaba en lo alto, el oleaje estaba tranquilo y aun no nevaba, era solo cuestión de tiempo para que algo picara su anzuelo, algo o... ¿Alguien?
La cosa era que le hacía falta pescado en su congelador, sus clientes habituales le obligaron a venderles sus reservas y si quería continuar teniendo una buena dieta debía llenar de nuevo su congelador, tomó la vieja caña de pesca de su padre, un gran balde de metal y salió de casa a pescar en el muelle detrás de su hogar, tenía la ventaja de vivir muy cerca del mar sinceramente.
Y ante la costumbre, simplemente tomó asiento en su lugar favorito y de un movimiento de atrás y hacia adelante dejó que el sedal saliera volando con el cebo hasta hundirse en el mar en la espera que algo pícara.
Yoshiro era un joven que quería ser un gran hombre y un gran hombre debía hacer muchas tareas solo, desde ir de caza al bosque, pescar en el mar, cortar madera, en fin, ser fuerte en todo el sentido de la palabra y por eso había entrenado su cuerpo por años. El joven Hafugyo había logrado buenos resultados, aunque aún no llegaba a tener el físico que alguna vez tuvo su padre, estaba orgulloso por los resultados que ya poseía. Llevaba consigo un suéter cuello de tortuga azul marino para mantener alejado el frío, su bufanda roja con rayas negras de siempre que ocultaba sus branquias y para mantener su apariencia de leñador llevaba pantalón de jean y unas botas largas de color negro.
El día parecía ir bastante bien, la gente hacia sus cosas, el sol brillaba en lo alto, el oleaje estaba tranquilo y aun no nevaba, era solo cuestión de tiempo para que algo picara su anzuelo, algo o... ¿Alguien?