Ubben Sangrenegra
Loki
07-09-2024, 09:49 PM
El bribón de ojos dorados esbozó una sonrisa sutil al sentir la cercanía de Gavyn, cuando este se dejó llevar por el tirón que lo atraía hacia él, con la mano del moreno aferrada a su chaqueta. Había algo en la fluidez con la que el rubio Solarian se movía en este juego de poder y seducción que provocaba una leve fricción en la mente del moreno, una disonancia entre la atracción y el instinto de defensa, pero también despertaba en él una chispa de deseo innegable, ardiente, que lo impulsaba a seguir jugando. Las palabras de Gavyn, sobre su preferencia por el ajedrez y la comparación entre ambos juegos, provocaron una risa ligera en Ubben, un sonido que desprendía más diversión que burla. El rubio jugaba bien, pero él también tenía sus propios trucos, guardados, listos para desplegarse en el momento exacto.
—No te lo niego, soy de cartas...— respondió el peliblanco, su tono impregnado de coquetería y sarcasmo, una mezcla peligrosa que flotaba entre la provocación y el desafío —Pero eso no cambia nada; tú prevees y planeas los movimientos, yo sé contar las cartas y planeo cuándo jugarlas... La única diferencia es que siempre tengo varias cartas escondidas bajo las mangas, listas para jugarlas a mi favor cuando menos lo esperas.—
Mientras hablaba, sus ojos dorados brillaban con una intensidad hipnótica, reflejando la luz de la luna y dejando entrever una malicia que se deslizaba en su sonrisa. Había una tensión palpable en el aire, una mezcla de competencia y deseo que se manifestaba en cada gesto, en cada palabra. Este tira y afloja con el solarian sacaba a relucir el lado más agresivo de Ubben al coquetear; cada movimiento era una pieza más en el tablero, pero mientras Gavyn lo veía como un juego metódico, el peliblanco lo entendía como una partida donde siempre quedaba una carta secreta por jugar. —Y dime...— continuó el moreno, acercándose aún más, sus labios apenas a unos centímetros de los de Gavyn, hasta que sus respiraciones se mezclasen al respirar —¿Qué harás cuando juegue una de esas cartas que no esperas? Porque, querido, siempre hay más de lo que parece a simple vista.— La provocación estaba ahí, flotando en sus palabras como una promesa de lo que vendría.
Ubben ignoró deliberadamente el comentario de Gavyn sobre que más sabe el diablo por viejo que por diablo; no tenía interés en caer en esas trivialidades, no cuando el fuego entre ellos se intensificaba rápidamente. Ambos tenían mejores armas escondidas, y el peliblanco no pensaba ser el primero en desenfundarlas todas. El rubio lo siguió en el juego cuando le pidió un momento de honestidad, y mientras hablaba, el moreno observaba cada sutil reacción de Gavyn, cada ligero movimiento de su cuerpo. El rubio arqueaba su espalda, presionando sus cuerpos en una danza lenta pero cargada de electricidad, pelvis contra pelvis, un vaivén que parecía diseñado para torturar y provocar el deseo al límite de lo soportable. Sentía la respiración de Gavyn acelerarse, las caderas moverse al ritmo de las suyas en un baile lento y seductor que encendía cada fibra de su ser.
De repente, las manos de Gavyn subieron a su rostro, aferrándose a su cabello blanco con una voracidad que electrizó a Ubben, haciendo que su tricornio cayera al suelo. En lugar de apartarlo, el solarian profundizó el contacto, devorando sus labios con una intensidad feroz que sacudió al moreno hasta el núcleo. La cercanía seguía siendo casi insoportable, sus cuerpos aún alineados, las respiraciones agitadas, como si en cualquier momento este juego de poder pudiera desbordarse en un frenesí incontrolable. Pero cuando Ubben notó un ligero temblor en los labios de Gavyn, una pequeña vulnerabilidad oculta bajo la fachada del rubio, supo que era el momento perfecto para retomar el control. —No había terminado de hablar— murmuró con una sonrisa coqueta, sus ojos clavados en los de Gavyn, brillando con un destello peligroso de dominancia. Volvió a besarle, esta vez con más fuerza y voracidad, invadiendo su boca con una lengua exigente, hasta que el rubio quedó sin aliento. Solo entonces, retirándose apenas unos centímetros, Ubben añadió —Ahora sí, continúa.—
El rubio respiraba acelerado, su pulso latía bajo la mano del moreno que descansaba en su cuello, una clara señal de que las palabras del peliblanco habían logrado exactamente el efecto deseado. Cada insinuación, Era un desarme, que, poco a poco buscaba que Gavyn cediese a sus impulsos. Ubben sintió como el rubio apretaba su muñeca, sus dedos jugando de manera circular, una señal de su creciente frustración. Cuando Gavyn, con voz cargada de sarcasmo y altanería, mencionó que temía enfrentarse a él porque eran más parecidos de lo que creía, algo en los ojos dorados del peliblanco cambió. Sus pupilas se dilataron, y antes de que pudiera reaccionar, el solarian, en un movimiento ágil, cambió las tornas, volteando la situación para quedar sobre él, sujetando sus brazos contra el tejado.
El moreno no iba a darle la satisfacción de caer en su juego tan fácilmente. Escuchó con atención mientras Gavyn le acusaba de haberlo subestimado, manteniendo una expresión de aparente preocupación, como si realmente estuviera atrapado sin salida. Pero esto no era más que una máscara, una actuación para alimentar el ego del rubio, y el siguiente movimiento de Ubben demostraría que aún tenía el control. Con una mirada de depredador en los ojos, el peliblanco se impulsó con fuerza, flexionando las rodillas y utilizando sus talones como tracción en el tejado, utilizando el suave forro interno de su abrigo para deslizarse fuera del agarre de Gavyn con la misma agilidad que un felino. En un movimiento rápido, escapó entre las piernas del rubio, empujando con fuerza los muslos del solarian, para derribarlo boca abajo sobre el techo.
En cuestión de segundos, Ubben se trepó sobre el cuerpo de Gavyn, bloqueando sus piernas con las propias y recostándose sobre su espalda, cuidando de no dañar las alas del rubio. Rió deliberadamente, un sonido que resonó como una risa de villano disfrutando de su victoria, y entonces susurró con satisfacción —Y yo no habría comenzado un juego que no tuviera ganado desde el principio...— Presionó la cabeza de Gavyn contra el tejado mientras llevaba su boca hasta su cuello. —Revelaste tus puntos débiles, tu ego desbocado... y tu miedo inherente a que alguien llegue a conocerte...— Lamió el cuello del solarian con lentitud, antes de darle una mordida suave.
—Ninguna mesa se gana con todas las manos a favor, Gavyn... pero al final, mi pozo fue el único que no bajó.— añadió con una sonrisa satisfecha, haciendo referencia a las palabras previas del rubio sobre haber perdido. —Te lo dije, siempre tengo cartas bajo la manga.— Empujó su pelvis contra el trasero de Gavyn, frotándose con deseo mientras continuaba lamiendo su cuello. Finalmente, ofreció una tregua —Te propongo algo... vamos a la habitación, saciemos estas ganas de una vez, y luego te haré una oferta de trabajo que podría interesarte.— Ubben se levantó, liberando las piernas del rubio, esperando su respuesta.
—No te lo niego, soy de cartas...— respondió el peliblanco, su tono impregnado de coquetería y sarcasmo, una mezcla peligrosa que flotaba entre la provocación y el desafío —Pero eso no cambia nada; tú prevees y planeas los movimientos, yo sé contar las cartas y planeo cuándo jugarlas... La única diferencia es que siempre tengo varias cartas escondidas bajo las mangas, listas para jugarlas a mi favor cuando menos lo esperas.—
Mientras hablaba, sus ojos dorados brillaban con una intensidad hipnótica, reflejando la luz de la luna y dejando entrever una malicia que se deslizaba en su sonrisa. Había una tensión palpable en el aire, una mezcla de competencia y deseo que se manifestaba en cada gesto, en cada palabra. Este tira y afloja con el solarian sacaba a relucir el lado más agresivo de Ubben al coquetear; cada movimiento era una pieza más en el tablero, pero mientras Gavyn lo veía como un juego metódico, el peliblanco lo entendía como una partida donde siempre quedaba una carta secreta por jugar. —Y dime...— continuó el moreno, acercándose aún más, sus labios apenas a unos centímetros de los de Gavyn, hasta que sus respiraciones se mezclasen al respirar —¿Qué harás cuando juegue una de esas cartas que no esperas? Porque, querido, siempre hay más de lo que parece a simple vista.— La provocación estaba ahí, flotando en sus palabras como una promesa de lo que vendría.
Ubben ignoró deliberadamente el comentario de Gavyn sobre que más sabe el diablo por viejo que por diablo; no tenía interés en caer en esas trivialidades, no cuando el fuego entre ellos se intensificaba rápidamente. Ambos tenían mejores armas escondidas, y el peliblanco no pensaba ser el primero en desenfundarlas todas. El rubio lo siguió en el juego cuando le pidió un momento de honestidad, y mientras hablaba, el moreno observaba cada sutil reacción de Gavyn, cada ligero movimiento de su cuerpo. El rubio arqueaba su espalda, presionando sus cuerpos en una danza lenta pero cargada de electricidad, pelvis contra pelvis, un vaivén que parecía diseñado para torturar y provocar el deseo al límite de lo soportable. Sentía la respiración de Gavyn acelerarse, las caderas moverse al ritmo de las suyas en un baile lento y seductor que encendía cada fibra de su ser.
De repente, las manos de Gavyn subieron a su rostro, aferrándose a su cabello blanco con una voracidad que electrizó a Ubben, haciendo que su tricornio cayera al suelo. En lugar de apartarlo, el solarian profundizó el contacto, devorando sus labios con una intensidad feroz que sacudió al moreno hasta el núcleo. La cercanía seguía siendo casi insoportable, sus cuerpos aún alineados, las respiraciones agitadas, como si en cualquier momento este juego de poder pudiera desbordarse en un frenesí incontrolable. Pero cuando Ubben notó un ligero temblor en los labios de Gavyn, una pequeña vulnerabilidad oculta bajo la fachada del rubio, supo que era el momento perfecto para retomar el control. —No había terminado de hablar— murmuró con una sonrisa coqueta, sus ojos clavados en los de Gavyn, brillando con un destello peligroso de dominancia. Volvió a besarle, esta vez con más fuerza y voracidad, invadiendo su boca con una lengua exigente, hasta que el rubio quedó sin aliento. Solo entonces, retirándose apenas unos centímetros, Ubben añadió —Ahora sí, continúa.—
El rubio respiraba acelerado, su pulso latía bajo la mano del moreno que descansaba en su cuello, una clara señal de que las palabras del peliblanco habían logrado exactamente el efecto deseado. Cada insinuación, Era un desarme, que, poco a poco buscaba que Gavyn cediese a sus impulsos. Ubben sintió como el rubio apretaba su muñeca, sus dedos jugando de manera circular, una señal de su creciente frustración. Cuando Gavyn, con voz cargada de sarcasmo y altanería, mencionó que temía enfrentarse a él porque eran más parecidos de lo que creía, algo en los ojos dorados del peliblanco cambió. Sus pupilas se dilataron, y antes de que pudiera reaccionar, el solarian, en un movimiento ágil, cambió las tornas, volteando la situación para quedar sobre él, sujetando sus brazos contra el tejado.
El moreno no iba a darle la satisfacción de caer en su juego tan fácilmente. Escuchó con atención mientras Gavyn le acusaba de haberlo subestimado, manteniendo una expresión de aparente preocupación, como si realmente estuviera atrapado sin salida. Pero esto no era más que una máscara, una actuación para alimentar el ego del rubio, y el siguiente movimiento de Ubben demostraría que aún tenía el control. Con una mirada de depredador en los ojos, el peliblanco se impulsó con fuerza, flexionando las rodillas y utilizando sus talones como tracción en el tejado, utilizando el suave forro interno de su abrigo para deslizarse fuera del agarre de Gavyn con la misma agilidad que un felino. En un movimiento rápido, escapó entre las piernas del rubio, empujando con fuerza los muslos del solarian, para derribarlo boca abajo sobre el techo.
En cuestión de segundos, Ubben se trepó sobre el cuerpo de Gavyn, bloqueando sus piernas con las propias y recostándose sobre su espalda, cuidando de no dañar las alas del rubio. Rió deliberadamente, un sonido que resonó como una risa de villano disfrutando de su victoria, y entonces susurró con satisfacción —Y yo no habría comenzado un juego que no tuviera ganado desde el principio...— Presionó la cabeza de Gavyn contra el tejado mientras llevaba su boca hasta su cuello. —Revelaste tus puntos débiles, tu ego desbocado... y tu miedo inherente a que alguien llegue a conocerte...— Lamió el cuello del solarian con lentitud, antes de darle una mordida suave.
—Ninguna mesa se gana con todas las manos a favor, Gavyn... pero al final, mi pozo fue el único que no bajó.— añadió con una sonrisa satisfecha, haciendo referencia a las palabras previas del rubio sobre haber perdido. —Te lo dije, siempre tengo cartas bajo la manga.— Empujó su pelvis contra el trasero de Gavyn, frotándose con deseo mientras continuaba lamiendo su cuello. Finalmente, ofreció una tregua —Te propongo algo... vamos a la habitación, saciemos estas ganas de una vez, y luego te haré una oferta de trabajo que podría interesarte.— Ubben se levantó, liberando las piernas del rubio, esperando su respuesta.