Atlas
Nowhere | Fénix
08-09-2024, 12:27 AM
—Si no hay más preguntas, ¡todo el mundo a trabajar! —exclama el capitán Olof para, acto seguido, obtener una sincronizada respuesta de sus subalternos en forma de saludo militar. No tardan en dispersarse y... ¿Cómo? ¿Que de qué estoy hablando? No me digas que no te acuerdas. Bueno, recapitulemos.
Ayer por la noche, ya bien entrada la madrugada, nada más y nada menos que el sargento Arganeo te mandó llamar para comentarte algo que no podía esperar. Según te dijo, el día siguiente —es decir, hoy—, llegaría un capitán de la Marina en plena misión de vital importancia, cuya investigación le había conducido hasta los últimos acontecimientos acaecidos en Isla Kilombo. ¿Cómo? ¿Que tampoco sabes a qué me refiero? Bueno, retrocedamos un poco más.
Desde hace unos diez días se han estado notificando desapariciones de habitantes de Rostock. Todas las desapariciones —o casi todas— tienen un patrón común: se han producido coincidiendo con estancias cerca del mar y las personas afectadas son todas mayores de noventa años. En ningún momento ha quedado pista alguna sobre ellas, siendo vistas por última vez antes de esos viajes a la zona costera. En el G-23 estaban comenzando a tomar medidas cuando llegó la noticia de que el capitán Olof se encargaría del operativo.
¿Ahora sí? Bueno, volvemos al ahora. Son apenas las ocho de la mañana, pero lleváis en planta desde las seis por orden expresa de vuestro superior —sí, en esta ocasión te han puesto directamente bajo las órdenes del capitán; además, por petición directa suya—. Se trata de un sujeto de aproximadamente dos metros veinte, con un grueso bigote rubio y mandíbula cuadrada. Su cuerpo atlético contrasta de forma bastante cómica con una cabellera larga y rubia que de forma natural forma tirabuzones al caer sobre sus hombros. Aun así, mantiene un rictus severo y comprometido en su rostro.
Al recibir la orden de dispersarse después de resumir la situación —lo que te he explicado antes, en definitiva—, los marines comienzan a distribuirse por la zona para buscar pistas o indicios que les lleven hasta su objetivo. Cabe señalar que un grupo bastante numeroso de civiles se ha reunido en torno a vosotros. La mayoría de ellos lucen expresiones de miedo y esperanza a partes iguales, lo que seguramente indique que son allegados de los desaparecidos. Entre todos ellos, mezclados con la multitud pero en cierto modo aislados, puedes atisbar a una pareja de gyojin calamares que se toman de los tentáculos y os miran con gesto suplicante. Curioso, ¿no?
De todos modos, al margen de la curiosa presencia de los habitantes del mar en un entorno eminentemente humano, en lo personal me llama la atención que nada más y nada menos que un capitán en persona haya viajado hasta Isla Kilombo para hacerse cargo de la situación. Yo quiero mucho a los abuelitos, no me malinterpretes, pero en principio nada hace pensar que no sea algo de lo que se pueda ocupar el G-23 sin recibir refuerzos. Pero no, sabes que la operación forma parte de algo más grande... Al menos eso te dijo el sargento, pero nadie te ha dado más explicaciones. ¿No huele un poco raro aquí?
Ayer por la noche, ya bien entrada la madrugada, nada más y nada menos que el sargento Arganeo te mandó llamar para comentarte algo que no podía esperar. Según te dijo, el día siguiente —es decir, hoy—, llegaría un capitán de la Marina en plena misión de vital importancia, cuya investigación le había conducido hasta los últimos acontecimientos acaecidos en Isla Kilombo. ¿Cómo? ¿Que tampoco sabes a qué me refiero? Bueno, retrocedamos un poco más.
Desde hace unos diez días se han estado notificando desapariciones de habitantes de Rostock. Todas las desapariciones —o casi todas— tienen un patrón común: se han producido coincidiendo con estancias cerca del mar y las personas afectadas son todas mayores de noventa años. En ningún momento ha quedado pista alguna sobre ellas, siendo vistas por última vez antes de esos viajes a la zona costera. En el G-23 estaban comenzando a tomar medidas cuando llegó la noticia de que el capitán Olof se encargaría del operativo.
¿Ahora sí? Bueno, volvemos al ahora. Son apenas las ocho de la mañana, pero lleváis en planta desde las seis por orden expresa de vuestro superior —sí, en esta ocasión te han puesto directamente bajo las órdenes del capitán; además, por petición directa suya—. Se trata de un sujeto de aproximadamente dos metros veinte, con un grueso bigote rubio y mandíbula cuadrada. Su cuerpo atlético contrasta de forma bastante cómica con una cabellera larga y rubia que de forma natural forma tirabuzones al caer sobre sus hombros. Aun así, mantiene un rictus severo y comprometido en su rostro.
Al recibir la orden de dispersarse después de resumir la situación —lo que te he explicado antes, en definitiva—, los marines comienzan a distribuirse por la zona para buscar pistas o indicios que les lleven hasta su objetivo. Cabe señalar que un grupo bastante numeroso de civiles se ha reunido en torno a vosotros. La mayoría de ellos lucen expresiones de miedo y esperanza a partes iguales, lo que seguramente indique que son allegados de los desaparecidos. Entre todos ellos, mezclados con la multitud pero en cierto modo aislados, puedes atisbar a una pareja de gyojin calamares que se toman de los tentáculos y os miran con gesto suplicante. Curioso, ¿no?
De todos modos, al margen de la curiosa presencia de los habitantes del mar en un entorno eminentemente humano, en lo personal me llama la atención que nada más y nada menos que un capitán en persona haya viajado hasta Isla Kilombo para hacerse cargo de la situación. Yo quiero mucho a los abuelitos, no me malinterpretes, pero en principio nada hace pensar que no sea algo de lo que se pueda ocupar el G-23 sin recibir refuerzos. Pero no, sabes que la operación forma parte de algo más grande... Al menos eso te dijo el sargento, pero nadie te ha dado más explicaciones. ¿No huele un poco raro aquí?