Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
[Aventura] [A - T3] Quien a hiero mata, a hierro muere.
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Personaje


Día 17 de Verano del año 724

Casi parecía haber sido obra del destino. La página de enciclopedia de fruta del diablo que le compró a aquella gyojin tan curiosa llevaba por escrito que en aquella isla se encontraba una de esas frutas tan peculiares, y en concreto, una potencialmente poderosa. Airgid obviamente no tenía ni idea de cuál se trataba, pero sabía que no podía dejar pasar aquella oportunidad. Ya tenía planes para abandonar pronto isla Kilombo, y no habría mejor forma de despedirse de la que era su isla natal que haciéndolo con una fruta del diablo nueva, por todo lo alto. Estuvo un par de días recopilando información hasta que todo parecía apuntar hacia aquel misterioso e imponente barco de acero que había echado anclas en la zona norte de Kilombo. Era un verdadero monstruo, increíblemente enorme, podía verse casi a kilómetros de distancia, con varias grúas a su alrededor, elementos metálicos que sobresalían de él hacia arriba y con tres grandes chimeneas que lanzaban un espeso humo oscuro, dando un toque tenebroso al ambiente. Airgid no podía evitar pensar en que le fliparía tener un barco como ese, o al menos poder conocer su ingeniería desde dentro.

Lo cierto es que parecía una misión un poco intimidante, sobre todo porque a Airgid le faltaba una pierna y se movía a base de saltitos. Cargada con su mochila, sus dos escopetas -cada una sobre un hombro-, su nudillera colocada en la mano izquierda y alguna que otra cosa más, decidió acercarse a la zona con cautela, tratando de no llamar mucho la atención. Por suerte era una mujer ágil, aunque pudiera no parecerlo. Ese era el resultado de llevar casi diez años acostumbrándote a moverse de esa forma, a llevar una vida de ese estilo. Al final adquirías soltura, sobre todo ella que centraba mucha parte de su entrenamiento físico justamente en aquella desventaja. Por otro lado, el sigilo no era su especialidad, la verdad, era una mujer ruidosa por lo general y a la que le gustaba ir siempre de frente, generando un poco de caos y diversión. Pero la misión se antojaba cuanto menos complicada, así que decidió que ya que era un asunto tan importante y esencial para el transcurso del resto de su vida, quizás debería intentar ser un poco más disimulada. De hecho, incluso se había vestido de negro para ver si así podía camuflarse un poco mejor. Pantalones atados a la cintura, estilo cargo, largos y anchos; un top ceñido de manga larga y una única bota, militar y del mismo color, con la puntera metálica. Hacía calor, pero eso a Airgid nunca le había afectado mucho, resistía bien las altas temperaturas desde siempre.

Tras caminar un rato, recorriendo ya lo que intuyó que sería más o menos la mitad del camino, apartó un poco la maleza hasta llegar sorprendentemente a un claro. No planeó parar en ningún momento, se moría de ganas por llegar a aquel barco, aunque no tenía ni idea de lo que le esperaría allí. La muerte, seguramente. No hombre, esperemos que no. El caso es que aunque no quería pararse allí... la visión de una mujer que se encontraba sangrando apoyada en el tronco de un árbol se hacía bastante difícil de ignorar. A ver, aún era pronto, no pasaría nada por pararse un momento para ayudarla, ¿verdad? Qué mal que no estuviera Asradi, ella era una médica bastante buena, seguro que podía hacer algo por aquella mujer. Pero Airgid... sabía hacer las curas mínimas, lo que tuvo que aprender sí o sí para que la pierna no se le infectara en el momento en el que se la amputaron. — ¡Hey! — Llamó su atención a la vez que dio unos cuantos saltos para acercarse a la desconocida. Finalmente llegó a colocarse frente a ella. — Tía, ¿estás bien? — Trató de no hablar muy alto, por si acaso. — ¿Qué... qué te ha pasao? — Joder, no tenía muy buena pinta, la verdad. Se mordió la lengua, un poco nerviosa por la impotencia. — Mierda, no tengo vendas encima... tengo esto, ¿te sirve? — Sacó de su mochila un botecito con ungüento. Sabía que era una medicina más pensada para las quemaduras, pero... quién sabe, quizás podía ayudarla con eso. Puede que Airgid fuera un poco pilla, un poco delincuente de vez en cuando, pero se preocupaba por la gente. Cuando se volvió a encontrar con Ragnheidr, herido por una bala, no dudó en prestarle toda la ayuda que tenía a su disposición, y eso que no le reconoció de primeras. Ni le hizo ningún tipo de pregunta. Estaba dispuesta a hacer lo mismo por aquella mujer. Por cierto, no pasó por alto lo atlético que parecía ser su físico. Eso ya le generaba bastante respeto, en el buen sentido.

Off

Inventario
#2


Mensajes en este tema
RE: [A - T3] Quien a hiero mata, a hierro muere. - por Airgid Vanaidiam - 08-09-2024, 03:11 AM

Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: 1 invitado(s)