¿Sabías que…?
... Eiichiro Oda empezó la serie con la idea de terminarla en 5 años, pero se dio cuenta de que en esos 5 años que la trama ni siquiera llegaba al 50%.
[Común] [C - Pasado] Un tango entre lágrimas en honor a la pereza
Masao Toduro
El niño de los lloros
Poco a poco parecía que Atlas pillaba un poco el ritmo, un poco en su línea primero en un primer intento algo dubitativo y poco a poco con algo más de confianza y con cierta noción del ritmo, tal vez tocará las palmas mucho peor que el crío manco del barrio, “El Cerves”, uno de los poco niños que sabía leer y escribir de toda la barriada.

Que no picha, escucha el ritmo, ¡TRA, TRA, TRA!— le corrigio con ganas.


Entre corrección y corrección, no me percate de que el silencio y luego el murmullo se habían espolvoreado por todo el tablado como la pólvora. No fue hasta que el rubio me hizo un gesto con la cabeza que me percate de que la mujer, la bailaora, me estaba haciendo un gesto con la mano.

No te puedo dar mi número, niña, ¡Ando de servicio! le contestó malinterpretando el gesto, no fue hasta que la mujer tiro de él que finalmente se dejó arrastrar al escenario, apurado ya no solo por el escenario y el público, sino por el hecho de que algún superior fuera de servicio pudiera estar viendo aquello, que no terminaba de ser lo correcto Dos días en puerto y ya he vuelto a ligar, como con la chica de las naranjas  pensó para sí antes de apurar su vaso y terminar de ser arrastrado, como una barca a la deriva Disculpe capitana con apellido de botella de vino caro, no tengo culpa de ser tan guapo finalizó sus pensamientos mientras encaraba a la bailadora.

Y es que un baile era como un duelo al amanecer, yo elegí mi postura mientras que la mujer de los lunares escogió la suya, como dos pistoleros nos quedamos parados, en una pose dramática, sosteniéndonos la mirada como dos pistoleros que acaban de salir de la cantina y mano a la cintura esperaban la señal para desenfundar. No fue hasta que un pequeño raspeo del guitarrista que cambie de postura, los primeros compases eran lentos, con mucha figura, un duelo donde no podía competir con el verdadero arte de una artista como “la niña”, los dos fuimos bailando un alrededor del otro, entrecruzándonos. La mujer me adulaba y casi me conducía de un lado a otro del tablazo como si aquello fuera una plaza donde ella era el torero y yo el toro.

No fue hasta que la pieza comenzó a pillar más ritmo, el ritmo de la caja, las castañuelas y la palmas a resonar que comenzó a palpar y sentirse cómodo, toda su esencia del sur, toda su sangre gitana en ebullición por un sentimiento y un fervor solo comparable por el amor a su virgen, a su barrio y a sus hermanos.

Había vuelto a perder el control, con la camisa abierta que dejaba entrever el cuerpo sudoroso de joven de un aguerrido marine al que ya poco importaba el parte que pudiera recibir su sargento, la operación no había hecho otra cosa que comenzar.
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RE: [C - Pasado] Un tango entre lágrimas en honor a la pereza - por Masao Toduro - 08-09-2024, 05:45 PM

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