Hay rumores sobre…
... que existe un circuito termal en las Islas Gecko. Aunque también se dice que no es para todos los bolsillos.
[Pasado] Cuestión de ego
Terence Blackmore
Enigma del East Blue
El sonido del humo burbujeando en el agua se convirtió en el trasfondo de aquella conversación. Cada inhalación de la pipa producía un leve siseo, seguido de la tenue danza del humo escapando entre nuestros labios. Era una coreografía en la que ambos participantes parecíamos estar en sintonía, sincronizados por el silencio de la noche y la discreción que ofrecían las sombras que nos envolvían.

El joven frente a mí, de nombre Byron, aunque no lo había revelado abiertamente, tenía el aura característica de aquellos que estaban destinados a grandes cosas, o al menos, así se veían a sí mismos. Sus gestos, la seguridad con la que agarraba la manguera de la pipa y la despreocupación con la que se hundía en su asiento, todo en él gritaba una confianza desbordante, una que en parte me recordaba a mi juventud. Pero había algo más en él, algo que resonaba con la misma disonancia que una cuerda mal afinada en una orquesta de cuerdas bien dispuestas: la inconsciencia. Inconsciencia no solo de los peligros del mundo, sino también de los propios límites, de la fina línea que separa la grandeza del abismo.

Con la mirada fija en las brasas del carbón, dejé que mis pensamientos vagaran un instante antes de responder. La historia que Byron relataba, esa pequeña fábula sobre el ángel caído y elevado nuevamente, era un eco de las mismas narrativas que todos los jóvenes ambiciosos se cuentan a sí mismos para justificar su inevitable ascenso. Y aunque sus palabras resonaban con convicción, no pude evitar percibir en ellas una nota de ingenuidad. No es que no creyera en el destino, o en la posibilidad de que algunos estuvieran marcados para la grandeza, pero la vida me había enseñado que la grandeza no es algo que simplemente cae en las manos de aquellos que se creen destinados a ella. Es un fruto que se debe cultivar con astucia, manipulación, y a veces, una pizca de crueldad.

Tu historia es interesante— respondí tras una pausa calculada, permitiendo que el silencio se asentara entre nosotros antes de romperlo —Es una fábula que se ha repetido en innumerables versiones a lo largo del tiempo. El ángel caído que, contra todo pronóstico, se eleva nuevamente. El héroe que, tras su caída, encuentra su verdadero poder. Es una narrativa atractiva, sin duda. Pero realmente, suena a una leve impresión de tus expectativas contra el mundo. — comenté con frialdad y casi alevosía.
Hice una pausa para inhalar de la pipa, dejando que el sabor afrutado del tabaco llenara mis pulmones y diera tiempo a mis palabras para calar en él. Mientras exhalaba, el humo se enroscó en pequeñas espirales antes de desvanecerse en el aire.

Hablas de estar por encima de los que te rodean, de un destino que te ha colocado en un escalón superior. Es una idea poderosa, pero también peligrosa. El poder, Byron, no es un don que simplemente se nos otorga. Es una herramienta que se forja con astucia y se maneja con precisión. Y aquellos que se creen superiores solo porque el destino les ha susurrado al oído, suelen encontrarse a merced de aquellos que entienden cómo funciona realmente el juego. — comenté con cierto esmero en la explicación.

Mis palabras, aunque pronunciadas con suavidad, llevaban consigo la severidad de las lecciones que el tiempo me había enseñado. Veía en Byron ese mismo fuego que una vez había ardido en mí, un fuego que consumía sin discriminar entre lo que debía quemarse y lo que debía preservarse. Y aunque podía admirar su ambición, también sabía que el fuego, sin control, solo conducía a la destrucción estúpida. Lo había visto en innumerables personas que habían caído bajo el yugo de la familia con intereses así de pasionales.

Pero no malinterpretes mis palabras— continué, adoptando un tono más conciliador —No estoy aquí para desalentar tu ambición. De hecho, es esa ambición la que te ha traído hasta aquí, y eso, en sí mismo, ya es un logro. Pero el mundo en el que estás entrando, ese mundo de sombras y susurros, no se rige por las mismas reglas que conoces. Aquí, la confianza ciega en el destino puede ser tu perdición, y aquellos que subestimas hoy pueden ser los que controlen tu destino mañana. — proferí de una última exhalación.

Pasé la manguera de la pipa de vuelta a Byron, dándole tiempo para absorber lo que había dicho. Había aprendido, a lo largo de los años, que las lecciones más valiosas no eran las que se daban de forma directa, sino aquellas que se dejaban insinuar, que se permitían madurar en la mente del interlocutor hasta que este llegaba a sus propias conclusiones. Y en ese sentido, Byron parecía ser un buen estudiante, aunque su orgullo y su juventud pudieran nublar su juicio por momentos.

Dime, Byron— le pregunté finalmente, rompiendo el silencio que se había asentado nuevamente entre nosotros — ¿Qué es lo que realmente deseas? No me refiero a esas fantasías de grandeza que todos llevamos dentro. No me hables de poder o riqueza, ni siquiera de control sobre el mundo de las sombras. Quiero saber qué es lo que realmente impulsa tus pasos, qué es lo que te mantiene despierto en las noches en las que el silencio se vuelve ensordecedor. Porque solo cuando entiendes verdaderamente lo que deseas, puedes comenzar a trazar un camino hacia ello. — finalicé con cierto ocio. Era un interesante conversador y su historia me llamaba muchísimo la atención. Estaba claro cuál era el ángel de dicha historia. ¿Sería este uno de aquellos habitantes de los cielos? Otrora, yo traficaba con ellos, pero no parecía haber rastro alguno de las pequeñas alas vestigiales de los Skypianos, o de las orgullosas alas de los Lunarian. ¿Qué sería?

Mientras esperaba su respuesta, me recosté en mi asiento, observando cómo el humo seguía danzando en el aire. Había conocido a muchos como Byron a lo largo de mi vida, jóvenes llenos de promesas y ambiciones, pero pocos habían logrado canalizar ese fuego en algo verdaderamente duradero. La mayoría se había consumido demasiado rápido, víctimas de su propia impaciencia o de las trampas que el destino les había tendido. 

Hay una última cosa que debes entender sobre el poder, Byron— añadí después de un momento, con la voz más baja, casi como un susurro —El poder no es solo la capacidad de dominar a los demás o de moldear el mundo a tu voluntad. El verdadero poder reside en la capacidad de conocer tus propias limitaciones, de consolidarlo y de mantenerlo— finalicé con una sonrisa pícara, mientras le seguía tomando el contacto.

La shisha seguía entre nosotros, su presencia imponente, casi ceremonial, parecía marcar el ritmo de nuestra conversación. Cada inhalación y exhalación era un recordatorio de la temporalidad de todo, del humo que se disipa, de los momentos fugaces que nos definen. En aquella pequeña esquina de Rostock, lejos de la luz, éramos dos almas tejiendo un delicado juego de palabras y silencios, cada uno intentando descifrar al otro mientras el mundo seguía girando, ajeno a nuestras ambiciones y deseos.

Esperé pacientemente a que Byron encontrara su respuesta, sabiendo que el tiempo, en este tipo de intercambios, era tan valioso como las palabras. La paciencia era una de las armas más poderosas en este juego, y aunque él aún no lo comprendiera del todo, estaba seguro de que lo aprendería pronto. Después de todo, el destino no solo favorece a los ambiciosos, sino también a los que saben cuándo esperar y cuándo actuar.

¿Sería aquel hombre un futuro aliado, o quizá su sinfonía estaba cercana a acabar?
#6


Mensajes en este tema
[Pasado] Cuestión de ego - por Byron - 28-08-2024, 10:25 PM
RE: [Pasado] Cuestión de ego - por Byron - 30-08-2024, 12:10 AM
RE: [Pasado] Cuestión de ego - por Byron - 31-08-2024, 04:03 PM
RE: [Pasado] Cuestión de ego - por Terence Blackmore - 08-09-2024, 07:04 PM

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