Atlas
Nowhere | Fénix
08-09-2024, 08:50 PM
(Última modificación: 31-10-2024, 01:20 AM por Atlas.
Razón: Editado para ajustar fecha a cronología
)
Día 23 de Verano del 724
La voz de Shawn aún resonaba en mi cabeza, aunque hacía al menos quince minutos que su discurso informativo había llegado a su fin. La situación era bastante irregular, puesto que todos los que nos encontrábamos en aquel buque de la Marina habíamos embarcado con prisa y escaso tiempo para prepararnos. Tomé el papel que el oficial nos había dado al concluir su explicación, el cual había arrugado y guardado en un bolsillo. Miré las letras sin verlas, sin leer qué decían, porque las palabras de mi superior aún resonaban en mis oídos. El muy condenado de Shawn se las había ingeniado para ascender al mismo tiempo que nosotros, de forma que siempre se mantenía un par de escalafones por encima y, por tanto, en disposición de continuar dándonos órdenes y persiguiéndonos a su manera. Yo era el único del escuadrón que habían asignado a aquella misión al encontrarse los demás destinados en otros puntos de la geografía del East Blue. En consecuencia, el calvo estaba especialmente atento a mí y, por tanto, había decididi subirme al punto más alto de la vela mayor, donde no me viese con facilidad.
Me había pensado seriamente intentar escaquearme de aquella misión, pero algunos datos de la misma habían pesado más que cualquier pereza o desidia; ambas actitudes muy propias de mí. Y es que resultaba que esa panda de desgraciados no sólo habían destrozado lo que les había parecido en Ushu, sino que, considerando que no era suficiente, usaban a una pobre inocente, la mujer del alcalde, para extorsionar al pueblo e intentar exprimirles aún más.
Ushu... Nunca había escuchado hablar de ese lugar. Desde luego, no llegaba en el mejor momento para contemplarlo en todo su esplendor. Al menos eso indicaba la lejana columna de humo que esos desgraciados habían dejado como rastro del camino que seguían.
***
Respiré hondo antes de desplegar la lona del puesto de mando que Shawn había mandado montar. En los treinta minutos que el navío había tardado en llegar a puerto había tenido tiempo de pensar en alguna que otra cosa. Desde luego, gritar a los cuatro vientos que los marines se habían movilizado para que los secuestradores lo supiesen no era una de las cosas que se me habían ocurrido. Sin embargo, allí nadie parecía darse cuenta de la estupidez que estábamos haciendo al tirar por tierra el factor sorpresa —si es que aún disponíamos de él, claro—. En cualquier caso, por poco que me gustase mi única alternativa era dirigirme a Shawn para compartir con él mis inquietudes.
—Creo que deberíamos desmontar el campamento, quitarnos los uniformes y esconder el barco en el extremo de la isla opuesto al lugar por el que se fueron los piratas —diría en cuanto se me permitiese hablar—. Nada nos garantiza que no vayan a degollar a la rehén en cuanto sospechan algo para darse a la fuga después... señor. Creo que deberíamos camuflarnos entre los lugareños. Como somos muchos, tal vez la mayoría de nosotros debería esperar dentro de las casas. Podemos empezar los trabajos de reconstrucción, pero no avanzarlos demasiado para que no sospechen que ha habido más manos de las que ven —continuaría, haciendo una pausa para ver si mi mensaje calaría en quienes me escuchasen—. Les citaría a través del alcalde en la plaza principal del pueblo para ceder a sus demandas, donde podemos cercarles, y aprovecharía los efectivos que tenemos para construir barricada o empalizadas con las que rodearles una vez hayan accedido y hayamos podido rescatar a la rehén. Yo mismo me ofrezco a transportar un cofre, maletín o lo que sea, falso, que intercambiar por la mujer del alcalde. Tal vez pueda aprovechar la ocasión para arrebatársela, ¿qué le parece?
En caso de que aceptase mi idea, me vestiría como los vecinos de la zona y, encargándome de un pelotón de reclutas y soldados, marcharía en busca de madera con la que dar forma a las empalizadas. ¿Cómo esconderlas? Tal vez se pudiesen colocar a espaldas de las casas que formaban el límite de la plaza principal y, a la hora de la verdad, movilizarlas hasta unos hoyos previamente excavados y cubiertos tal vez con mantas y tierra. Tendría que darle una vuelta al asunto mientras los chavales talaban, afilaban y empalmaban segmentos de empalizada. ¿Que si no pensaba coger un hacha? Agradezco el ofrecimiento, pero no, muchas gracias.