Atlas
Nowhere | Fénix
09-09-2024, 01:33 AM
Encomiable tu trabajo en esta misión, Nagaki. No sé si el capitán Olof será uno de esos hombres que procuran estar al tanto de cómo trabajan sus subordinados para identificar precozmente a aquellos más talentosos, pero, si lo es, seguro que se ha fijado en ti. Es más, aunque ya hayas mandado una copia física del informe recibes una orden de acudir a la carpa de mando. El operario que ha recibido tu llamada, al percibir el tono de urgencia de la misma no se lo ha pensado y ha pasado la llamada inmediatamente al jefe del dispositivo, que ha escuchado en completo y absoluto silencio tus palabras. A lo mejor sí que es un tipo con dos dedos de frente, ¿no te parece? Eso, o que se ha quedado dormido.
—Acuda inmediatamente a mí posición —dice de forma seca y abrupta cuando por fin terminas y coges aire para respirar.
Voy a suponer que no vas a desobedecer una orden directa emitida en ese tono y con esa autoridad —perdona mi osadía— y que te plantas en la carpa con el capitán. Una vez accedas al interior podrás comprobar que solamente se encuentra él. Es un lugar de lo más austero. Únicamente ha colocado en el centro de la estancia una gigantesca mesa cuadrada con una maqueta de la isla ocupando la posición central. Alrededor de la simulación, un sinfín de documentos en los que puedes apreciar algunas partes tapadas con tinta negra se esparcen sin ton ni son. Parece un caos, pero, aunque no te lo creas, están ordenados. El capitán apoya ambas manos sobre la mesa, dejando caer su peso sobre la misma mientras a su espalda ves dos grandes pizarras blancas repletas de fotografías e hilos que forman una densa e indescifrable red. Sin apartar la vista de un documento en concreto, el cual situado frente a él, Olof comienza a dirigirte unas palabras:
—The Whip —murmura como si no estuvieses ahí—. Supe por primera vez de él hace seis años en una misión en una isla del West Blue. Estaban desapareciendo ejemplares de una especie rara de bisonte y nadie parecía tener la menor idea de por qué. Los cazaba para venderlos en los bajos fondos, aunque nunca llegué a saber la causa o el motivo real. Investigaciones como ésa o como ésta han ido viniendo y yéndose una detrás de otra, pero nunca he conseguido echarle el guante. Sé que se hace llamar algo así como Comerciante de Especias, pero es secuestrador, chantajista, cazador furtivo, contrabandista o lo que haga falta. Me he topado con todo tipo de modus operandi ejecutados por él, pero hay algo en su esquema de negocio criminal que no consigo entender: ¿qué busca quien quiere encontrar a The Whip?, ¿quiénes son sus clientes? Nagaki —continúa, ahora sí, mirándote a los ojos—, de todos los marines que hay bajo mi mando en esta isla sólo tú has sabido ver el elemento discordante y tirar de él. Sí, Nagaki, tienes permiso para ir al sur y tirar del hilo que has encontrado. Dos destacamentos han partido ya para esa zona. Incorpórate al que más te convenga y mantenme informado —sentencia, extendiendo la mano hacia ti para hacerte entrega de un Den Den Mushi—. Toma, es una línea segura directamente conmigo. Después de tanto tiempo viendo cómo ese desgraciado se me escurre entre los dedos no me fío ni de mi sombra.
Llámame loco si quieres, pero cualquiera diría que el capitán Olof ha encontrado una esperanza en ti, una suerte de aliada que, al igual que él, parece ser capaz de hacer las suficientes conexiones sinápticas como par ver más allá de dos palmos de sus narices. Espero que las expectativas de los demás no te pongan nerviosa y no te pueda la presión. ¡Buena suerte!
—Acuda inmediatamente a mí posición —dice de forma seca y abrupta cuando por fin terminas y coges aire para respirar.
Voy a suponer que no vas a desobedecer una orden directa emitida en ese tono y con esa autoridad —perdona mi osadía— y que te plantas en la carpa con el capitán. Una vez accedas al interior podrás comprobar que solamente se encuentra él. Es un lugar de lo más austero. Únicamente ha colocado en el centro de la estancia una gigantesca mesa cuadrada con una maqueta de la isla ocupando la posición central. Alrededor de la simulación, un sinfín de documentos en los que puedes apreciar algunas partes tapadas con tinta negra se esparcen sin ton ni son. Parece un caos, pero, aunque no te lo creas, están ordenados. El capitán apoya ambas manos sobre la mesa, dejando caer su peso sobre la misma mientras a su espalda ves dos grandes pizarras blancas repletas de fotografías e hilos que forman una densa e indescifrable red. Sin apartar la vista de un documento en concreto, el cual situado frente a él, Olof comienza a dirigirte unas palabras:
—The Whip —murmura como si no estuvieses ahí—. Supe por primera vez de él hace seis años en una misión en una isla del West Blue. Estaban desapareciendo ejemplares de una especie rara de bisonte y nadie parecía tener la menor idea de por qué. Los cazaba para venderlos en los bajos fondos, aunque nunca llegué a saber la causa o el motivo real. Investigaciones como ésa o como ésta han ido viniendo y yéndose una detrás de otra, pero nunca he conseguido echarle el guante. Sé que se hace llamar algo así como Comerciante de Especias, pero es secuestrador, chantajista, cazador furtivo, contrabandista o lo que haga falta. Me he topado con todo tipo de modus operandi ejecutados por él, pero hay algo en su esquema de negocio criminal que no consigo entender: ¿qué busca quien quiere encontrar a The Whip?, ¿quiénes son sus clientes? Nagaki —continúa, ahora sí, mirándote a los ojos—, de todos los marines que hay bajo mi mando en esta isla sólo tú has sabido ver el elemento discordante y tirar de él. Sí, Nagaki, tienes permiso para ir al sur y tirar del hilo que has encontrado. Dos destacamentos han partido ya para esa zona. Incorpórate al que más te convenga y mantenme informado —sentencia, extendiendo la mano hacia ti para hacerte entrega de un Den Den Mushi—. Toma, es una línea segura directamente conmigo. Después de tanto tiempo viendo cómo ese desgraciado se me escurre entre los dedos no me fío ni de mi sombra.
Llámame loco si quieres, pero cualquiera diría que el capitán Olof ha encontrado una esperanza en ti, una suerte de aliada que, al igual que él, parece ser capaz de hacer las suficientes conexiones sinápticas como par ver más allá de dos palmos de sus narices. Espero que las expectativas de los demás no te pongan nerviosa y no te pueda la presión. ¡Buena suerte!