Hay rumores sobre…
... que existe un circuito termal en las Islas Gecko. Aunque también se dice que no es para todos los bolsillos.
[Diario] [D - Pasado] Primer encargo
Lemon Stone
MVP
CAPÍTULO VI

El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados mientras Lemon y Bea se dirigían hacia la plaza del pueblo. Las luces de las guirnaldas improvisadas empezaban a encenderse, creando un ambiente acogedor y festivo. Los aldeanos se movían con una energía renovada, colmados de esperanza y camaradería mientras preparaban los últimos detalles para la celebración. Incluso los pueblerinos sabían cómo crear un ambiente llamativo y apropiado para alguien como el revolucionario, para alguien “importante”.
 
Lemon caminaba al lado de Bea, intentando mantener su habitual actitud despreocupada, pero estos últimos días habían sido… diferentes, como si estuviera conociendo una parte nueva de sí mismo.
 
-¿Sabes? -comentó Bea mientras ajustaba una guirnalda-. Creo que esta fiesta es una excelente oportunidad para que todos nos unamos y celebremos lo que hemos logrado juntos.
 
Lemon asintió, aunque su mente estaba en otra parte. "Unirse. Juntos. Celebrar. ¿Será que esta gente es comunista…? Espera, ¡si yo soy revolucionario! ¡Puedo hacer estas cosas!", pensaba con una sonrisa distraída mientras observaba a los aldeanos trabajar en armonía.
 
-Es cierto -respondió finalmente-, puede que sea lo que necesitamos para recordar lo genial que soy. ¿No han pensado en levantarme una estatua? Nah, solo estoy bromeando. Soy muy bromista, ¿sabes? Igual debería estar en el campo de batalla, entre estrategias y confrontaciones.
 
Bea rio suavemente, sacudiendo la cabeza.
 
-La guerra no es bonita como la pintas, Lemon. Estos momentos son importantes y grandiosos, recuerda que hay gente allí fuera luchando por conservar la paz -reflexionó Bea, su primera vez tan… filosófica.
 
Lemon suspiró, encendiendo otro cigarrillo con movimientos calculados.
 
-Tienes razón: las fiestas son importantes. De nada sirve incendiar banderas e insultar al organismo burocrático si no te zampas unas cervezas en la noche con los camaradas. Ya sabes, la Causa no se detiene.
 
Bea lo miró con una expresión comprensiva, pero también con una chispa de determinación en sus ojos.
 
-Lo sé, y es por eso por lo que estamos aquí ahora. Para recargar energías y fortalecer nuestros lazos. Sin ellos, no podríamos enfrentar lo que viene.
 
Lemon bajó la mirada hacia el suelo, contemplando las palabras de Bea. No era la primera vez que ella intentaba hacerle ver más allá de su propio mundo, más allá de su ego y su fachada de líder invulnerable.
 
-Quizás tienes razón -admitió finalmente.
 
Bea puso una mano sobre su hombro, dándole un apretón reconfortante.
 
-No tienes que ser perfecto, Lemon. Solo tienes que ser tú mismo. Y sé que, en el fondo, quieres lo mejor para todos nosotros.
 
Lemon levantó la vista, encontrándose con los ojos de Bea. Por un momento, la máscara de arrogancia se desvaneció, revelando una vulnerabilidad que rara vez mostraba.
 
-Tal vez… Sí, no tengo que ser perfecto. ¿Por qué debería esforzarme en serlo? Como un salmón no se esfuerza en subir una cascada, yo tampoco me esforzaré en ser lo que la naturaleza me convirtió: una divinidad -bromeó otra vez, recuperando su capa de sarcasmo y cinismo.
 
En ese momento, un grito interrumpió la tranquila conversación. Un aldeano corrió hacia ellos, jadeando y con una expresión de pánico en su rostro.
 
-¡Bandidos! ¡Están atacando el norte del pueblo!
 
Sin perder tiempo, Lemon apagó su cigarrillo y se dirigió hacia Ronny, quien ya estaba organizando a algunos aldeanos para enfrentar la amenaza. La tensión entre ellos era palpable, pero ambos sabían que, en momentos como este, las diferencias personales debían quedar de lado. Aunque Lemon contaría a los enemigos derrotados para después burlarse de su supervisor.
 
-Ronny -dijo Lemon, intentando mantener su tono habitual de despreocupación-, parece que tenemos trabajo que hacer.
 
Ronny lo miró con una mezcla de irritación y resignación.
 
-Justo lo que pensaba -respondió con voz firme-. Necesitamos coordinar a todos y asegurarnos de que nadie salga herido.
 
Lemon asintió, observando cómo Ronny tomaba el control de la situación. Aunque no compartían la misma visión de liderazgo, no podían permitirse fallar en este momento crítico.
 
-Bea, ¿puedes ayudar a organizar a los niños y a los ancianos en el refugio? -pidió Ronny, sin desviar la mirada de Lemon.
 
Bea asintió rápidamente y se dirigió a cumplir la tarea, dejando a Lemon y Ronny para coordinar la defensa del pueblo. Los dos hombres se encontraban en una postura tensa, pero funcional, trabajando juntos para proteger a la comunidad que ambos amaban, aunque de maneras diferentes.
 
-La verdad es que necesito tu ayuda -admitió Lemon, rompiendo el silencio que se había instalado entre ellos-, hay una misión que "La Causa" me ha encomendado y no estoy seguro de cómo manejarla solo.
 
Ronny frunció el ceño, sorprendido por la revelación.
 
-¿Otra misión? -preguntó, cruzando los brazos-. ¿No tienes suficiente con liderar a estos simples aldeanos?
 
Lemon soltó una carcajada amarga.
 
-Exacto, porque lo único que necesito es más papeleo revolucionario. ¿Sabes? A veces me pregunto si "La Causa" realmente entiende lo que significa liderar un pueblo.
 
Ronny lo miró fijamente, sin mostrar señal de empatía.
 
-La Causa viene primero, Lemon. Tu papel aquí es crucial para el éxito de nuestra lucha. No puedes permitirse distraerte con dudas personales.
 
Lemon suspiró, mirando al horizonte donde las sombras de los bandidos se acercaban cada vez más.
 
-Lo entiendo, Ronny, pero hay momentos en los que uno necesita cuestionar sus propios motivos y asegurarse de que está haciendo lo correcto -más serio que de costumbre.
 
Ronny no respondió de inmediato, simplemente asintió y volvió a centrarse en la organización de las defensas. La tensión entre ellos persistió, pero ambos sabían que, en el fondo, compartían el mismo objetivo: proteger al pueblo y avanzar en la causa revolucionaria.
 
Mientras tanto, Bea se había desplazado para ayudar a los aldeanos a refugiarse, pero no podía evitar volver la vista hacia Lemon y Ronny. Sentía una creciente preocupación por la frágil relación entre ellos y sabía que algo tenía que cambiar para que el pueblo pudiera prosperar.
 
A medida que la noche caía, los primeros indicios de los bandidos se hacían evidentes. Un grupo de figuras oscuras avanzaba lentamente hacia la aldea, armadas y decididas a saquear lo que podían. La tensión en el aire era palpable, y Lemon sentía que cada segundo que pasaba aumentaba el riesgo de un enfrentamiento violento.
 
-Ronny, necesitamos coordinar nuestras fuerzas y asegurar que todos estén en posición -dijo Lemon, intentando retomar el control de la situación.
 
-Lemon -respondió este último, con una voz autoritaria-, asegúrate de que nadie se quede fuera. No podemos permitirnos perder a nadie.
 
Ambos hombres trabajaron en silencio, organizando a los aldeanos y estableciendo puntos de defensa estratégicos. A pesar de sus diferencias, su respeto mutuo por la causa les permitía colaborar de manera efectiva, al menos en situaciones de crisis.
 
-Bea, necesitamos mantener la calma y seguir las instrucciones -dijo Lemon, notando cómo su adicción al cigarrillo comenzaba a pesarle en un momento tan crítico.
 
Bea asintió, aunque su mirada estaba fija en la línea de frente donde los bandidos se acercaban cada vez más.
 
-Lemon, recuerda por qué estamos aquí. No se trata solo de "La Causa", sino de proteger a nuestra gente -respondió ella con determinación, como si de repente entendiera el significado de la Causa. Nadie lo entendía, a menos que tuviera una copia del MANUAL impresa o en un pendrive, ambas opciones son admitidas
 
Lemon tomó una profunda bocanada de aire, recordando su lealtad al Ejército Revolucionario, pero también sintiendo una extraña sensación que otros llamarían empatía. La gente del pueblo con el lodo, las cabras y las ovaciones, comenzaba a importarle tanto como un criado a su padre.
 
-Sí, sí, Ronny y yo los mantendremos a salvo. No es la primera vez que nos enfrentamos a unos bandidos… ¿o sí?
 
A medida que los bandidos se acercaban, Lemon y Ronny coordinaron una estrategia conjunta. Ambos eran como el día y la noche, como el aceite y el agua, como la sal y el azúcar, como… Bueno, como muchas cosas que no pegan bien juntas. Sin embargo, cuando el momento lo requería, podían colaborar. Ronny era un buen líder, por algo tenía el título de supervisor, y Lemon poseía una capacidad de inspiración solo igualable a su actitud sarcástica y despreocupada.
 
Desconocía las intenciones de los bandidos, puede que solo fuera por dinero (que poco había en el pueblo) o como diversión, no terminaba de entender cómo funcionaba la mente de un inadaptado social. En cualquier caso, tenía una estrategia sencilla pero efectiva preparada para ellos. Mientras los niños y las mujeres estuvieran refugiados, escondidos en el refugio, él podría luchar sin preocuparse.
 
El grupo de siete bandidos llegó al pueblo.
 
Lemon utilizó los pasajes más estrechos para enfrentarse a ellos en un uno contra uno, utilizando su descomunal fuerza para destrozar extremidades y echar abajo armaduras y escudos. La batalla no duró demasiado, puede que media hora, pero fue brutal y dolorosa. Uno de los bandidos ensartó su espada en el pecho del lechero del pueblo, un tipo bastante simpático y que tenía adicción por las enanas. La muerte, el perder a alguien tan de cerca, le hizo actuar como un animal. Atacó con furia a sus enemigos y al final de la batalla solo sobrevivieron tres bandidos.
 
Después de la confrontación, el pueblo respiró aliviado. Los aldeanos, aunque heridos y agotados, se reunieron para celebrar su victoria y agradecer a sus líderes. Lemon, normalmente reservado en sus emociones, sintió una calidez en su pecho que no podía negar.
 
-Lo hiciste bien, Lemon, para ser tú, quiero decir -admitió Ronny, su mirada fija en el horizonte.
 
El revolucionario lo miró, pensando en el hombre que había muerto.
 
-Perdimos a uno, Ronny. La Causa dice de proteger a los débiles, de repartir justicia y entregar libertad… Si fuéramos mejores, no habría muerto nadie. -A pesar de la superficialidad con la que Lemon solía hablar, en su voz se podía percibir cierta pizca de… culpa-. Esto no me gusta, compañero. ¿Perderemos a mucha gente camino a la grandeza? ¿Veremos morir a nuestros camaradas en nuestra lucha contra el Gobierno Mundial?
 
-¿Por fin entiendes que no es un camino fácil, que ser el “héroe del pueblo” es un sueño de ilusos? Aun así, hemos salvado vidas aquí. Si no nos hubiéramos quedado a celebrar tu nuevo título, los bandidos habrían acabado con más personas. Incluso Bea pudo haber caído.
 
Lemon sintió una punzada al imaginar a Bea siendo atravesada por la espada de un bandido, y en ese momento descubrió algo: le importaba. Solo habían sido unos días, nada especial, pero entonces ¿por qué sentía algo tan profundo hacia ella? Esos ojos caramelos, esa sonrisa tan ingenua, esa mirada cargada de expectativas… Lemon quería cuidar de ella, quería hacer del mundo un lugar seguro para que su panadera favorita pudiera hornear pan sin temor a que un malnacido pudiera hacerle daño. ¿Es que acaso estaba sintiendo el abrazo del amor? ¿O solo era un desequilibrio hormonal, producido por la sensualidad de la campesina?
 
-Tienes razón, Ronny. Mañana saldremos temprano por la mañana para terminar lo que empezamos: acabaremos con esos bandidos.
#6


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[D - Pasado] Primer encargo - por Lemon Stone - 01-09-2024, 03:20 AM
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