Hay rumores sobre…
... que en una isla del East Blue, hay un prometedor bardo tratando de forjarse una reputación. ¿Hasta dónde llegará?
[Común] [C-Pasado] Diamante en bruto
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
El polvo flotaba denso en el aire, como una neblina espesa que oscurecía cada rincón del lugar. Ragnheidr apenas podía distinguir sus propios pasos mientras tropezaba entre los escombros. El silbido de su respiración pesada resonaba en su cabeza, y el sabor metálico de la sangre en su boca lo hacía sentirse más vivo, más despierto, pero al mismo tiempo... más perdido. Sus brazos, cubiertos de heridas profundas, goteaban sangre que se mezclaba con el polvo que cubría todo, formando una costra que ardía al contacto con el aire. Cada vez que intentaba recordar cómo había llegado allí, su mente se nublaba. Los pensamientos eran fragmentos, rotos e incoherentes, imágenes fugaces que se entrelazaban con el dolor. Podía ver a su maestro, una figura imponente, un gigante que lo había criado en los verdes campos de Elbaf. El gigante, cuyas manos eran lo suficientemente grandes como para levantar montañas, siempre le hablaba de la importancia de la fuerza interior, de encontrar el camino cuando todo parecía perdido. Pero ahora, en ese lugar repleto de basura y personas escapando por sus vidas, todo lo que había aprendido se desmoronaba. Su maestro parecía una sombra lejana, un eco en su memoria que apenas podía alcanzar. Elbaf, con sus vastos cielos y montañas majestuosas, era poco más que un sueño distante, una fantasía que se desvanecía mientras Ragnheidr trataba de mantenerse de pie. Dawn, la zona del basurero se estaba volviendo una locura.

Sus pies resbalaban en el terreno irregular, y en ocasiones sentía que el mundo entero se derrumbaba bajo él. El cuerpo de Josis yacía completamente desecho ... El suelo vibraba, como si estuviera vivo, pero era pura paranoya,. Cada paso era una lucha por mantener el equilibrio. A su alrededor, los escombros y las ruinas de lo que fuera ese lugar, se amontonaban en colinas deformes, como si hubiera sido arrasado por una tormenta de proporciones épicas. Pero no podía recordar qué había provocado tal destrucción. ¿Había sido él? ¿Había algo o alguien más allí? El uso de los Beirham era algo muy peligroso, si se utilizaban en momentos en los que Rag estaba falto de energía, desataban un descontrol brutal en el Bucanner. Rag se detuvo por un momento, sus piernas temblaban y su visión estaba borrosa. El calor de la sangre corriendo por sus brazos lo mantenía alerta, pero sabía que no podía durar mucho más. ¿Dónde estaba Airgid? Rápidamente levantó el rostro, buscándola con ahínco. ¿Dónde demonios estaba? comenzó a caminar desesperado, sin ver nada a su alrededor debido al polvo. Sin querer pisó varios cadeveres, personas muertas, d eno hace mucho, aún frescas ... Apartó la diestra de uno al que pisó el rostro. — ¿Es mi culpa? ¿esto es por mi? En qué momento ... — Miró al cielo, pero apenas se veía nada. — Nosha ... — Susurró el nombre de su diosa, a la que más unido se que encontraba. Pero como casi siempre, no hubo respuesta. Cerró los ojos para intentar calmarse. El polvo no era una simple niebla, y su mente estaba tan rota como su cuerpo. Al abrir los ojos, algo nuevo apareció en su campo de visión: una luz, débil pero constante, más allá de las colinas de basura. Un destello de esperanza en medio del caos. No sabía lo que había allí, pero en ese momento, lo único que importaba era avanzar.

Rag sintió energías extra, unas enviadas de ... Dios sabe. Quiso pensar que era cosa de sus diosas, quiso no darle más vueltas. Con una fuerza fuera de lo normal, aquellas gigantescas piernas repletas de músculos empezaron a moverse. Pasaron por encima de cuerpos, de baches, de basura amontonada, daba igual, tenía que salir de allí. ¿Dejar a la rubia en la isla? Desde luego sería un problema, pero debía pensar en el mismo, en lograr escapar, era lo más importante en ese momento. Tropezó, cayó sobre una rodilla, pero se levantó, su mente luchando por mantenerse enfocada en esa luz, en la posibilidad de escapar. Cada paso era un esfuerzo monumental, y los recuerdos de Elbaf se arremolinaban en su cabeza. Su maestro, con su risa profunda, su voz grave resonando como un trueno, solía hablarle de un lugar lleno de paz, un refugio más allá de las tormentas. ÉL era la tormenta, debía guiarse por la misma. Quizá esta luz fuera su salida, quizá fuera una ilusión. Pero mientras avanzaba, el polvo a su alrededor comenzaba a moverse también, como si algo invisible lo estuviera siguiendo, acechando. Las ruinas parecían moverse, cerrándose detrás de él, como si no quisieran dejarlo ir. Ragnheidr sabía que no podía detenerse. Avanzó a trompicones, su cuerpo al límite, con el polvo arremolinándose a su alrededor. Sus brazos seguían sangrando, pero ya casi no sentía el dolor. El brillo distante de la luz le daba un mínimo de orientación en ese mundo caótico. Entonces, entre las ruinas y la bruma del polvo, una figura emergió de la penumbra. Era Ming.

Ambos se detuvieron de inmediato, observándose desde la distancia. Ming, con su postura siempre desafiante, tenía cortes en la cara y el cuerpo, su ropa hecha jirones, pero la determinación en sus ojos seguía siendo feroz. Aquella rata ... Había intentado matarlo unas cuantas veces. Ragnheidr recordó el enfrentamiento de ese mismo día: Ming había sido un enemigo, un obstáculo en su camino, y ambos habían cruzado puñetazos con una furia digna de dos tipos que se odiaban. Más Ming sobre el rostro de Rag, todo hay que decirlo. Había habido odio, rabia… y algo más. Una conexión, como si, de alguna manera, ambos supieran que ese enfrentamiento no era solo por ellos, sino por algo mucho más grande. Sin embargo, en ese momento, en medio del caos, la rivalidad parecía insignificante. Se miraron, y durante lo que pareció una eternidad, no dijeron nada. El polvo se arremolinaba entre ellos, pero ninguno de los dos parecía dispuesto a dar el primer paso. Los dos entendieron que el verdadero enemigo no era el otro, sino Josis, que los había dejado atrapados en esa isla. El al igual que el Bucanner era una victima más de Padre.

Ming asintió levemente, un saludo simple, casi imperceptible. Rag hizo lo mismo, devolviéndole el gesto con una inclinación de cabeza, sabiendo que en ese instante, no eran ni enemigos ni aliados, sino dos seres que compartían un mismo objetivo: escapar. Sin palabras, ambos tomaron caminos distintos. El vikingo siguió avanzando hacia la luz que lo había estado guiando, mientras Ming desaparecía en la distancia, siguiendo su propia senda, usando su peculiar fruta del diablo. No sabría si volvería a verlo ni si, de algún modo, sus destinos volverían a cruzarse, pero en ese momento, eso no importaba. El camino hacia la costa fue interminable. Sus piernas temblaban bajo el peso de su cuerpo herido, y la vista seguía nublada por la fatiga. Finalmente, el paisaje comenzó a cambiar. El polvo cedió, revelando el sonido de las olas rompiendo suavemente en la orilla. El mar se extendía frente a él, un vasto horizonte que prometía libertad. Con el último esfuerzo que le quedaba, Ragnheidr llegó a la playa. Sus pies se hundieron en la arena húmeda, y cayó a tierra. El cansancio lo venció, y se dejó caer, boca abajo, sintiendo el frío grano de arena contra su piel. El tiempo pareció detenerse mientras yacía allí, con el sonido del océano calmando su mente. La brisa del mar despejó parte del polvo de su rostro, y por un momento, Rag cerró los ojos.No supo cuánto tiempo pasó antes de escuchar el leve crujido de la madera. Al principio pensó que era solo un sueño, una alucinación causada por la extenuación. Pero el sonido se fue haciendo más claro. Abrió los ojos lentamente y vio, a lo lejos, un barco pesquero acercándose. La embarcación parecía vieja, humilde, pero era un faro de salvación en medio de aquel infierno. Las velas desgastadas ondeaban con el viento suave, y pequeñas figuras se movían en la cubierta. Ragnheidr, con apenas fuerzas, levantó una mano, esperando que lo vieran. El barco viró lentamente hacia la costa, y él sintió una oleada de alivio. Era el barco que lo sacaría de la isla Dawn, de ese lugar que había sido su prisión.

Frank estaba sentado en un rincón, con los hombros caídos, sumido en la tristeza. Sus ojos están fijos en el suelo, sucio y descuidado, mientras la luz parpadeante del exterior apenas ilumina el espacio. Frank levantó lentamente la cabeza, sus ojos enrojecidos por el agotamiento y el dolor. La noticia parece hundirse en su mente como si no pudiera creerlo al principio. Luego, una mezcla de emociones comienza a agitarse en su rostro... confusión, alivio, e incluso tristeza. Un nudo se forma en su garganta. — Maldita cría ... — Comenzó a llorar de forma desconsolada, pero con una sonrisa en el rostro. La emoción de Frank lo levantó de golpe. Golpeó la reja y abandonó el recinto a toda prisa. Ahora solo tenía en mente que su familia estuviera bien. Al salir al exterior no logró ver a Airgid, de hecho, no veía nada, estaba todo borroso. Sin embargo eso no le impidió avanzar entre la nada en buscqueda de lo suyo. De su familia.
#18


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[C-Pasado] Diamante en bruto - por Airgid Vanaidiam - 22-08-2024, 10:50 PM
RE: [C-Pasado] Diamante en bruto - por Ragnheidr Grosdttir - 09-09-2024, 12:14 PM

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