Hay rumores sobre…
... que una banda pirata vegana, y otra de maestros pizzeros están enfrentados en el East Blue.
[Boda] Gertrudis Longbottom & Tofun Threepwood
Ragnheidr Grosdttir
The Storm
Qué imponente, uno poco se acostumbraba de poder ver semejante escultura griega caminar por la maldita Kilombo. No tenía puesta su habitual armadura, esta vez iba vestido con una camisa de guiri a más no poder por la "isla cárcel" como el buen Ragn la llamaba ya. El Bucanner paseaba entre las tiendecillas y los puestos, buscando un regalo seguro para la boda de un personaje al que había vendido a sus compañeros como oro puro. Pequeño, bebedor como el que más, feo como un cabrón e increíblemente interesante. Hoy no era día de portar a Rompetormentas encima, qué va, al revés, era día de dejarla bien aparcada en la casa de Airgid, la rubia sin pierna, pero de manos escandalosamente bonitas. Hoy era día de buscar, buscar un regalo que pudiera gustarle al enano. Ragn no estaba en la búsqueda de cualquier cosa, quería algo especial para su compañero, Tofun. Mientras caminaba, sus ojos se centraron en los objetos extraños y únicos que decoran los estantes de una tiendecilla cercana, collares de perlas brillantes, espadas antiguas y mapas viejos. Miró un momento al vendedor con aspecto de pocos amigos, barba muy larga y ni un solo pelo. Tenía pinta de no haber dormido en semanas (estos eran los buenos) el cual mostraba un curioso a la par de especial objeto; Era un reloj de bolsillo grabado con símbolos marítimos. Recordó de forma inmediata las conversaciones que tuvo con el pequeño Tofun, de las aventuras de ambos (cada uno las suyas) en pleno mar y de las extrañas coincidencias que podían compartir dos tipos tan diferentes, física y culturalmente.

¡Esste gustarrrr! — Mencionó con potencia, como casi siempre. El tipo le entregó aquel valioso objeto a lo que Ragn se metió la mano en los bolsillos y comenzó a sacar monedas. Una, cien ... Yo qué sé, ¿miles? no paraba. — Por dios santo, ese bolsillo no tiene fin. — Mencionó el tipo, alargando la calada de una pipa ciertamente elegante para el pobre porte que tenía. — ¡Cinco mil! — Contó, así, un poco por encima. Llenó completamente la mesita de monedas que se caían por todas partes. El tipo puso una cara peculiar, del que sabe que ha dado un buen golpe (demasiado dinero para un reloj marítimo) y muy pesado el curro para contar monedas. El Bucanner golpeó sobre las monedas, tirando la mitad al suelo. — También llevarrr esto. — Era uno de los papeles viejos que colgaban cerca, uno de un mapa viejo, cochambroso, tenía incluso moho. Es más, el comerciante no le daría ni importancia, despachó rápido al rubio para que dejara de destrozarle el local con más manotazos. A duras penas saldría Ragnheidr. — Malditos humanos ... ¡Todo es tan pequeño! — Maldijo para sí mismo, hasta que algo le sacó de la burbuja. Estaba en la puerta, mirándolo fijamente. Un animal, un perrito. Tenía la cara más graciosa que había visto nunca, muy pachón. Se acercó al mismo y el animal reaccionó de la forma más agradable posible, meándole un pie. — ¡Tu serrr rregalo magnifffico! — Elevó al animal sobre su cabeza, con la posterior sorpresa del chucho. Cada cara nueva que ponía, era más graciosa que la anterior. ¿Estaba robando un animal? mejor no pensar en eso.

La mañana pasó, daban las once ya, quedaba poco para la boda. — ¡No poderrr llegarrrr tarrrrde, mujerrr! — Gritó, sentado en el sofá con un elegante disfraz. Iba de alita de pollo, pero el disfraz solo cubría sus zonas nobles, subiendo hasta el cuello donde terminaba la ala del pollo. Brazos, piernas y cabeza libres. Bueno y un trozo de las nalgas que en el trascurso de la mañana "Pepe" se había comido. — ¿Verrrdad que sí, Pepito? — Acariciaba al chucho, que era indudablemente el plato estrella. Se había pasado parte de la mañana buscándole algo, un disfraz a la altura de lo graciosa que era su cara. Al final, con alguna ayuda de Airgid y Asradi, le planchó los pelos, logró darle ondulación a algunos mechones. Le colocaron falda, una cinta en el pelo ... La vestimenta era inmejorable.

Pepe


Pepe ladró. Ragn ladró. Comenzaron a comunicarse mediante ladridos. Al final terminaron meando los dos una esquina del sofá. Era importante hacer sentir bien al animal, aunque instintivamente los bichos sentían atracción por el hombre de Elbaf, desde que era pequeño. Le costaba poco que se le acercaran y tomaran cariño. Pepe se le subió a los brazos, entonces ambos comenzaron a caminar hacia la salida. — ¡Yo irrrr yendo! — Golpeó la puerta con fuerza, dejando la misma a punto de descolgarse. En pocos días había destrozado la casa de la rubia. Por suerte, si todo iba bien y tras lo hablado en la carta y en días anteriores, aquellos iban a formar un grupo la mar de interesante con la intención de aportar cada uno su grano de arena por algo mayor a ellos mismos.

Pepe pesaba casi cincuenta kilos, era un perreto gordo , rechoncho. Eso estaba bien, por que servía al todopoderoso Bucanner para irlo subiendo y bajando cual ascensor. Tensaba los músculos, sintiendo rápidamente el calor en los brazos y aquella extraña satisfacción que poco podía ocultar. De camino al bodorrio se compró una botella de vino que fue metiéndose entre pecho y espalda con relativa calma. — Una abuelita ... Enano estarrr looooco. — Alargaba palabras que de normal no hacía. El alcohol comenzó a afectarle. Le pasaba mucho, le afectaba muy rápido, pero el creía que lo toleraba bien y sí, era cierto, toleraba bien casi cualquier bebida, pero el primer picor, ese que entra con el segundo cubata, le subía muuuuuuy rápido. Luego ya para tumbarlo era otro cantar. Pepe ladró, respondiendo. — Joderrrr Pepe, tú saberrr qué d-dessirrrr ... — La compañía era tan grata, que no cayó en que se encontraba a punto de llegar a la zona. La presencia de varios marines tensó el momento. Cruzaron penetrantes miradas con el vikigno, que no cedió la suya ni por un momento. Ni siquiera Pepe bajó la suya. Con honor.

¡Elegante septimotercera entrada del díaaaaaaaaaaaa! un ... Vaya. — Tragó saliva cuando Ragn le depositó la mirada. Era intimidante aún con el ridiculo traje de alita de pollo. Sin embargo Rizzo esbozó una sonrisa al ver al perro. — ¡Jajajaja! Qué agradable pareja. ¡Espero que solo sean amigos! — Salió del momentáneo arranque de risa. — ¡Ragnheidr Grosdttir y su acompañante! ... perruna ... Ejem ... ¡Mística! — Se inventó por toda la cara el nombre de Pepe y claro, Pepe ladró. Como si supiera qué había dicho mal su nombre. El puto perro daba miedo. — ¡Du er en dritt! — Le lanzó la vacía botella de vino al presentador, rompiendose en mil pedazo a sus pies. — ¡Con perrro no, eh! — Le señaló directamente. Iba a ser un regalo el animal, pero le estaba pillando cariño a pasos agigantados. Momento en el que varias voces se juntaron un poco por delante. Hablaban de Ragn como si le conocieran e iban francamente divertidos, todos de uvas de varios colores. Pequeños como Tofun. Graciosetes como él y radiantes para la boda como seguramente iría el enano borracho.

Hablando de borrachos el Bucanner avanzó hacia ellos para saludarlos, pero se tropezó con los primeros asientos ... Eso provocó que Pepe saltara veloz cual gacela y Ragn reventara bastantes asientos a su alrededor, cayendo cerca de la vieja guardia de Tofun.

Se había meado mientras caía. Buena entrada.



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RE: [Boda] Gertrudis Longbottom & Tofun Threepwood - por Ragnheidr Grosdttir - 10-09-2024, 06:03 PM

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