Silver D. Syxel
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10-09-2024, 09:02 PM
Silver se encontraba tras la barra de la taberna, observando el ambiente que lo rodeaba. Las luces mortecinas de las velas colgaban pesadamente sobre las cabezas de los parroquianos, proyectando sombras en las paredes llenas de mugre. Los rostros de los hombres que llenaban el lugar hablaban de vidas duras y pesares. No era un sitio al que quisiera pertenecer, pero su situación no le dejaba muchas opciones. Las deudas pesaban demasiado, y aunque sus aspiraciones lo llevaran más lejos de ese miserable lugar, por ahora estaba atrapado allí.
El capitán soltó un suspiro, intentando apartar de su mente el resentimiento por su situación actual. Había pasado de ser un hombre libre en el mar, a servir ron a borrachos y obedecer las órdenes de un tabernero con más músculo que amabilidad.
—Más ron y cerveza, marchando —repitió Silver para sí mismo, con una sonrisa irónica en los labios.
Se dirigió hacia la trastienda donde guardaban los barriles de alcohol. Mientras caminaba, su mente ya estaba trabajando en un plan para salir de esa situación miserable. Necesitaban un golpe de suerte, algo que los llevara lejos de esa taberna. Mientras tanto, solo quedaba seguir el juego.
—Balagus —llamó mientras pasaba por la cocina—, el cerdo está casi listo, ¿no? Mejor no le des razones a ese viejo para gritarnos aún más.
Aunque bromeaba, sabía que su compañero también estaba frustrado. Aquel lugar era una prisión para ambos, pero tendría que confiar en la capacidad de Balagus para mantener la calma... lo cual, probablemente, acabaría suponiendo un problema.
El olor a cerveza y ron le llenó los pulmones mientras entraba en la trastienda. Aunque el trabajo no le agradaba, sabía moverse con naturalidad, como si cada gesto fuera parte de una coreografía ensayada mil veces. Su mente, sin embargo, ya estaba en otro lugar: en el mar, en un barco que todavía no poseían, pero que pronto sería suyo.
Mientras llenaba los jarrones, no pudo evitar dibujar en su rostro una sonrisa astuta. En su mente trataba de idear un plan para cambiar su situación, y cuando lo hiciera, ningún tabernero de mala muerte volvería a darle órdenes.
—Solo un poco más... —murmuró para sí mismo, antes de volver a la barra con los jarrones llenos, preparado para enfrentar otra noche en esa taberna.
El capitán soltó un suspiro, intentando apartar de su mente el resentimiento por su situación actual. Había pasado de ser un hombre libre en el mar, a servir ron a borrachos y obedecer las órdenes de un tabernero con más músculo que amabilidad.
—Más ron y cerveza, marchando —repitió Silver para sí mismo, con una sonrisa irónica en los labios.
Se dirigió hacia la trastienda donde guardaban los barriles de alcohol. Mientras caminaba, su mente ya estaba trabajando en un plan para salir de esa situación miserable. Necesitaban un golpe de suerte, algo que los llevara lejos de esa taberna. Mientras tanto, solo quedaba seguir el juego.
—Balagus —llamó mientras pasaba por la cocina—, el cerdo está casi listo, ¿no? Mejor no le des razones a ese viejo para gritarnos aún más.
Aunque bromeaba, sabía que su compañero también estaba frustrado. Aquel lugar era una prisión para ambos, pero tendría que confiar en la capacidad de Balagus para mantener la calma... lo cual, probablemente, acabaría suponiendo un problema.
El olor a cerveza y ron le llenó los pulmones mientras entraba en la trastienda. Aunque el trabajo no le agradaba, sabía moverse con naturalidad, como si cada gesto fuera parte de una coreografía ensayada mil veces. Su mente, sin embargo, ya estaba en otro lugar: en el mar, en un barco que todavía no poseían, pero que pronto sería suyo.
Mientras llenaba los jarrones, no pudo evitar dibujar en su rostro una sonrisa astuta. En su mente trataba de idear un plan para cambiar su situación, y cuando lo hiciera, ningún tabernero de mala muerte volvería a darle órdenes.
—Solo un poco más... —murmuró para sí mismo, antes de volver a la barra con los jarrones llenos, preparado para enfrentar otra noche en esa taberna.