[Aventura] [AT1] El eco de la katana

Después de mi enfrentamiento con el mono serpiente, quedé inconsciente y fui llevado a su guarida. 
Al despertar, él no estaba, así que aproveché para escapar. Corrí durante varios minutos sin mirar atrás hasta que tropecé con una liana. Al mirar hacia arriba, vi una cueva y decidí refugiarme allí para evitar ser atrapado de nuevo. 
Dentro de la cueva, solo pensaba en descansar. Comí un poco de fruta que llevaba en mi bolsa y preparé una cama improvisada con hojas para no sentir tanto la dureza del suelo. El día había sido tan agotador que me quedé dormido al instante.
A la mañana siguiente, escuché el rugido del mono bajando por la montaña. Pensé que no podría hacerme nada, ya que la entrada de la cueva estaba cubierta por lianas. Al explorar más adentro, casi caigo en un profundo agujero. Mientras observaba el pozo, una araña del tamaño de mi mano apareció. Me recordó a mi madre, que solía cuidar arañas, y a mi infancia conviviendo con ellas. Sin miedo, la acaricié y ella pareció disfrutarlo.

Después de un rato, dejé que la araña volviera al pozo, pensando que tal vez tenía su propia familia. Salí de la cueva para buscar ramas y piedras para hacer una fogata. La selva era peligrosa pero hermosa, y aunque pasé todo el día recolectando materiales, me sentí aliviado al regresar a la cueva, que ya consideraba mi nuevo hogar.

Al caer la noche, preparé una fogata y una cama más cómoda. Mientras esperaba que el fuego prendiera, escuché ruidos de quisquillosos pasos. Me puse nervioso, pero cuando finalmente el fuego se encendió, vi que eran pequeñas arañas que habían salido del pozo, curiosas por el fuego. Me reí aliviado y les hablé como si fueran viejas amigas, recordando cuánto había convivido con arañas toda mi vida. Eran como hermanas para mí.

Me acosté y saqué mi diario para anotar el día.  

Conocí a una araña curiosa que parecía entenderme, al menos no estoy solo. Encontré frutas, hice una fogata y una cama para pasar la noche. Aún debo descubrir cómo vencer al mono serpiente, mañana comenzaré a entrenar...

Me quedé dormido con la pluma en la mano.

 Desperté de madrugada, el fuego casi apagado, y noté que la katana rota de mi padre no estaba. Desesperado, busqué por todos lados hasta que vi un brillo en el pozo. 
Me acerqué y una voz me llamó: "Enith... Enith... ven, ya es hora." Bajé, enfrentando mi miedo, y vi que la luz provenía de la katana. De repente, apareció un espíritu, era mi padre.

—¡Padre! ¿Cómo es posible? Tú moriste...

—Hola, hijo. Antes de morir, tu madre y yo enlazamos nuestras almas con los fragmentos de la katana. Siempre estaremos contigo, Enith.
Emocionado, le conté lo que había vivido. Mi padre me dijo que estaba orgulloso de mí. Luego, mi madre habló.

—Enith, me alegra verte fuerte. Para salir de esta selva, hazte amigo de las arañas; ellas conocen el veneno y la lucha. Si te encuentras en la oscuridad, da tres pasos atrás. Te amamos, Enith...

quise hablar más tiempo con ellos, pero desperté sudando. ¿Fue un sueño o fue real? Justo entonces, algo me hizo caer dormido de nuevo.