Silver D. Syxel
-
11-09-2024, 02:31 PM
El capitán bajó del pequeño bote con un gesto de resignación, observando cómo Dharkel, aún temblando, hacía una especie de ritual de agradecimiento al océano. Balagus, como era habitual, apenas necesitó hacer esfuerzo para pisar la arena con su imponente estatura, mientras el propio Silver se sacudía la humedad de la chaqueta, observando con una leve sonrisa la escena.
—Tranquilo, Dharkel —dijo el capitán con tono tranquilizador, aunque con su habitual toque irónico—. Sobreviviste otra vez. Aunque debo decir que me sigue sorprendiendo verte al borde del colapso cada vez que zarpamos.
Syxel observó a su alrededor, la brisa marina era refrescante, y el paisaje natural de la isla era, sin duda, atractivo. Aunque él no compartía la incomodidad de su compañero con respecto al mar, entendía que la vida marina no era para todos. Sin embargo, en ese momento lo que realmente le preocupaba era la falta de recursos. Sus bolsillos estaban tan vacíos como el estómago de Balagus.
Dharkel se acercó al borde del bosque, observando el terreno y orientándose con su mapa en mano, mientras Balagus seguía a una distancia prudente, manteniéndose en silencio pero atento. Silver observó el entorno con ojos atentos, buscando algún punto de referencia en la línea de árboles.
—Guiándonos por el paisaje —comenzó a decir mientras Dharkel hacía su análisis—, diría que no estamos lejos del poblado. Las elevaciones coinciden con lo que hemos visto desde el bote, y la bahía que mencionas parece ser un buen punto de referencia.
El capitán se acercó al mapa que Dharkel sostenía y lo examinó por un momento. Había algo en la calma de la isla que le resultaba casi desconcertante, especialmente después de tantas semanas en situaciones mucho más tensas. Aunque quizá eso mismo era lo que necesitaban por ahora: un momento de calma para planear sus próximos movimientos.
—No estamos lejos, diría que si seguimos este camino —continuó, señalando una dirección que seguía la línea de árboles—, llegaremos al poblado en cuestión de unas horas, tal vez menos si no nos desviamos.
Los recursos escaseaban, y necesitaban hacer algo al respecto cuanto antes. Pero también estaba teniendo en cuenta la importancia de moverse con cautela, especialmente en una isla desconocida.
—Bien —dijo mientras devolvía el mapa, volviendo su atención a sus compañeros—, propongo que avancemos hacia el poblado. Con un poco de suerte, encontraremos algo útil. Quizá trabajo, algo de comida o, si la fortuna está de nuestro lado, una oportunidad para reabastecernos.
Dirigió una rápida mirada a Balagus, esperando que el gigante estuviera de acuerdo con el plan. Sabía que su paciencia no era infinita, y aunque solía seguir sus decisiones, también podía volverse impaciente si las cosas no avanzaban con rapidez.
—¿Qué opináis? —preguntó con un tono despreocupado.
—Tranquilo, Dharkel —dijo el capitán con tono tranquilizador, aunque con su habitual toque irónico—. Sobreviviste otra vez. Aunque debo decir que me sigue sorprendiendo verte al borde del colapso cada vez que zarpamos.
Syxel observó a su alrededor, la brisa marina era refrescante, y el paisaje natural de la isla era, sin duda, atractivo. Aunque él no compartía la incomodidad de su compañero con respecto al mar, entendía que la vida marina no era para todos. Sin embargo, en ese momento lo que realmente le preocupaba era la falta de recursos. Sus bolsillos estaban tan vacíos como el estómago de Balagus.
Dharkel se acercó al borde del bosque, observando el terreno y orientándose con su mapa en mano, mientras Balagus seguía a una distancia prudente, manteniéndose en silencio pero atento. Silver observó el entorno con ojos atentos, buscando algún punto de referencia en la línea de árboles.
—Guiándonos por el paisaje —comenzó a decir mientras Dharkel hacía su análisis—, diría que no estamos lejos del poblado. Las elevaciones coinciden con lo que hemos visto desde el bote, y la bahía que mencionas parece ser un buen punto de referencia.
El capitán se acercó al mapa que Dharkel sostenía y lo examinó por un momento. Había algo en la calma de la isla que le resultaba casi desconcertante, especialmente después de tantas semanas en situaciones mucho más tensas. Aunque quizá eso mismo era lo que necesitaban por ahora: un momento de calma para planear sus próximos movimientos.
—No estamos lejos, diría que si seguimos este camino —continuó, señalando una dirección que seguía la línea de árboles—, llegaremos al poblado en cuestión de unas horas, tal vez menos si no nos desviamos.
Los recursos escaseaban, y necesitaban hacer algo al respecto cuanto antes. Pero también estaba teniendo en cuenta la importancia de moverse con cautela, especialmente en una isla desconocida.
—Bien —dijo mientras devolvía el mapa, volviendo su atención a sus compañeros—, propongo que avancemos hacia el poblado. Con un poco de suerte, encontraremos algo útil. Quizá trabajo, algo de comida o, si la fortuna está de nuestro lado, una oportunidad para reabastecernos.
Dirigió una rápida mirada a Balagus, esperando que el gigante estuviera de acuerdo con el plan. Sabía que su paciencia no era infinita, y aunque solía seguir sus decisiones, también podía volverse impaciente si las cosas no avanzaban con rapidez.
—¿Qué opináis? —preguntó con un tono despreocupado.