Lance Turner
Shirogami
29-07-2024, 04:37 AM
No cabe duda alguna de que la idea le pareció maravillosa a Juuken, al cual le faltó tiempo para acercarse al puesto corriendo. Era evidente que estaba lleno de ilusión, muy probablemente no había tenido la oportunidad de comer en un puesto de comida callejera en su vida pasada. A medida que se adelantaba en dirección al puesto, pude apreciar mejor al cocinero. Lo cierto, es que lo verdaderamente extraño era no haberle visto antes. Al frente de la cocina se encontraba nada más, y nada menos, un hombre de tamaño más que considerable con una musculatura que casi podía clasificarse de montañosa. Su cabellera dorada cubría su espalda y parte de sus hombros, los cuales estaban en continuo movimiento a medida que cortaba el pescado.
- La virgen... ¿Pero tú eres humano? – Le preguntó un hombre que, en apariencia, era justamente lo opuesto al cocinero. No pude evitar reírme un poco, aunque entendía perfectamente su reacción.
Este se limitó a reír, supongo que acostumbrado ya a que le hagan esa pregunta. Intentaría evitar repetirla salvo que la situación acompañase a ello, lo último que me gustaría es molestar a semejante hombre.
Juuken con total naturalidad le hizo el pedido de dos pescados fritos. Me hizo algo de gracia que hubiese decidido por mí, ya que estaba en mis pensamientos pedírmelo a la plancha, no obstante, no era algo tan importante como para reseñarlo. Seguramente le vendrá bien coger la iniciativa muchas veces y tener gestos como este. El cocinero repitió en voz alta el pedido de Juuken para sí mismo, pudiendo reconocer de inmediato que su acento era muy peculiar. Quizá sea alguien interesante de conocer, podría aprovechar para averiguar más de él a medida que comíamos allí.
- ¡Por fin vamos a poder comer en condiciones, chico! – Le dije sonriente al joven mientras colocaba un par de servilletas para cada uno.
El cocinero nos sirvió de inmediato los dos pescados y Juuken los cogió rápido, aunque tuvo la consideración de darme uno a mí también. Sin duda alguna, era un buen chico que estaba cogiendo cada vez más confianza, quizá pueda ser un chico más de su edad antes de lo esperado. Tras darle las gracias, observé como una nueva persona se acercaba al puesto, con cara de estar preocupado. Pero creo que no fui el único, ya que el cocinero se dio cuenta de inmediato. Era sin duda una clara señal de su profesionalidad, había nacido para ser un cocinero nato.
- Eh Lance. ¡Esto está buenísimo! – Exclamó el chico lleno de entusiasmo. Giré mi rostro hacia él riéndome un poco con cara de sorpresa para contestarle, pero su entusiasmo hizo que guardase un poco más de silencio hasta que terminase de hablar. - ¿Cómo es que no me lo habías enseñado antes? Aunque tengo la sensación de que ya lo había probado, pero está mucho más bueno que la última vez. – Dijo a toda prisa, con una velocidad casi vertiginosa. Si dejaba de prestarle atención un momento, me perdía entre sus palabras. - Se parece mucho a eso último que comimos en el barco. Pero eso era carne. ¿Era carne, verdad? Sea lo que sea prefiero esto mil veces más.
Reí un poco ante tanto entusiasmo y le di un pequeño bocado a la comida mientras trataba de repasar en mi cabeza todo lo que me había dicho en unos solos segundos. El sabor a mar estaba impregnado en la textura del pescado, sin ser excesivamente salado. su textura era ideal, un poco crujiente por fuera, y suave por dentro. Acompañado al aroma que emitía aquel lugar, estaba siendo todo un gusto disfrutarlo.
- ¡Sí que está bueno! – Le contesté de inmediato. - ¡No sabía que iba a estar tan bueno, te lo prometo! – Le contesté riendo un poco mientras terminaba de tragar. - Pero desde luego, te tengo que reconocer que algo sí que sospechaba. En sitios como este, con mar, siempre hay pescado de primera calidad.
Mientras decía eso, escuché como el nuevo cliente pedía lo mismo que nosotros, y se había sentado con tan solo una silla de por medio. El cocinero, había vuelto a repetir el pedido en voz alta para sí mismo.
- Pero escucha Jukken, la diferencia con ese pescado del barco, es que este está cocinado por un cocinero que sabe lo que se hace. Los barcos suelen llevar carne envasada, y priorizan que estén bien conservados con el tiempo, o pescan lo que pueden para comer durante la travesía.
En ese momento, escuché como el cocinero exclamó que invitaba la casa, algo que me puso bastante feliz, ya que no andábamos bien de dinero. Pero en unos segundos la alegría se esfumó, ya que únicamente invitaba al compañero de barra que teníamos al lado.
- ¡Ey! ¡Qué suerte! ¿Verdad? – Le dije con una amplia sonrisa tratando de ser amable. – Si ya es una suerte encontrar un plato como este, imagina también que te salga gratis jajaja.
En ese momento, escuché una frase que desearía no haberla escuchado de parte de Juuken. Mi cara se vio un poco alterada, pero traté de recomponerme mientras giraba mi rostro hacia él.
- ¡Pu-Pues claro que sí Juuken! No es que estemos acomodados, pero sí que tenemos para pagar la comida jajaja- Le respondí procurando mostrar una cara amable para aflojar la posible sospecha que Juuken había podido infundir en el cocinero, el cual podía matarme hasta sin querer.
En ese momento, le di otro mordisco a la comida y mientras terminaba de tragar me dirigí al cocinero. Deseaba con todo mi corazón que no la tomase con nosotros por la pregunta de Juuken, así que decidí tratar de desviar su atención, y ya de paso, conocerle mejor. Parecía una persona con mucho que contar en su vida.
- ¿Podría ponernos dos vasos de agua, por favor? – Le pedí con una sonrisa amable. – Por cierto, si no es mucha indiscreción, ¿De dónde es usted? No parece ser usted de por aquí.
Supongo que también estará acostumbrado a una pregunta como esa, pero era algo que me había atrevido a intuir. Mientras esperaba su respuesta, terminé mi comida, viendo de reojo que Juuken estuviese bien y disfrutando del plato. Era todo un consuelo que tras llevar a duras penas un mes juntos, estuviese tan bien adaptado. No tenía nada que ver con aquel que vi hace relativamente poco. Si terminaba organizando una tripulación fuerte, haría de él un segundo al mando capaz de dirigir al grupo en mi ausencia, sólo necesita pulir un poco más sus habilidades sociales.
- La virgen... ¿Pero tú eres humano? – Le preguntó un hombre que, en apariencia, era justamente lo opuesto al cocinero. No pude evitar reírme un poco, aunque entendía perfectamente su reacción.
Este se limitó a reír, supongo que acostumbrado ya a que le hagan esa pregunta. Intentaría evitar repetirla salvo que la situación acompañase a ello, lo último que me gustaría es molestar a semejante hombre.
Juuken con total naturalidad le hizo el pedido de dos pescados fritos. Me hizo algo de gracia que hubiese decidido por mí, ya que estaba en mis pensamientos pedírmelo a la plancha, no obstante, no era algo tan importante como para reseñarlo. Seguramente le vendrá bien coger la iniciativa muchas veces y tener gestos como este. El cocinero repitió en voz alta el pedido de Juuken para sí mismo, pudiendo reconocer de inmediato que su acento era muy peculiar. Quizá sea alguien interesante de conocer, podría aprovechar para averiguar más de él a medida que comíamos allí.
- ¡Por fin vamos a poder comer en condiciones, chico! – Le dije sonriente al joven mientras colocaba un par de servilletas para cada uno.
El cocinero nos sirvió de inmediato los dos pescados y Juuken los cogió rápido, aunque tuvo la consideración de darme uno a mí también. Sin duda alguna, era un buen chico que estaba cogiendo cada vez más confianza, quizá pueda ser un chico más de su edad antes de lo esperado. Tras darle las gracias, observé como una nueva persona se acercaba al puesto, con cara de estar preocupado. Pero creo que no fui el único, ya que el cocinero se dio cuenta de inmediato. Era sin duda una clara señal de su profesionalidad, había nacido para ser un cocinero nato.
- Eh Lance. ¡Esto está buenísimo! – Exclamó el chico lleno de entusiasmo. Giré mi rostro hacia él riéndome un poco con cara de sorpresa para contestarle, pero su entusiasmo hizo que guardase un poco más de silencio hasta que terminase de hablar. - ¿Cómo es que no me lo habías enseñado antes? Aunque tengo la sensación de que ya lo había probado, pero está mucho más bueno que la última vez. – Dijo a toda prisa, con una velocidad casi vertiginosa. Si dejaba de prestarle atención un momento, me perdía entre sus palabras. - Se parece mucho a eso último que comimos en el barco. Pero eso era carne. ¿Era carne, verdad? Sea lo que sea prefiero esto mil veces más.
Reí un poco ante tanto entusiasmo y le di un pequeño bocado a la comida mientras trataba de repasar en mi cabeza todo lo que me había dicho en unos solos segundos. El sabor a mar estaba impregnado en la textura del pescado, sin ser excesivamente salado. su textura era ideal, un poco crujiente por fuera, y suave por dentro. Acompañado al aroma que emitía aquel lugar, estaba siendo todo un gusto disfrutarlo.
- ¡Sí que está bueno! – Le contesté de inmediato. - ¡No sabía que iba a estar tan bueno, te lo prometo! – Le contesté riendo un poco mientras terminaba de tragar. - Pero desde luego, te tengo que reconocer que algo sí que sospechaba. En sitios como este, con mar, siempre hay pescado de primera calidad.
Mientras decía eso, escuché como el nuevo cliente pedía lo mismo que nosotros, y se había sentado con tan solo una silla de por medio. El cocinero, había vuelto a repetir el pedido en voz alta para sí mismo.
- Pero escucha Jukken, la diferencia con ese pescado del barco, es que este está cocinado por un cocinero que sabe lo que se hace. Los barcos suelen llevar carne envasada, y priorizan que estén bien conservados con el tiempo, o pescan lo que pueden para comer durante la travesía.
En ese momento, escuché como el cocinero exclamó que invitaba la casa, algo que me puso bastante feliz, ya que no andábamos bien de dinero. Pero en unos segundos la alegría se esfumó, ya que únicamente invitaba al compañero de barra que teníamos al lado.
- ¡Ey! ¡Qué suerte! ¿Verdad? – Le dije con una amplia sonrisa tratando de ser amable. – Si ya es una suerte encontrar un plato como este, imagina también que te salga gratis jajaja.
En ese momento, escuché una frase que desearía no haberla escuchado de parte de Juuken. Mi cara se vio un poco alterada, pero traté de recomponerme mientras giraba mi rostro hacia él.
- ¡Pu-Pues claro que sí Juuken! No es que estemos acomodados, pero sí que tenemos para pagar la comida jajaja- Le respondí procurando mostrar una cara amable para aflojar la posible sospecha que Juuken había podido infundir en el cocinero, el cual podía matarme hasta sin querer.
En ese momento, le di otro mordisco a la comida y mientras terminaba de tragar me dirigí al cocinero. Deseaba con todo mi corazón que no la tomase con nosotros por la pregunta de Juuken, así que decidí tratar de desviar su atención, y ya de paso, conocerle mejor. Parecía una persona con mucho que contar en su vida.
- ¿Podría ponernos dos vasos de agua, por favor? – Le pedí con una sonrisa amable. – Por cierto, si no es mucha indiscreción, ¿De dónde es usted? No parece ser usted de por aquí.
Supongo que también estará acostumbrado a una pregunta como esa, pero era algo que me había atrevido a intuir. Mientras esperaba su respuesta, terminé mi comida, viendo de reojo que Juuken estuviese bien y disfrutando del plato. Era todo un consuelo que tras llevar a duras penas un mes juntos, estuviese tan bien adaptado. No tenía nada que ver con aquel que vi hace relativamente poco. Si terminaba organizando una tripulación fuerte, haría de él un segundo al mando capaz de dirigir al grupo en mi ausencia, sólo necesita pulir un poco más sus habilidades sociales.