Octojin
El terror blanco
11-09-2024, 08:41 PM
(Última modificación: 12-09-2024, 09:31 AM por Octojin.)
En la taberna de "El loro del capitán tuerto", Octojin se sentía como en casa. La mezcla del olor a sal marina con el aroma de pescado fresco le recordaba a su ansiado mar. La taberna era pequeña y acogedora, con decoraciones náuticas que colgaban de las paredes de madera desgastada por el tiempo. Había redes, anzuelos y viejas fotografías de marineros y barcos, creando un ambiente que, de alguna manera, le resultaba familiar y reconfortante. El ambiente cálido de la taberna contrastaba con la fría mirada inicial de Ogino, aunque pronto se tornó en una acogida amable después de la señal tranquilizadora de Atlas y de aceptar sus platos.
La verdad es que la voz de Ogino anunciando los platos del día sonaba como una canción para los hambrientos oídos de los allí presentes. Atún, salmón y trucha, palabras que resonaban en la mente del gyojin como promesas de un festín. No pudo evitar sonreír ante la oferta, sintiendo cómo el estómago le rugía en anticipación. Había pedido otros manjares pero ahora el hombre le hacía dudar.
Mientras Ogino se retiraba a preparar la comida, Octojin se sentía cada vez más cómodo en su asiento, contemplando el interior del local. Su mirada se detenía en cada detalle, desde los nudos de las redes hasta los bordes desgastados de las fotografías, cada uno contando historias del mar que tan bien conocía.
Atlas continuaba hablando, su voz llevaba un tono de comprensión y frustración sobre la situación actual entre los habitantes del mar y los de la superficie. Octojin escuchaba atentamente, procesando cada palabra. La idea de ser el puente entre dos mundos era a la vez intimidante y emocionante. No era ajeno al conflicto, pero la perspectiva de Atlas sobre buscar una resolución pacífica resonaba con algo dentro de él. Quizás, pensaba, había llegado el momento de considerar un cambio, de tomar un nuevo rol que nunca había imaginado.
En ese momento, su atención se desvió brevemente hacia el movimiento de Ogino en la cocina, el sonido del aceite chisporroteando y el olor del pescado cocinándose, anticipando el placer de un buen alimento. Pero la mente de Octojin ya había comenzado a trabajar en las palabras de Atlas, reflexionando sobre cómo podría, a su manera única, comenzar a cambiar las mareas de un conflicto que había durado demasiado tiempo.
La espera por la comida pasaba rápidamente mientras Octojin consideraba su futuro, inspirado por la posibilidad de ser más que solo un guerrero del mar, sino un embajador, un puente. Quizás, justo quizás, había encontrado en Atlas no solo un camarada sino también un catalizador para el cambio que tanto necesitaba su gente.
—Creo que has terminado de abrirme los ojos, Atlas. Creo que pronto tendrás noticias mías… Solo necesito algo de tiempo.
Sin más dilación, el gyojin empezó a comer de una manera mucho más sosegada de lo que lo hubiera hecho de estar solo. A fin de cuentas, tenía que comportarse delante del humano. ¿Y si ahora le veía comer como un animal? Tiraría de prejuicios y pensaría que, pese a todo, ¿no dejaba de ser una bestia?
El tiburón suspiró. Aquello iba a ser mucho más difícil de lo que pensaba. Siempre iba a tener una voz interna haciéndole actuar de una manera políticamente correcta para no tener que sufrir más miradas horrorizadas. Ojalá aquello acabase en algún momento. Y ojalá fuese en el mejor sentido posible.
La verdad es que la voz de Ogino anunciando los platos del día sonaba como una canción para los hambrientos oídos de los allí presentes. Atún, salmón y trucha, palabras que resonaban en la mente del gyojin como promesas de un festín. No pudo evitar sonreír ante la oferta, sintiendo cómo el estómago le rugía en anticipación. Había pedido otros manjares pero ahora el hombre le hacía dudar.
Mientras Ogino se retiraba a preparar la comida, Octojin se sentía cada vez más cómodo en su asiento, contemplando el interior del local. Su mirada se detenía en cada detalle, desde los nudos de las redes hasta los bordes desgastados de las fotografías, cada uno contando historias del mar que tan bien conocía.
Atlas continuaba hablando, su voz llevaba un tono de comprensión y frustración sobre la situación actual entre los habitantes del mar y los de la superficie. Octojin escuchaba atentamente, procesando cada palabra. La idea de ser el puente entre dos mundos era a la vez intimidante y emocionante. No era ajeno al conflicto, pero la perspectiva de Atlas sobre buscar una resolución pacífica resonaba con algo dentro de él. Quizás, pensaba, había llegado el momento de considerar un cambio, de tomar un nuevo rol que nunca había imaginado.
En ese momento, su atención se desvió brevemente hacia el movimiento de Ogino en la cocina, el sonido del aceite chisporroteando y el olor del pescado cocinándose, anticipando el placer de un buen alimento. Pero la mente de Octojin ya había comenzado a trabajar en las palabras de Atlas, reflexionando sobre cómo podría, a su manera única, comenzar a cambiar las mareas de un conflicto que había durado demasiado tiempo.
La espera por la comida pasaba rápidamente mientras Octojin consideraba su futuro, inspirado por la posibilidad de ser más que solo un guerrero del mar, sino un embajador, un puente. Quizás, justo quizás, había encontrado en Atlas no solo un camarada sino también un catalizador para el cambio que tanto necesitaba su gente.
—Creo que has terminado de abrirme los ojos, Atlas. Creo que pronto tendrás noticias mías… Solo necesito algo de tiempo.
Sin más dilación, el gyojin empezó a comer de una manera mucho más sosegada de lo que lo hubiera hecho de estar solo. A fin de cuentas, tenía que comportarse delante del humano. ¿Y si ahora le veía comer como un animal? Tiraría de prejuicios y pensaría que, pese a todo, ¿no dejaba de ser una bestia?
El tiburón suspiró. Aquello iba a ser mucho más difícil de lo que pensaba. Siempre iba a tener una voz interna haciéndole actuar de una manera políticamente correcta para no tener que sufrir más miradas horrorizadas. Ojalá aquello acabase en algún momento. Y ojalá fuese en el mejor sentido posible.