Hyun Yeon
Tsubaki no Ken
11-09-2024, 08:43 PM
Los clavos del timón son de madera para evitar el óxido, pero con la humedad (que ha hecho que se hinchen) y los percebes, extraerlos es complicado. Te lleva algo más de tiempo del que esperabas, pero finalmente extraes todas las piezas y las ocultas en las profundidades del puerto. Solo queda esperar que el gyojin de la tripulación pirata no sea también carpintero. Tras eso te posicionas entre el barco y el muelle, quedado oculto junto a una escalera de piedra. De vez en cuando escuchas ruidos que te llaman la atención entre los sonidos del trabajo en el puerto. Al principio no terminas de situar exactamente dónde los has escuchado antes, hasta que el inconfundible sonido de una carabina marine reglamentaria te llega desde el barco. La redada ya ha comenzado.
El camino más evidente es subiendo las escaleras y cruzando la pasarela de embarque, aunque tal vez tengas otros planes sobre cómo subir. En cualquier caso, en el momento en que subas a cubierta (si no tomas otro rumbo) te encontrarás con cinco de tus compañeros manteniendo la posición junto a la entrada de la carpa. Se han parapetado con unas cajas, dos a un lado y tres al otro, manteniendo a los piratas a raya a base de disparos. Parece que intentan evitar evitar que lleguen a la carpa o la pasarela, no tienes claro si para evitar que huyan del barco o que entren en la carpa. El olor de la pólvora inunda tu nariz. No ves por ningún lado a la sargento Abott ni al resto del pelotón.
Los piratas, por otro lado, son poco ortodoxos. No son lo que esperarías de una banda de forajidos de alta mar. Sus ropas y aspecto general es más propio de gimnastas y artistas circenses y sus armas no parecen armas. Son pesas, halteras, pértigas y herramientas similares. La preferencia de los piratas por esta extraña elección de armamento no favorece acercarse a una posición defendida por armas de fuego, así que se mantienen a cierta distancia. Al principio, al menos. Escuchas unos pasos pesados sobre la madera y desde el castillo de popa llega un hombre de piel oscura de más de dos metros de alto con una camiseta de asas a rallas azules y blancas. El hombre porta dos enormes pesas rusas. Con una risotada, dice -¡No os preocupéis, compañeros! Yo os abro paso - entonces traza un arco con su brazo derecho y lanza una de las pesas contra la barricada improvisada de la derecha. El proyectil destroza la madera de las cajas como si fuese papel, derribando a los tres marines. Si estás cerca, tendrás que cubrirte de alguna manera para evitar los afilados fragmentos de madera. No son lo bastante grandes como para causarte heridas serias por sí solos, pero son muchos y probablemente te hagan sangrar un poco (causan [hemorragia leve] si te dan).
Mientras tanto, aprovechando el caos causando por el enorme forzudo, cinco piratas echan a correr desde cada lado hacia las posiciones de tus compañeros. Uno de ellos está totalmente fuera de combate. Ha recibido el impacto de la bola y está inconsciente, con un hilo de sangre cayendo desde una herida en su cabeza. Los otros dos de ese lado se han clavado astillas y están derribados y aturdidos. Los que cubrían el lado izquierdo han sido tomados por sorpresa, pero están relativamente intactos salvo por unas heridas menores. A la desesperada, alzan sus carabinas y comienzan a disparar contra los piratas que llegan desde su lado para intentar contenerlos.
El camino más evidente es subiendo las escaleras y cruzando la pasarela de embarque, aunque tal vez tengas otros planes sobre cómo subir. En cualquier caso, en el momento en que subas a cubierta (si no tomas otro rumbo) te encontrarás con cinco de tus compañeros manteniendo la posición junto a la entrada de la carpa. Se han parapetado con unas cajas, dos a un lado y tres al otro, manteniendo a los piratas a raya a base de disparos. Parece que intentan evitar evitar que lleguen a la carpa o la pasarela, no tienes claro si para evitar que huyan del barco o que entren en la carpa. El olor de la pólvora inunda tu nariz. No ves por ningún lado a la sargento Abott ni al resto del pelotón.
Los piratas, por otro lado, son poco ortodoxos. No son lo que esperarías de una banda de forajidos de alta mar. Sus ropas y aspecto general es más propio de gimnastas y artistas circenses y sus armas no parecen armas. Son pesas, halteras, pértigas y herramientas similares. La preferencia de los piratas por esta extraña elección de armamento no favorece acercarse a una posición defendida por armas de fuego, así que se mantienen a cierta distancia. Al principio, al menos. Escuchas unos pasos pesados sobre la madera y desde el castillo de popa llega un hombre de piel oscura de más de dos metros de alto con una camiseta de asas a rallas azules y blancas. El hombre porta dos enormes pesas rusas. Con una risotada, dice -¡No os preocupéis, compañeros! Yo os abro paso - entonces traza un arco con su brazo derecho y lanza una de las pesas contra la barricada improvisada de la derecha. El proyectil destroza la madera de las cajas como si fuese papel, derribando a los tres marines. Si estás cerca, tendrás que cubrirte de alguna manera para evitar los afilados fragmentos de madera. No son lo bastante grandes como para causarte heridas serias por sí solos, pero son muchos y probablemente te hagan sangrar un poco (causan [hemorragia leve] si te dan).
Mientras tanto, aprovechando el caos causando por el enorme forzudo, cinco piratas echan a correr desde cada lado hacia las posiciones de tus compañeros. Uno de ellos está totalmente fuera de combate. Ha recibido el impacto de la bola y está inconsciente, con un hilo de sangre cayendo desde una herida en su cabeza. Los otros dos de ese lado se han clavado astillas y están derribados y aturdidos. Los que cubrían el lado izquierdo han sido tomados por sorpresa, pero están relativamente intactos salvo por unas heridas menores. A la desesperada, alzan sus carabinas y comienzan a disparar contra los piratas que llegan desde su lado para intentar contenerlos.