Alguien dijo una vez...
Bon Clay
Incluso en las profundidades del infierno.. la semilla de la amistad florece.. dejando volar pétalos sobre las olas del mar como si fueran recuerdos.. Y algún día volverá a florecer.. ¡Okama Way!
[Aventura] [A - T3] Quien a hiero mata, a hierro muere.
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Nunca subestimes el poder de la palabra. El gruñido de aquel trabajador fue lo suficientemente positivo como para que Airgid entendiera que acababa de darle el permiso de pasar al barco. Había un curioso y familiar caos en la cubierta, cualquier otra persona se agobiaría sin entender la organización que realmente había detrás de todo ello. Pero Airgid estaba acostumbrada al desorden, su propio estilo de vida era así, y sabía que incluso dentro del caos se podía ser metódico. Ella al menos solo sabía trabajar de esa forma.

Era como si acaba de entrar en otro mundo, un ecosistema diferente a todo lo que había visto anteriormente. Mientras se hacía paso a través de la gente, podía observar cómo se relacionaban entre ellos, cómo trabajaban y casi cómo vivían. Todos parecían duros como el acero y le rezaban a un dios propio, parecían no necesitar a nadie más, ni al resto de la sociedad. Vivían con sus propias reglas. Lo respetaba casi todo, menos el aspecto del dios. Había tenido malas experiencias en el pasado con ese tipo de sectas religiosas... ¿aunque qué religión no era una secta? Bueno, este no era el tema.

Fue pasando por la cubierta, mirando un poco a todos los lugares que le llamaban la atención. Personas, madres, y también aquellos pozos que al asomarse daban lugar a piscinas de metal fundido. Ojalá ella pudiera contar con un equipo así para poder fabricar sus inventos, sería mucho más rápido, desde luego. Y finalmente encontró una enorme puerta de metal -cómo no-, abierta de par en par y coronada con el símbolo de unos martillos en la parte superior. Tras el umbral de la puerta se encontraban las escaleras que descendían hacia el interior del barco, y la emoción le puso a Airgid los vellos de punta. Se mordió la lengua, tratando de reprimirse visualmente y respiró profundamente antes de adentrarse y comenzar a bajar las escaleras a base de saltitos, agarrando bien su mochila.

Las escaleras eran largas, la rubia estuvo un rato bajándolas hasta que acabó llegando a una amplia sala, limpia y de forma circular con una gran y redonda mesa en el centro de la misma. Había una buena cantidad de personas allí sentadas, lo suficientemente ocupadas como para no prestarle demasiada atención a la presencia de Airgid. Quizás estaban acostumbrados a que los trabajadores pasaran por allí de vez en cuando. En las paredes pudo ver varias puertas cerradas también redondas, a saber a dónde conducirían. Pero lo más llamativo sin duda, el elefante en la habitación, era aquel hombre que colgaba de una cruz metálica del techo y que estaba tan herido que estaba dejando la mesa bonita de sangre. No conocía su nombre ni nada, pero... una intuición le dijo que aquel hombre debía ser el compañero que la médica herida le había pedido que ayudara, ese tal Curtis que se había quedado encerrado en el barco. "Joder, ¿no podía estar en un sitio menos cantoso? ¿Más escondidito?", pensó la rubia para sus entrañas. Volvió a morderse la lengua, nerviosa, sin saber cómo reaccionar y quedándose paralizada contra la pared más cercana de la escalera.

¿Cómo iba a ayudarle en esa situación? Podría volver a intentar ser carismática, crear alguna excusa o alguna mentira que les hiciese creer que debían soltar a ese hombre. O podía directamente liarse a tiros con todo el mundo, pero aunque pudiera sobrevivir a un enfrentamiento entre las personas de la mesa, todo el puto barco estaba a reventar de gente. Quizás no era lo más inteligente... también podría intentar buscar primero la fruta que efectivamente, había venido a buscar. Quizás pudiera encontrarla y quizás podría usarla para ayudarle a salir de allí, aunque no tenía aún ni idea de qué tipo de fruta se iba a encontrar, de qué poder le otorgaría... Tantas posibilidades de que el plan saliera mal, tan pocas de que pudiera salir de allí con Curtis y la fruta a la vez...

Quizás podía, antes de tomar ninguna decisión, intentar tantear un poco el terreno. Aquellas personas sentadas a la mesa hablaban de forma animada, no parecían estar discutiendo nada de demasiada importancia. Puede que no se molestaran de tener a otra participante en su pequeña conversación. Se acercó un poco, dando unos saltitos. — ¡Hey, tíos! ¿Qué ha pasao? ¿Quién es ese desgraciao? — Preguntó, uniéndose a la charla y señalando con una mano al tío que colgaba del techo. — Estaba fuera en el faro, currando, así que no me he enterao de nada, ¿ha intentao robarnos o algo? — Nunca estaba de más intentar obtener algo de información con la que poder jugar, dar a entender que obviamente era una aliada más. A pesar de que charlaba con tranquilidad y normalidad, no podía evitar estar algo tensa. Pendiente, atenta, por si acaso alguno de ellos intentara atacarla. No se terminaba de fiar que su don de palabras funcionara siempre.

Resumen
#8


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RE: [A - T3] Quien a hiero mata, a hierro muere. - por Airgid Vanaidiam - 12-09-2024, 01:26 AM

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