Silver D. Syxel
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12-09-2024, 02:32 AM
Silver mantenía su sonrisa cordial mientras seguía sirviendo las bebidas, consciente de que la mujer que lideraba al grupo no era de las que se dejaban impresionar fácilmente. Su respuesta escueta le dejó claro que no obtendría mucho de ella a través de preguntas simples, pero eso no lo desanimó. Confiaba en su habilidad y su encanto para obtener lo que buscaba.
Mientras repartía las bebidas con destreza y rapidez, no perdió de vista a Katarina y su grupo. Había entendido que ella sería la clave para obtener detalles más jugosos, pero también debía jugar sus cartas con cuidado. Forzar una conversación podría ser contraproducente, así que decidió cambiar su enfoque, dejando que ella hablara entre los suyos mientras él se mantenía atento, escuchando sin ser demasiado intrusivo.
—Aquí tienes, disfruta —dijo con una sonrisa al entregarle un tarro a uno de los balleneros que estaba cerca de la mujer, esperando que su proximidad le permitiera captar algún detalle de la conversación.
Aunque el tema principal parecía girar en torno a la pesca y los tratos con alguien llamado Gaultier, estaba seguro de que había más de lo que se decía en ese momento. De vez en cuando captaba palabras que indicaban que había otros asuntos en juego. Y su instinto le decía que esa subasta de la que había escuchado antes podría estar relacionada con algo mucho más importante.
A medida que la noche avanzaba y la taberna se llenaba aún más de vida, el capitán encontró un momento para acercarse a Balagus. Quería compartir con su compañero la información descubierta para ponerlo sobre aviso y que también estuviese atento. Al pasar junto a él mientras llevaba más jarras a las mesas, se inclinó ligeramente, aprovechando para compartir lo que había oído.
—Tengo algo interesante —murmuró con tono bajo, lo suficientemente discreto como para que solo Balagus pudiera escucharlo—. Están hablando de una subasta. Monti y Ralph podrían estar involucrados... No he podido averiguar todos los detalles, pero parece que podría haber algo grande en marcha.
Cuando su compañero le devolvió la mirada, notó que había algo más. Sin necesidad de demasiadas palabras, entendió que también Balagus había escuchado algo relevante. El gigante asintió con gravedad, acercándose un poco más para poder hablar sin levantar sospechas.
La información que intercambiaron confirmó las sospechas del pirata. Las piezas del rompecabezas empezaban a encajar, pero aún les faltaban los detalles más importantes. Las desapariciones, la subasta y la implicación de los balleneros sugerían que algo mucho más turbio estaba ocurriendo en las sombras de Oykot.
—Parece que vamos a tener que quedarnos un poco más y ver qué más podemos sacar de aquí —murmuró, antes de volver a su tarea con aire despreocupado.
Aunque su exterior seguía siendo el de un camarero servicial, la mente de Syxel trabajaba rápidamente. La noche aún guardaba secretos, y no pensaba marcharse del lugar sin antes averiguar todo lo posible. La sutileza sería su mejor arma en ese momento. Había captado información importante, pero no era suficiente. Si quería obtener los detalles cruciales, tendría que ganarse la confianza de la persona más influyente del grupo: Katarina. Y para ello, tendría que cambiar de táctica.
Tras intercambiar miradas e información con Balagus, el capitán decidió que era hora de hacer otro intento, esta vez utilizando sus encantos más directamente. Con movimientos fluidos, volvió a acercarse a la mesa de la líder de los pescadores, observándola con una mezcla de interés genuino y encanto, algo que siempre le había dado buenos resultados. Una mujer como ella, acostumbrada a los brutos locales, valoraría a alguien que supiera cómo tratarla con respeto pero sin sumisión.
—Parece que tu tripulación está disfrutando bastante —comentó, inclinándose levemente hacia ella, aunque manteniendo una distancia respetuosa—. No es fácil mantener a tantos satisfechos, pero parece que tú sabes cómo hacerlo.
La líder de los balleneros levantó la vista, arqueando una ceja. Aunque no respondió de inmediato, Silver creyó notar que su comentario había captado su atención. Con una leve sonrisa, se aseguró de mantener el contacto visual, dejando claro que su interés iba más allá de las meras cortesías.
—Siempre me ha fascinado cómo alguien con tanta responsabilidad maneja a un grupo tan... vivo —continuó, mientras llenaba su jarra de nuevo—. Debe ser un trabajo duro, pero no todos tienen esa capacidad.
Katarina soltó una risa seca, como si el comentario le resultara divertido, pero también halagador.
—Tú hablas mucho para ser solo un camarero —respondió, finalmente mirándolo con más atención.
Syxel aprovechó ese momento. Sabía que, una vez que el hielo estaba roto, podía empezar a indagar un poco más. Pero aún debía ser sutil. Si intentaba sacar información de forma brusca, echaría a perder sus esfuerzos.
—Digamos que soy más que eso —admitió con una sonrisa confiada—. Al igual que tú eres más que solo una capitana. Siempre hay más debajo de la superficie.
Katarina lo miró fijamente durante unos segundos antes de tomar otro trago. Silver sabía que tenía que ser paciente, pero también estaba seguro de que había abierto una pequeña puerta hacia una conversación más profunda. Ahora solo debía esperar el momento adecuado para hacer las preguntas correctas, y asegurarse de que ella sintiera que tenía el control de la situación.
—Si me necesitas para algo más —añadió, retrocediendo un paso mientras levantaba su jarra hacia ella—, no dudes en pedírmelo. Estoy para lo que haga falta.
Mientras se alejaba para atender otras mesas, notó que Katarina seguía observándolo. Había plantado una semilla. La cuestión ahora era esperar a ver si daba frutos.
Mientras repartía las bebidas con destreza y rapidez, no perdió de vista a Katarina y su grupo. Había entendido que ella sería la clave para obtener detalles más jugosos, pero también debía jugar sus cartas con cuidado. Forzar una conversación podría ser contraproducente, así que decidió cambiar su enfoque, dejando que ella hablara entre los suyos mientras él se mantenía atento, escuchando sin ser demasiado intrusivo.
—Aquí tienes, disfruta —dijo con una sonrisa al entregarle un tarro a uno de los balleneros que estaba cerca de la mujer, esperando que su proximidad le permitiera captar algún detalle de la conversación.
Aunque el tema principal parecía girar en torno a la pesca y los tratos con alguien llamado Gaultier, estaba seguro de que había más de lo que se decía en ese momento. De vez en cuando captaba palabras que indicaban que había otros asuntos en juego. Y su instinto le decía que esa subasta de la que había escuchado antes podría estar relacionada con algo mucho más importante.
A medida que la noche avanzaba y la taberna se llenaba aún más de vida, el capitán encontró un momento para acercarse a Balagus. Quería compartir con su compañero la información descubierta para ponerlo sobre aviso y que también estuviese atento. Al pasar junto a él mientras llevaba más jarras a las mesas, se inclinó ligeramente, aprovechando para compartir lo que había oído.
—Tengo algo interesante —murmuró con tono bajo, lo suficientemente discreto como para que solo Balagus pudiera escucharlo—. Están hablando de una subasta. Monti y Ralph podrían estar involucrados... No he podido averiguar todos los detalles, pero parece que podría haber algo grande en marcha.
Cuando su compañero le devolvió la mirada, notó que había algo más. Sin necesidad de demasiadas palabras, entendió que también Balagus había escuchado algo relevante. El gigante asintió con gravedad, acercándose un poco más para poder hablar sin levantar sospechas.
La información que intercambiaron confirmó las sospechas del pirata. Las piezas del rompecabezas empezaban a encajar, pero aún les faltaban los detalles más importantes. Las desapariciones, la subasta y la implicación de los balleneros sugerían que algo mucho más turbio estaba ocurriendo en las sombras de Oykot.
—Parece que vamos a tener que quedarnos un poco más y ver qué más podemos sacar de aquí —murmuró, antes de volver a su tarea con aire despreocupado.
Aunque su exterior seguía siendo el de un camarero servicial, la mente de Syxel trabajaba rápidamente. La noche aún guardaba secretos, y no pensaba marcharse del lugar sin antes averiguar todo lo posible. La sutileza sería su mejor arma en ese momento. Había captado información importante, pero no era suficiente. Si quería obtener los detalles cruciales, tendría que ganarse la confianza de la persona más influyente del grupo: Katarina. Y para ello, tendría que cambiar de táctica.
Tras intercambiar miradas e información con Balagus, el capitán decidió que era hora de hacer otro intento, esta vez utilizando sus encantos más directamente. Con movimientos fluidos, volvió a acercarse a la mesa de la líder de los pescadores, observándola con una mezcla de interés genuino y encanto, algo que siempre le había dado buenos resultados. Una mujer como ella, acostumbrada a los brutos locales, valoraría a alguien que supiera cómo tratarla con respeto pero sin sumisión.
—Parece que tu tripulación está disfrutando bastante —comentó, inclinándose levemente hacia ella, aunque manteniendo una distancia respetuosa—. No es fácil mantener a tantos satisfechos, pero parece que tú sabes cómo hacerlo.
La líder de los balleneros levantó la vista, arqueando una ceja. Aunque no respondió de inmediato, Silver creyó notar que su comentario había captado su atención. Con una leve sonrisa, se aseguró de mantener el contacto visual, dejando claro que su interés iba más allá de las meras cortesías.
—Siempre me ha fascinado cómo alguien con tanta responsabilidad maneja a un grupo tan... vivo —continuó, mientras llenaba su jarra de nuevo—. Debe ser un trabajo duro, pero no todos tienen esa capacidad.
Katarina soltó una risa seca, como si el comentario le resultara divertido, pero también halagador.
—Tú hablas mucho para ser solo un camarero —respondió, finalmente mirándolo con más atención.
Syxel aprovechó ese momento. Sabía que, una vez que el hielo estaba roto, podía empezar a indagar un poco más. Pero aún debía ser sutil. Si intentaba sacar información de forma brusca, echaría a perder sus esfuerzos.
—Digamos que soy más que eso —admitió con una sonrisa confiada—. Al igual que tú eres más que solo una capitana. Siempre hay más debajo de la superficie.
Katarina lo miró fijamente durante unos segundos antes de tomar otro trago. Silver sabía que tenía que ser paciente, pero también estaba seguro de que había abierto una pequeña puerta hacia una conversación más profunda. Ahora solo debía esperar el momento adecuado para hacer las preguntas correctas, y asegurarse de que ella sintiera que tenía el control de la situación.
—Si me necesitas para algo más —añadió, retrocediendo un paso mientras levantaba su jarra hacia ella—, no dudes en pedírmelo. Estoy para lo que haga falta.
Mientras se alejaba para atender otras mesas, notó que Katarina seguía observándolo. Había plantado una semilla. La cuestión ahora era esperar a ver si daba frutos.