Enith Nazashi
Nith
29-07-2024, 05:39 AM
Desperté cubierto de telarañas, con la boca sellada. Los cristales brillaban como la katana rota de mi sueño, De repente, vi grandes arañas acercándose, incluida la que acaricié antes. Me liberaron de las telarañas y me llevaron hasta una enorme araña reina.
Me arrodillé ante ella, pidiendo su ayuda para aprender sobre venenos y usar mi katana contra el mono serpiente, Ella asintió y comenzamos.
Recolecté veneno en frascos mientras la reina me enseñaba.
Entrenamos intensamente, me defendía de sus ataques con la katana, esquivando y bloqueando hasta caer exhausto, cuando detuvo su ataque justo antes de alcanzarme, supe que había terminado el entrenamiento. Volví a mi cama y dormí profundamente.
Al día siguiente, busqué flores curativas para tratar mis heridas. mi araña amiga, me acompañó Obi decidíidi que se llamaría . Al regresar, escuché el rugido del mono serpiente y comprendí por qué las arañas se escondían, le temían. Decidí que debía derrotarlo para liberarlas.
La reina me mostró más venenos, pero el suyo era el más poderoso. Le prometí que liberaría a todas las arañas si derrotaba al mono. Ellas respondieron con levantando sus patas, animándome a no fallarles. Pasé un mes entrenando, aprendiendo a usar la katana con precisión y a aprovechar los venenos.
Finalmente, decidí que era hora de enfrentar al mono serpiente. Me vestí con mi túnica negra, katana en mano, y una botella de ron de Vijey en mi cinturón. Salí de la cueva, despedido por las arañas, y caminé hasta escuchar sus rugidos.
El mono serpiente era rápido, pero logré esquivar sus ataques. Lo herí con mi katana envenenada, pero apenas le afectó. yo estaba agotado y golpeado, pero recordé el ron. Bebí un poco, agudizando mis sentidos. Cuando el mono se abalanzó para atacarme, logré atravesar su corazón con mi katana.
Desperté en la cueva, rodeado de arañas, había ganado. Me quedé unos días para recuperarme y luego partí, agradeciendo a las arañas por su ayuda. Salí de la selva con la cabeza en alto, habiendo superado no solo al mono serpiente, sino a mis propios miedos.
Llegué a la bahía, cegado por la luz del sol, sabiendo que había superado una gran prueba. Había encontrado una nueva fuerza en mí mismo y un inesperado grupo de amigos arácnidos.
Me arrodillé ante ella, pidiendo su ayuda para aprender sobre venenos y usar mi katana contra el mono serpiente, Ella asintió y comenzamos.
Recolecté veneno en frascos mientras la reina me enseñaba.
Entrenamos intensamente, me defendía de sus ataques con la katana, esquivando y bloqueando hasta caer exhausto, cuando detuvo su ataque justo antes de alcanzarme, supe que había terminado el entrenamiento. Volví a mi cama y dormí profundamente.
Al día siguiente, busqué flores curativas para tratar mis heridas. mi araña amiga, me acompañó Obi decidíidi que se llamaría . Al regresar, escuché el rugido del mono serpiente y comprendí por qué las arañas se escondían, le temían. Decidí que debía derrotarlo para liberarlas.
La reina me mostró más venenos, pero el suyo era el más poderoso. Le prometí que liberaría a todas las arañas si derrotaba al mono. Ellas respondieron con levantando sus patas, animándome a no fallarles. Pasé un mes entrenando, aprendiendo a usar la katana con precisión y a aprovechar los venenos.
Finalmente, decidí que era hora de enfrentar al mono serpiente. Me vestí con mi túnica negra, katana en mano, y una botella de ron de Vijey en mi cinturón. Salí de la cueva, despedido por las arañas, y caminé hasta escuchar sus rugidos.
El mono serpiente era rápido, pero logré esquivar sus ataques. Lo herí con mi katana envenenada, pero apenas le afectó. yo estaba agotado y golpeado, pero recordé el ron. Bebí un poco, agudizando mis sentidos. Cuando el mono se abalanzó para atacarme, logré atravesar su corazón con mi katana.
Desperté en la cueva, rodeado de arañas, había ganado. Me quedé unos días para recuperarme y luego partí, agradeciendo a las arañas por su ayuda. Salí de la selva con la cabeza en alto, habiendo superado no solo al mono serpiente, sino a mis propios miedos.
Llegué a la bahía, cegado por la luz del sol, sabiendo que había superado una gran prueba. Había encontrado una nueva fuerza en mí mismo y un inesperado grupo de amigos arácnidos.