Shiro
Ninguno
12-09-2024, 05:15 AM
El acero centelleó durante un instante y la persecución finalizó de forma tan abrupta como había comenzado. El ataque de Shiro había alcanzado a su objetivo a mitad de huida, ocasionándole tal herida en la pierna que no pudo aguantar el peso sobre la misma y terminó cayendo al suelo con un ruido sordo. - Ya no huyes más - pensó el espadachín mientras observaba atentamente al encapuchado darse la vuelta como podía.
- ¿Quién eres? ¿Por qué me estabas siguiendo? No sé qué quieres de mí, pero lamento decirte que sea lo que sea seguramente no pueda ayudarte, no soy más que un don nadie - dijo el tipo con voz entrecortada haciendo un esfuerzo por mantenerse consciente.
El estado lamentable del herido era más que patente, pero el peliblanco, siempre precavido, no le quitó el ojo de encima mientras terminaba de acortar distancias con él pensando en su próximo movimiento. Su idea inicial había sido apresarlo y luego dejárselo a Gretta y Qazan para que estos lo interrogaran cuando se reuniera con ellos de nuevo. Shiro había confiado en que solo con verlos se iba a sentir inclinado a responder a cualquiera de sus preguntas, pero el espadachín dejándose llevar por el frenesí del momento se había pasado con su ataque y ahora al tipo al que tenían que sacar información apenas le quedaba un hilo de vida. Todo comenzaba a torcerse, pero el cocinero sabía que no tenía que perder la calma y hacer algo antes de que se hubiese visto en todo este embrollo para nada.
- Te equivocas, aquí las preguntas las hago yo - dijo el espadachín con su habitual tono serio sin dejarse engañar por el tipo mientras enfundaba una de sus espadas. Gretta podía ser muchas cosas, pero si había algo que la caracterizase, además del tremendo apetito, era su bocaza. Esa cabeza porcina no tenía filtro alguno, por lo que si decía que había escuchado algo de un tesoro, el cocinero la creía. - Y tiene pinta que no tenemos mucho tiempo - continuaría señalándole la pierna con la punta de la espada que aún tenía en la mano, llegando a rozar la misma en un intento de recalcar que no tenía muchas más opciones que escucharlo si no quería que le pasara algo peor.
Shiro tenía que buscar una manera de sacarle la información al tipo con el poco tiempo que le quedaba, por lo que no le quedaba otra que atajar el problema cuanto antes y optó por el engaño para llevarlo a cabo. - Aquí tengo una medicina especial hecha por el médico de mi banda que podría ayudarte a cortar esa hemorragia en un instante - mintió mientras sacaba el botecito de ungüento para las quemaduras que siempre llevaba consigo. - Incluso podrías salvar la pierna si te atienden rápido… - continuó con la mentira mientras hacía ademán de acercarle el bote un poco, pero manteniéndolo fuera de su alcance. - Así que decide rápido qué vale más, si la información que tienes de ese tesoro del que hablabas en el puerto o la oportunidad de poder salvarte.
El espadachín no sabía si la estratagema iba a funcionar, pero dado al poco tiempo y recursos de los que disponía, fue lo mejor que se le ocurrió. Además, Shiro no quería demorarse mucho más allí. Podría aparecer cualquiera y dar alarma de lo sucedido, estropeándolo todo.
- Tic… Tac… Tic… Tac… - dijo metiéndole prisas mientras daba pequeños golpecitos con la uña al bote de la supuesta medicina milagrosa al compás al que hablaba.
- ¿Quién eres? ¿Por qué me estabas siguiendo? No sé qué quieres de mí, pero lamento decirte que sea lo que sea seguramente no pueda ayudarte, no soy más que un don nadie - dijo el tipo con voz entrecortada haciendo un esfuerzo por mantenerse consciente.
El estado lamentable del herido era más que patente, pero el peliblanco, siempre precavido, no le quitó el ojo de encima mientras terminaba de acortar distancias con él pensando en su próximo movimiento. Su idea inicial había sido apresarlo y luego dejárselo a Gretta y Qazan para que estos lo interrogaran cuando se reuniera con ellos de nuevo. Shiro había confiado en que solo con verlos se iba a sentir inclinado a responder a cualquiera de sus preguntas, pero el espadachín dejándose llevar por el frenesí del momento se había pasado con su ataque y ahora al tipo al que tenían que sacar información apenas le quedaba un hilo de vida. Todo comenzaba a torcerse, pero el cocinero sabía que no tenía que perder la calma y hacer algo antes de que se hubiese visto en todo este embrollo para nada.
- Te equivocas, aquí las preguntas las hago yo - dijo el espadachín con su habitual tono serio sin dejarse engañar por el tipo mientras enfundaba una de sus espadas. Gretta podía ser muchas cosas, pero si había algo que la caracterizase, además del tremendo apetito, era su bocaza. Esa cabeza porcina no tenía filtro alguno, por lo que si decía que había escuchado algo de un tesoro, el cocinero la creía. - Y tiene pinta que no tenemos mucho tiempo - continuaría señalándole la pierna con la punta de la espada que aún tenía en la mano, llegando a rozar la misma en un intento de recalcar que no tenía muchas más opciones que escucharlo si no quería que le pasara algo peor.
Shiro tenía que buscar una manera de sacarle la información al tipo con el poco tiempo que le quedaba, por lo que no le quedaba otra que atajar el problema cuanto antes y optó por el engaño para llevarlo a cabo. - Aquí tengo una medicina especial hecha por el médico de mi banda que podría ayudarte a cortar esa hemorragia en un instante - mintió mientras sacaba el botecito de ungüento para las quemaduras que siempre llevaba consigo. - Incluso podrías salvar la pierna si te atienden rápido… - continuó con la mentira mientras hacía ademán de acercarle el bote un poco, pero manteniéndolo fuera de su alcance. - Así que decide rápido qué vale más, si la información que tienes de ese tesoro del que hablabas en el puerto o la oportunidad de poder salvarte.
El espadachín no sabía si la estratagema iba a funcionar, pero dado al poco tiempo y recursos de los que disponía, fue lo mejor que se le ocurrió. Además, Shiro no quería demorarse mucho más allí. Podría aparecer cualquiera y dar alarma de lo sucedido, estropeándolo todo.
- Tic… Tac… Tic… Tac… - dijo metiéndole prisas mientras daba pequeños golpecitos con la uña al bote de la supuesta medicina milagrosa al compás al que hablaba.