Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
12-09-2024, 03:58 PM
Asradi saboreó cada bocado del desayuno que Ragn le había preparado, notando cómo el dulzor de la miel se combinaba a la perfección con la suavidad del huevo. ¡Era una receta milenaria! La mezcla era inusualmente deliciosa, una armonía entre lo dulce y lo salado que no esperaba encontrar en las manos de un guerrero vikingo. Alzó la vista, sorprendida, observando cómo Ragn, con su imponente figura, se movía con una destreza y delicadeza que contradecía su apariencia ruda y sus cicatrices de batalla. Mirar a la mujer directamente a los ojos, tuvo una reacción en su miembro casi instintiva. No recordaba que fuera tan atractiva ... Intentó apartar la mirada. A pesar de su tamaño y su fama como guerrero feroz, manejaba los ingredientes como si se tratara de una obra de arte, muy diferente que a las mujeres, que o era demasiado bruto o su físico tenía extrañas respuestas a cosas comunes como una agradable mirada.
El contraste era fascinante. Las manos que blandían hachas y espadas, que defendían a quién merecía ser defendido en el fragor de la batalla, eran las mismas que ahora batían huevos, vertían miel con precisión, y preparaban platos que bien podrían ser servidos en los banquetes de la realeza. Ragn no era solo un guerrero, había en él un refinamiento oculto, una faceta que rara vez mostraba, pero que ahora brillaba ante los ojos de Asradi. ¿Su estilo preferido? los que tuvieran que ver con carne y por supuesto, peces. Era su oficio, pescar, así que la mayoría de sus grandes platos tenían que ver con ello.
La joven entendió en silencio lo que tuvo que hacer Ragn para prepararlo, concentrado en esos últimos detalles de la comida, mostrando una paciencia y una atención que le resultaban cautivadoras. Para alguien acostumbrado a una vida muy diferente a la que tenían los demás, Ragn demostraba un sorprendente respeto por las artes culinarias, como si en cada plato pusiera el mismo cuidado que pondría en la conquista de una mujer o en las curvas de Rompetormentas. — Tú salvarrr mi vida. No olvidarrr.— La miró fijamente. — ¡Yo prreparrrar cossina para tí siempre que pueda! — Volvió a golpear la mesa y volvió a sentirse un poco mal. Contestó ligeramente con una sonrisa que acompañó la de la fémina. Tanto ella como Airgid, merecían toda la atención posible en lo mejor que se le daba al rubio, en este caso era la cocina. Si viajaban junto a Ragn, jamás les faltaría un refinado plato de comida en la mesa.
Como si fuera algo muy común, se levantó, tomó a Asradi por las caderas y la levantó ligeramente. La transportó como si fuera un sofá hasta la puerta de salida y una vez fuera, la subió a hombros. Depositando su trasero sobre el hombro derecho. — Debe pesar entre cuarenta o cincuenta kilos. — Pensamiento intrusivo detectado. Comenzó a caminar de camino al evento, emocionado. — ¿Querrer irrr algún lugarr antess? — Preguntó, esta vez sin mirarla, pues era complicado, tendría que partirse el cuello.
El contraste era fascinante. Las manos que blandían hachas y espadas, que defendían a quién merecía ser defendido en el fragor de la batalla, eran las mismas que ahora batían huevos, vertían miel con precisión, y preparaban platos que bien podrían ser servidos en los banquetes de la realeza. Ragn no era solo un guerrero, había en él un refinamiento oculto, una faceta que rara vez mostraba, pero que ahora brillaba ante los ojos de Asradi. ¿Su estilo preferido? los que tuvieran que ver con carne y por supuesto, peces. Era su oficio, pescar, así que la mayoría de sus grandes platos tenían que ver con ello.
La joven entendió en silencio lo que tuvo que hacer Ragn para prepararlo, concentrado en esos últimos detalles de la comida, mostrando una paciencia y una atención que le resultaban cautivadoras. Para alguien acostumbrado a una vida muy diferente a la que tenían los demás, Ragn demostraba un sorprendente respeto por las artes culinarias, como si en cada plato pusiera el mismo cuidado que pondría en la conquista de una mujer o en las curvas de Rompetormentas. — Tú salvarrr mi vida. No olvidarrr.— La miró fijamente. — ¡Yo prreparrrar cossina para tí siempre que pueda! — Volvió a golpear la mesa y volvió a sentirse un poco mal. Contestó ligeramente con una sonrisa que acompañó la de la fémina. Tanto ella como Airgid, merecían toda la atención posible en lo mejor que se le daba al rubio, en este caso era la cocina. Si viajaban junto a Ragn, jamás les faltaría un refinado plato de comida en la mesa.
Como si fuera algo muy común, se levantó, tomó a Asradi por las caderas y la levantó ligeramente. La transportó como si fuera un sofá hasta la puerta de salida y una vez fuera, la subió a hombros. Depositando su trasero sobre el hombro derecho. — Debe pesar entre cuarenta o cincuenta kilos. — Pensamiento intrusivo detectado. Comenzó a caminar de camino al evento, emocionado. — ¿Querrer irrr algún lugarr antess? — Preguntó, esta vez sin mirarla, pues era complicado, tendría que partirse el cuello.