Hacía algún tiempo, había escuchado hablar de la leyenda de Momobami. Había estado trabajando algún tiempo como rescatador de navíos enfondados junto a Fugu, aquel Gyojin que cubrió el hueco de padre que nunca tuve. Durante este tiempo, Fugu me contaba que hacía cientos de años un enorme rey marino acumuló tanto poder que adquirió la capacidad de nadar en el aire, para ese ser no existía la diferencia entre mas y cielo pudiendo nadar a su antojo por donde quisiera. Aquello le valió el titulo del "rey ascendido", una metáfora que su tribu usaba para referirse al gran rey marino. El aprendizaje de esta leyenda era muy sencillo, su finalidad era incentivar y motivar a los Gyojins más pequeños de la tribu a esforzarse cada día más y más para, algún día, poder alcanzar sus metas y sus sueños. Sin embargo, esa leyenda no quedaba ahí, normalmente a los pequeños Gyojin se les cuenta solo este trozo de la historia, por suerte Fugu me adoptó en plena adolescencia, edad en la que sabía que podía contarme aún más sobre estos mitos y leyendas del East Blue.
Según padre, Momobami es el último refugio de este rey marino. La leyenda que el me contaba rezaba que, una vez cada quinientos años, por nuestro cielo sobre vuela un cometa muy particular de tonos violáceos y púrpuras. El gran rey marino vio como éste cometa se adentraba en sus dominios, y en un alarde de fuerza y poder, trató de destruirlo. Sin embargo para su sorpresa, no pudo hacerle el más mínimo rasguño al cuerpo celeste a la vez que del choque el gran rey quedó gravemente herido. Así fue como este se precipito desde lo más alto del cielo contra Momobami, abriendo así un enorme hueco en el centro de la isla del cual el rey marino jamás pudo escapar.
La leyenda también cuenta que a lo largo de los años infinidad de aventureros han querido hacerse con las escamas del rey marino, todo el mundo ha deducido que si sus escamas pudieron aguantar el golpe de un cometa, tienen un enorme valor en el mercado negro. Por contraparte jamás se ha sabido de nadie que haya vuelto con vida para contarlo. Esa es la Leyenda de Momobami que circula entre las tribus Gyojin, también cuentan que cuando éste cometa vuelva a verse en el cielo, los bancos de peces se multiplicarán dando con ello un periodo de abundancia que abarcaría las siguientes décadas.
Y ahí es donde entramos nosotros ahora, los piratas del Tenbatsu Kishidan. Una banda que habíamos formado entre unos cuantos locos de remate que queríamos alcanzar nuestros sueños, ver mundo, autorrealizarnos... O en mi caso tratar de cobrar venganza. A nuestros oídos había llegado cierta información muy jugosa, hace ya algunos días que los astrólogos han anunciado una profecía: esta noche, un cometa atravesará el cielo dejando una estela violeta, un cometa que tan solo se ve una vez cada quinientos años. Justo el mismo que vaticinan las leyendas sobre Momobami y el gran rey marino. Fue así como emprendimos la aventura de desentrañar los misterios que envolvían aquella isla, aunque cada uno teníamos motivaciones distintas, si bien tenía curiosidad por desvelar tanto misterio... Mi objetivo era más bien rapiñar todo tesoro que los anteriores exploradores se hubiesen dejado junto a sus cadáveres, y de paso si la propia isla escondía algún tesoro... Pues bienvenido sea.
Lance había dejado al mando del timón a Juuken, mi buen amigo había pasado estas ultimas semanas aprendiendo durante día y noche cómo navegar y parecía que se le daba particularmente bien, no estábamos teniendo contratiempos ni problemas durante el camino, de vez en cuando nos ordenaba cómo colocar las velas para aprovechar mejor la inercia del viento, esto no le hacía mucha gracia a Gretta, las órdenes y ella no se llevaban demasiado bien... Suerte que sigue enamorada hasta los cuernos de Shiro y éste sabía como calmar a la bestia cocinándole deliciosos platos que la cerda siempre quería pagarle con sexo duro y salvaje "Animo Shiro, eres nuestra esperanza para domar a la fiera". Pensaba para mi mismo cada vez que le veía entrando a la cocina apurado a encender los fogones para empezar a cocinar.
Antes de darnos cuenta ya podíamos ver en el horizonte la silueta de Momobami, Juuken nos dio instrucciones muy precisas para poder desembarcar sin problemas, por desgracia esto no sucedió tan así como así. - Qazan- Se dirigió a mi el pequeñajo-. Algo ha atascado el timón. ¿Puedes echarle un vistazo?-. Eso si era un problema. Apenas habíamos bautizado Er to´shulo y aquí el pelinegro ya me lo quería desgraciar. -A ver niño, ¿Qué has hecho ahora? Mira que te tengo cariño pero como te cargues er to’shulo te lanzo por la borda. - Dije mientras me acercaba al extremo de babor y de un salto me lanzaba al agua para ver qué estaba sucediendo. Con una ágil pirueta nadé rápido observando la parte inferior del casco para detectar que era lo que estaba haciendo que Juuken no pudiese controlar bien el navío. Tras una rápida revisión pude ver como una red de pesca se había quedado enroscada en la pala del timón, esto hacía que el pelinegro no pudiese virar el timón y con ello nos acabaríamos estampando. Me puse manos a la obra deshaciendo el nudo que se había formado en la red, suerte que mis dientes serrados fuesen perfectos para este tipo de cosas, me llevé parte de la red a la boca y con los dientes fui cortando trozo a trozo hasta dejar totalmente liberada la pala. Luego de aquello agarré uno de los peces que se había quedado atascado, me lo puse entre los dientes y volví directo a la superficie.
De un salto desde el agua me subí a cubierta, agarré el pez con la mano y se lo lancé a Juuken que en aquel momento se encontraba reajustando la trayectoria de Er to´shulo. -Arreglado, una red de pesca se había enganchado a mala leche en la pala-. Le dije mientras volvía a la vela que tenía asignada y seguía las instrucciones de mi compañero para poder atracar sin muchas complicaciones. Echamos el ancla nada más llegar y procedimos al desembarco. Me gustaba siempre ir bien provisto cuando no sabía con certeza cuanto tiempo iba a pasar fuera, así que antes de marchar a explorar la isla pasé por el lugar donde dormía y cogí mis pertenencias, luego pasé por la cocina de Shiro para agarrar un par de manzanas para el camino. Si bien habíamos comido hacía apenas una hora, nunca estaba de más.
Ya con todo bajé del barco de un salto cayendo así a la arena, casi como una premonición, me aparté varios metros para dejarle hueco a Gretta, mi buena amiga siempre sabía hacer las mejores entradas de superhéroes. Estando ya todos abajo nos adentramos en la isla, Juuken parecía tener miedo a la frondosidad de los arboles que nos rodeaban. -Juu, sube a mi hombro-. Seguramente subido a mi se sintiese más seguro que caminando por un lugar tan extraño y desconocido. Además también podía estar algo exhausto luego de tanta maniobra con el timón para poder atracar de la mejor manera posible.
Luego de un tiempo adentrándonos en la espesura del bosque, llegamos a una especie de entrada a una cueva. Juuken le preguntó a Lance si este era el lugar a donde teníamos que venir a parar. Luego de un gesto y unas palabras de Lance nos metimos todos a la cueva, nada más entrar unos escalones parecían descender a las mismas entrañas de la isla. No pude evitar tragar saliva al ver aquel lugar tan oscuro y sin final aparente. A mi mente de pronto volvieron algunos recuerdos del pasado, aquel pasado que no era capaz de recordar. Por algún motivo aquella extraña cueva había hecho que recordase todo aquel tormento que una vez había sufrido como esclavo.
Estaba absorto en mis pensamientos, reviviendo todas aquellas torturas, el daño que me habían causado a lo largo de los años en aquella asquerosa prisión mientras semana tras semana me ponían en venta ante asquerosos adinerados que solo querían reírse y mofarse de mi. Notaba como con aquello se me aceleraba el pulso aunque toda aquella situación se cortó de raiz justo en el momento en que las escaleras se desmoronaron y nos caímos al vacío.
Según padre, Momobami es el último refugio de este rey marino. La leyenda que el me contaba rezaba que, una vez cada quinientos años, por nuestro cielo sobre vuela un cometa muy particular de tonos violáceos y púrpuras. El gran rey marino vio como éste cometa se adentraba en sus dominios, y en un alarde de fuerza y poder, trató de destruirlo. Sin embargo para su sorpresa, no pudo hacerle el más mínimo rasguño al cuerpo celeste a la vez que del choque el gran rey quedó gravemente herido. Así fue como este se precipito desde lo más alto del cielo contra Momobami, abriendo así un enorme hueco en el centro de la isla del cual el rey marino jamás pudo escapar.
La leyenda también cuenta que a lo largo de los años infinidad de aventureros han querido hacerse con las escamas del rey marino, todo el mundo ha deducido que si sus escamas pudieron aguantar el golpe de un cometa, tienen un enorme valor en el mercado negro. Por contraparte jamás se ha sabido de nadie que haya vuelto con vida para contarlo. Esa es la Leyenda de Momobami que circula entre las tribus Gyojin, también cuentan que cuando éste cometa vuelva a verse en el cielo, los bancos de peces se multiplicarán dando con ello un periodo de abundancia que abarcaría las siguientes décadas.
Y ahí es donde entramos nosotros ahora, los piratas del Tenbatsu Kishidan. Una banda que habíamos formado entre unos cuantos locos de remate que queríamos alcanzar nuestros sueños, ver mundo, autorrealizarnos... O en mi caso tratar de cobrar venganza. A nuestros oídos había llegado cierta información muy jugosa, hace ya algunos días que los astrólogos han anunciado una profecía: esta noche, un cometa atravesará el cielo dejando una estela violeta, un cometa que tan solo se ve una vez cada quinientos años. Justo el mismo que vaticinan las leyendas sobre Momobami y el gran rey marino. Fue así como emprendimos la aventura de desentrañar los misterios que envolvían aquella isla, aunque cada uno teníamos motivaciones distintas, si bien tenía curiosidad por desvelar tanto misterio... Mi objetivo era más bien rapiñar todo tesoro que los anteriores exploradores se hubiesen dejado junto a sus cadáveres, y de paso si la propia isla escondía algún tesoro... Pues bienvenido sea.
Lance había dejado al mando del timón a Juuken, mi buen amigo había pasado estas ultimas semanas aprendiendo durante día y noche cómo navegar y parecía que se le daba particularmente bien, no estábamos teniendo contratiempos ni problemas durante el camino, de vez en cuando nos ordenaba cómo colocar las velas para aprovechar mejor la inercia del viento, esto no le hacía mucha gracia a Gretta, las órdenes y ella no se llevaban demasiado bien... Suerte que sigue enamorada hasta los cuernos de Shiro y éste sabía como calmar a la bestia cocinándole deliciosos platos que la cerda siempre quería pagarle con sexo duro y salvaje "Animo Shiro, eres nuestra esperanza para domar a la fiera". Pensaba para mi mismo cada vez que le veía entrando a la cocina apurado a encender los fogones para empezar a cocinar.
Antes de darnos cuenta ya podíamos ver en el horizonte la silueta de Momobami, Juuken nos dio instrucciones muy precisas para poder desembarcar sin problemas, por desgracia esto no sucedió tan así como así. - Qazan- Se dirigió a mi el pequeñajo-. Algo ha atascado el timón. ¿Puedes echarle un vistazo?-. Eso si era un problema. Apenas habíamos bautizado Er to´shulo y aquí el pelinegro ya me lo quería desgraciar. -A ver niño, ¿Qué has hecho ahora? Mira que te tengo cariño pero como te cargues er to’shulo te lanzo por la borda. - Dije mientras me acercaba al extremo de babor y de un salto me lanzaba al agua para ver qué estaba sucediendo. Con una ágil pirueta nadé rápido observando la parte inferior del casco para detectar que era lo que estaba haciendo que Juuken no pudiese controlar bien el navío. Tras una rápida revisión pude ver como una red de pesca se había quedado enroscada en la pala del timón, esto hacía que el pelinegro no pudiese virar el timón y con ello nos acabaríamos estampando. Me puse manos a la obra deshaciendo el nudo que se había formado en la red, suerte que mis dientes serrados fuesen perfectos para este tipo de cosas, me llevé parte de la red a la boca y con los dientes fui cortando trozo a trozo hasta dejar totalmente liberada la pala. Luego de aquello agarré uno de los peces que se había quedado atascado, me lo puse entre los dientes y volví directo a la superficie.
De un salto desde el agua me subí a cubierta, agarré el pez con la mano y se lo lancé a Juuken que en aquel momento se encontraba reajustando la trayectoria de Er to´shulo. -Arreglado, una red de pesca se había enganchado a mala leche en la pala-. Le dije mientras volvía a la vela que tenía asignada y seguía las instrucciones de mi compañero para poder atracar sin muchas complicaciones. Echamos el ancla nada más llegar y procedimos al desembarco. Me gustaba siempre ir bien provisto cuando no sabía con certeza cuanto tiempo iba a pasar fuera, así que antes de marchar a explorar la isla pasé por el lugar donde dormía y cogí mis pertenencias, luego pasé por la cocina de Shiro para agarrar un par de manzanas para el camino. Si bien habíamos comido hacía apenas una hora, nunca estaba de más.
Ya con todo bajé del barco de un salto cayendo así a la arena, casi como una premonición, me aparté varios metros para dejarle hueco a Gretta, mi buena amiga siempre sabía hacer las mejores entradas de superhéroes. Estando ya todos abajo nos adentramos en la isla, Juuken parecía tener miedo a la frondosidad de los arboles que nos rodeaban. -Juu, sube a mi hombro-. Seguramente subido a mi se sintiese más seguro que caminando por un lugar tan extraño y desconocido. Además también podía estar algo exhausto luego de tanta maniobra con el timón para poder atracar de la mejor manera posible.
Luego de un tiempo adentrándonos en la espesura del bosque, llegamos a una especie de entrada a una cueva. Juuken le preguntó a Lance si este era el lugar a donde teníamos que venir a parar. Luego de un gesto y unas palabras de Lance nos metimos todos a la cueva, nada más entrar unos escalones parecían descender a las mismas entrañas de la isla. No pude evitar tragar saliva al ver aquel lugar tan oscuro y sin final aparente. A mi mente de pronto volvieron algunos recuerdos del pasado, aquel pasado que no era capaz de recordar. Por algún motivo aquella extraña cueva había hecho que recordase todo aquel tormento que una vez había sufrido como esclavo.
Estaba absorto en mis pensamientos, reviviendo todas aquellas torturas, el daño que me habían causado a lo largo de los años en aquella asquerosa prisión mientras semana tras semana me ponían en venta ante asquerosos adinerados que solo querían reírse y mofarse de mi. Notaba como con aquello se me aceleraba el pulso aunque toda aquella situación se cortó de raiz justo en el momento en que las escaleras se desmoronaron y nos caímos al vacío.