Anmitsu Uguisu
Mitsu- Silencio Nocturno
29-07-2024, 06:01 AM
Mitsu observó a su hermana Anko con una mezcla de emoción y ansiedad mientras la joven Marine tomaba asiento frente a ella. La tenue luz de la vela parpadeaba, proyectando sombras que danzaban en las paredes, y el suave crepitar del fuego creaba un ambiente envolvente, casi mágico. A pesar de la cercanía física que las separaba, Mitsu sentía una distancia emocional palpable. Anko había estado en el centro de sus pensamientos, en un limbo entre la familiaridad y la extrañeza.
Los ojos de Anko eran profundos e inexpresivos, y aunque intentaba mostrarse neutral, Mitsu podía leer la incertidumbre que asomaba a través de su mirada. La hermana mayor estaba claramente luchando con sus propias inseguridades, algo que resonaba con Mitsu. La timidez de ambas parecía brillar en el aire, convirtiendo el encuentro en un momento cargado de significado. Mitsu se sintió abrumada por la vulnerabilidad que latía en el ambiente; se dio cuenta de que también estaba ante un ser humano, lleno de dudas y luchas internas, no solo ante una figura de autoridad o una hermana distante.
Cuando Anko le ofreció el cigarro, Mitsu se sorprendió ligeramente, ya que sabía lo que aquel gesto podía representar. El acto de fumar era un alivio para muchos, una manera de liberar tensiones. Sin embargo, para ella, el cigarro y el humo partían de un lugar que prefería no explorar. El cigarro simbolizaba una vida con situaciones que escapaban de su control, un deseo de huir de la realidad en lugar de enfrentarse a ella.
Con una sonrisa amable que enmarcaba su rostro, Mitsu sacudió suavemente la cabeza, sus ojos grandes y sinceros reflejaron su desprecio por el vicio. - No, gracias, Anko...- respondió con una voz suave y melodiosa, casi como un susurro. Su tono dejaba entrever la dulzura que la caracterizaba; no quería que el rechazo se sintiera como una negativa fría o distante. En cambio, era un gesto amable, una forma de expresar su deseo de mantener algo puro y limpio, un refugio en el que evitar que las sombras del mundo exterior se filtraran.
A medida que Anko se acomodaba, Mitsu sintió la necesidad de ofrecer algo a cambio, algo que pudiera reforzar la conexión que tanto anhelaba entre ellas. Se recargó un poco sobre la mesa, inclinándose hacia su hermana casi en un intento de construir puentes invisibles. - Espero que no te moleste que no fume… Creo que es solo que… prefiero disfrutar de los dulces- dijo, y su risa ligera resonó en el espacio, como un canto de aves al amanecer.
Era una verdad a medias, ya que el gusto por los dulces provenía de un deseo más profundo de encontrar alegría en lo simple, en lo puro. Extrañaba los momentos en los que disfrutaba de un tarro lleno de caramelos, riendo sin preocupaciones, en un tiempo que parecía haber quedado atrás. El contraste entre su naturaleza dulce y su aversión a la violencia se veía reforzado ante la presencia de su hermana, quien parecía estar lidiando con los estragos de su propio ciclo de vida.
Esa conversación, trivial en apariencia, seria vital. Mitsu podía tener con Anko ese reencuentro que tanto habia deseado desde hace un tiempo, un intento de abrirse a ella, y cada gesto reconfortante de su parte era el intento de la promesa de una conexión renovada. Sin embargo, también sentía los miedos que persistían en su pecho, saber si tendría la aceptación de su hermana la tenia un tanto preocupada, la forma en la que el mundo externo a su pequeño rincón parecía tan aterrador, casi como una tormenta que acechaba en el horizonte.
- A veces siento que el mundo es un lugar complicado, ¿no?- musitó, su voz un hilo de vulnerabilidad que se entremezclaba con la fragilidad del espacio en el que se encontraban. Se dio cuenta de que hablaba con honestidad, una parte de sí misma que ansiaba ser escuchada, deseando que Anko, a su vez, pudiera compartir lo que había en su interior. - Digo... hace unos años me entere de que somos hermanas... Es... raro...- El tiempo parecía detenerse, y con cada palabra, la distancia que las separaba parecía ser acortada, sin embargo la Junji no sabia como expresarse, ella habia citado a Anko pero... No esperaba que de verdad asistiera en primer lugar.
- Tu padre... no se enorgullece de mi existencia... en absoluto- dijo con una pequeña sonrisa un tanto fingida, una antigua herida de hace un par de años... quizás si lo hubiera recordado en ese entonces hubiera empezado a llorar, pero ahora... Simplemente miraba la mesa con una sonrisa fingida, un rostro que claramente ocultaba su tristeza.
El momento se tornó aún más significativo cuando la atmósfera se cargó de una combinación de experiencias compartidas, sueños y miedos que fluían suavemente. A pesar del roce de la timidez, Mitsu sabía que, al final de cuentas, ambas eran más que sus inseguridades; eran hermanas, unidas por vínculos de amor y responsabilidad en un mundo caótico. En ese instante, rodeadas por el fuego suave de la vela y la calidez de sus corazones, solo esperaban que todo resultara en una conexión más profunda, en un lazo tan fuerte que las ayudara a enfrentar cualquier tormenta viniendo hacia ellas.
Los ojos de Anko eran profundos e inexpresivos, y aunque intentaba mostrarse neutral, Mitsu podía leer la incertidumbre que asomaba a través de su mirada. La hermana mayor estaba claramente luchando con sus propias inseguridades, algo que resonaba con Mitsu. La timidez de ambas parecía brillar en el aire, convirtiendo el encuentro en un momento cargado de significado. Mitsu se sintió abrumada por la vulnerabilidad que latía en el ambiente; se dio cuenta de que también estaba ante un ser humano, lleno de dudas y luchas internas, no solo ante una figura de autoridad o una hermana distante.
Cuando Anko le ofreció el cigarro, Mitsu se sorprendió ligeramente, ya que sabía lo que aquel gesto podía representar. El acto de fumar era un alivio para muchos, una manera de liberar tensiones. Sin embargo, para ella, el cigarro y el humo partían de un lugar que prefería no explorar. El cigarro simbolizaba una vida con situaciones que escapaban de su control, un deseo de huir de la realidad en lugar de enfrentarse a ella.
Con una sonrisa amable que enmarcaba su rostro, Mitsu sacudió suavemente la cabeza, sus ojos grandes y sinceros reflejaron su desprecio por el vicio. - No, gracias, Anko...- respondió con una voz suave y melodiosa, casi como un susurro. Su tono dejaba entrever la dulzura que la caracterizaba; no quería que el rechazo se sintiera como una negativa fría o distante. En cambio, era un gesto amable, una forma de expresar su deseo de mantener algo puro y limpio, un refugio en el que evitar que las sombras del mundo exterior se filtraran.
A medida que Anko se acomodaba, Mitsu sintió la necesidad de ofrecer algo a cambio, algo que pudiera reforzar la conexión que tanto anhelaba entre ellas. Se recargó un poco sobre la mesa, inclinándose hacia su hermana casi en un intento de construir puentes invisibles. - Espero que no te moleste que no fume… Creo que es solo que… prefiero disfrutar de los dulces- dijo, y su risa ligera resonó en el espacio, como un canto de aves al amanecer.
Era una verdad a medias, ya que el gusto por los dulces provenía de un deseo más profundo de encontrar alegría en lo simple, en lo puro. Extrañaba los momentos en los que disfrutaba de un tarro lleno de caramelos, riendo sin preocupaciones, en un tiempo que parecía haber quedado atrás. El contraste entre su naturaleza dulce y su aversión a la violencia se veía reforzado ante la presencia de su hermana, quien parecía estar lidiando con los estragos de su propio ciclo de vida.
Esa conversación, trivial en apariencia, seria vital. Mitsu podía tener con Anko ese reencuentro que tanto habia deseado desde hace un tiempo, un intento de abrirse a ella, y cada gesto reconfortante de su parte era el intento de la promesa de una conexión renovada. Sin embargo, también sentía los miedos que persistían en su pecho, saber si tendría la aceptación de su hermana la tenia un tanto preocupada, la forma en la que el mundo externo a su pequeño rincón parecía tan aterrador, casi como una tormenta que acechaba en el horizonte.
- A veces siento que el mundo es un lugar complicado, ¿no?- musitó, su voz un hilo de vulnerabilidad que se entremezclaba con la fragilidad del espacio en el que se encontraban. Se dio cuenta de que hablaba con honestidad, una parte de sí misma que ansiaba ser escuchada, deseando que Anko, a su vez, pudiera compartir lo que había en su interior. - Digo... hace unos años me entere de que somos hermanas... Es... raro...- El tiempo parecía detenerse, y con cada palabra, la distancia que las separaba parecía ser acortada, sin embargo la Junji no sabia como expresarse, ella habia citado a Anko pero... No esperaba que de verdad asistiera en primer lugar.
- Tu padre... no se enorgullece de mi existencia... en absoluto- dijo con una pequeña sonrisa un tanto fingida, una antigua herida de hace un par de años... quizás si lo hubiera recordado en ese entonces hubiera empezado a llorar, pero ahora... Simplemente miraba la mesa con una sonrisa fingida, un rostro que claramente ocultaba su tristeza.
El momento se tornó aún más significativo cuando la atmósfera se cargó de una combinación de experiencias compartidas, sueños y miedos que fluían suavemente. A pesar del roce de la timidez, Mitsu sabía que, al final de cuentas, ambas eran más que sus inseguridades; eran hermanas, unidas por vínculos de amor y responsabilidad en un mundo caótico. En ese instante, rodeadas por el fuego suave de la vela y la calidez de sus corazones, solo esperaban que todo resultara en una conexión más profunda, en un lazo tan fuerte que las ayudara a enfrentar cualquier tormenta viniendo hacia ellas.