Terence Blackmore
Enigma del East Blue
12-09-2024, 06:55 PM
(Última modificación: 18-09-2024, 04:01 AM por Percival Höllenstern.)
En lo profundo de la Torre de Marfil, a un nivel elevado que flota entre lo tangible y lo irreal, se encuentra un coliseo colosal que desafía la imaginación y, al igual que todo en la torre, parece existir en un plano de realidad distorsionado. Conocido como el Coliseo de los Eternos, este anfiteatro es una vasta arena suspendida en el vacío, rodeada por una arquitectura que se curva sobre sí misma, creando la ilusión de que el horizonte no tiene fin y que las gradas, hechas de metal pulido y mármol negro, se extienden hacia el cielo y más allá.
El centro del coliseo es una plataforma circular elevado del suelo escasos metros por una especie de estructuras finas metálicas que refulgen ante el poder de los focos. Sin embargo, estas estructuras, aparentemente frágiles, están ancladas a la torre mediante complejas redes de cables tensos, que relucían con una energía casi musical, dando la sensación de que la arena flota en un limbo de inestabilidad controlada.
El suelo del coliseo no es de tierra ni piedra, sino de un metal reluciente y cambiante que refleja las luces etéreas que provienen de ninguna fuente en particular. Este suelo es tenaz y casi parece cambiante.
Rodeando la arena, en las gradas suspendidas, se sitúan los espectadores. Sin embargo, estos no son humanos comunes, sino almas sedientas de pura sangre de batalla, coreando al unísono el sabor de la sangre.
Los combates en el Coliseo de los Eternos no son simples luchas por la supervivencia. Aquí, cada enfrentamiento es una batalla tanto física como espiritual. Las reglas son pocas, pero absolutas, solo uno puede salir victorioso.
La arena, a menudo bañada en la sangre de los combatientes, no solo es un escenario de violencia, sino también de espectáculo y poder. Algunos de los guerreros que luchan aquí han llegado desde los rincones más oscuros, figuras que han sobrevivido a las pruebas que la vida les impone a otros niveles. Cada combate es una prueba de resistencia, habilidad y voluntad, y los luchadores más poderosos son reverenciados no solo por sus habilidades físicas, sino también por su capacidad para resistir la influencia insidiosa que parece tener la propia torre La misma naturaleza del coliseo parece desafiar las expectativas de aquellos que buscan una simple victoria; aquí, incluso el tiempo es maleable, y lo que parece una lucha de unos minutos puede, en realidad, prolongarse durante días en otras dimensiones.
Los que se aventuran a luchar en este coliseo lo hacen en búsqueda de poder, libertad o gloria, pero la mayoría encuentran su destino sellado en las frías garras de la torre, buscando cualquiera de estas tres.
El Coliseo de los Eternos es, en resumen, un escenario de gladiadores donde la victoria y la derrota se entrelazan en formas inimaginables, y donde la torre extiende sus garras para probar la esencia de aquellos que buscan desafiarla. Aquí, la violencia se convierte en ritual, y cada golpe resuena como una nota en una sinfonía macabra.
El centro del coliseo es una plataforma circular elevado del suelo escasos metros por una especie de estructuras finas metálicas que refulgen ante el poder de los focos. Sin embargo, estas estructuras, aparentemente frágiles, están ancladas a la torre mediante complejas redes de cables tensos, que relucían con una energía casi musical, dando la sensación de que la arena flota en un limbo de inestabilidad controlada.
El suelo del coliseo no es de tierra ni piedra, sino de un metal reluciente y cambiante que refleja las luces etéreas que provienen de ninguna fuente en particular. Este suelo es tenaz y casi parece cambiante.
Rodeando la arena, en las gradas suspendidas, se sitúan los espectadores. Sin embargo, estos no son humanos comunes, sino almas sedientas de pura sangre de batalla, coreando al unísono el sabor de la sangre.
Los combates en el Coliseo de los Eternos no son simples luchas por la supervivencia. Aquí, cada enfrentamiento es una batalla tanto física como espiritual. Las reglas son pocas, pero absolutas, solo uno puede salir victorioso.
La arena, a menudo bañada en la sangre de los combatientes, no solo es un escenario de violencia, sino también de espectáculo y poder. Algunos de los guerreros que luchan aquí han llegado desde los rincones más oscuros, figuras que han sobrevivido a las pruebas que la vida les impone a otros niveles. Cada combate es una prueba de resistencia, habilidad y voluntad, y los luchadores más poderosos son reverenciados no solo por sus habilidades físicas, sino también por su capacidad para resistir la influencia insidiosa que parece tener la propia torre La misma naturaleza del coliseo parece desafiar las expectativas de aquellos que buscan una simple victoria; aquí, incluso el tiempo es maleable, y lo que parece una lucha de unos minutos puede, en realidad, prolongarse durante días en otras dimensiones.
Los que se aventuran a luchar en este coliseo lo hacen en búsqueda de poder, libertad o gloria, pero la mayoría encuentran su destino sellado en las frías garras de la torre, buscando cualquiera de estas tres.
El Coliseo de los Eternos es, en resumen, un escenario de gladiadores donde la victoria y la derrota se entrelazan en formas inimaginables, y donde la torre extiende sus garras para probar la esencia de aquellos que buscan desafiarla. Aquí, la violencia se convierte en ritual, y cada golpe resuena como una nota en una sinfonía macabra.