Nakai
Científico Loco
29-07-2024, 07:08 AM
Intenté abrirme camino pasando al lado del cocinero, pero éste azotó la puerta con un pie, cerrando mi paso.
-Ninguna rata humilla así al cocinero Le De Rierre- bramó entre dientes aquel sujeto sin mover la boca. Salté entre las patatas, esquivando el ataque del cocinero. Más golpes hicieron rebanadas las patatas, sin embargo, el algún momento, atacando a los tomates, su filo se detuvo y chocó contra algo igual de duro.
Mi bisturí chocó contra su cuchillo de carnicero, igual de filosos e igual de duros. Alzó su ceja y apartó los tomates con su mano para ver a la "rata". Cuando su mano pasó cerca de mí, con una estocada logré dañar su mano punzando su mano. Emitió un alarido de dolor, cayendo de sentón. Salté hacia los estantes superiores, y lancé unos especieros hacia el único foco del techo de iluminaba el lugar. Quedamos en total oscuridad, y seguí lanzando especieros y botellas de aceite hacia el cocinero. El sujeto salió a rastras de la alacena, gruñendo y gimiendo a la vez, más lastimado en su orgullo que en su físico, pues aunque su mano sangraba, era capaz de seguirla moviendo.
Los otros chefs le vieron salir a gatas, cubierto de especias, aceite y restos de tomate y patatas.
-Le De Rierre!- gritaron los cocineros, acercándose a auxiliarlo.
-Esta rata no es normal, tiene una pequeña espada y lanza objetos- dijo el jefe cocinero, levantándose y sacudiéndose sin aceptar la ayuda de nadie- !Atrapen ese roedor!
Cuando escuché esto, tomé varios especieros de pimienta y los lancé hacia afuera, creando una nube de pimienta. Yo corrí entre sus pies, saliendo de la cocina para regresar al pasillo, en donde los meseros me vieron y gritaron de horror, pensando que era una rata mutante.
Esquivé un charolazo, las pisadas de los meseros y los objetos que me lanzaban. Detrás de mí, corrieron los cocineros desde la cocina, obligándome a correr de regreso al almacén del barco, por donde había llegado. No esperaría y saldría por las ventanillas del barco hasta la cubierta para correr sobre la cadena que amarraba el barco al puerto, para perderme en la oscuridad.
Había sido un día agitado y poco había obtenido, necesitaba una mejor estrategia para futuras incursiones.
-Ninguna rata humilla así al cocinero Le De Rierre- bramó entre dientes aquel sujeto sin mover la boca. Salté entre las patatas, esquivando el ataque del cocinero. Más golpes hicieron rebanadas las patatas, sin embargo, el algún momento, atacando a los tomates, su filo se detuvo y chocó contra algo igual de duro.
Mi bisturí chocó contra su cuchillo de carnicero, igual de filosos e igual de duros. Alzó su ceja y apartó los tomates con su mano para ver a la "rata". Cuando su mano pasó cerca de mí, con una estocada logré dañar su mano punzando su mano. Emitió un alarido de dolor, cayendo de sentón. Salté hacia los estantes superiores, y lancé unos especieros hacia el único foco del techo de iluminaba el lugar. Quedamos en total oscuridad, y seguí lanzando especieros y botellas de aceite hacia el cocinero. El sujeto salió a rastras de la alacena, gruñendo y gimiendo a la vez, más lastimado en su orgullo que en su físico, pues aunque su mano sangraba, era capaz de seguirla moviendo.
Los otros chefs le vieron salir a gatas, cubierto de especias, aceite y restos de tomate y patatas.
-Le De Rierre!- gritaron los cocineros, acercándose a auxiliarlo.
-Esta rata no es normal, tiene una pequeña espada y lanza objetos- dijo el jefe cocinero, levantándose y sacudiéndose sin aceptar la ayuda de nadie- !Atrapen ese roedor!
Cuando escuché esto, tomé varios especieros de pimienta y los lancé hacia afuera, creando una nube de pimienta. Yo corrí entre sus pies, saliendo de la cocina para regresar al pasillo, en donde los meseros me vieron y gritaron de horror, pensando que era una rata mutante.
Esquivé un charolazo, las pisadas de los meseros y los objetos que me lanzaban. Detrás de mí, corrieron los cocineros desde la cocina, obligándome a correr de regreso al almacén del barco, por donde había llegado. No esperaría y saldría por las ventanillas del barco hasta la cubierta para correr sobre la cadena que amarraba el barco al puerto, para perderme en la oscuridad.
Había sido un día agitado y poco había obtenido, necesitaba una mejor estrategia para futuras incursiones.