Anko
Médica Despiadada
13-09-2024, 12:23 AM
La joven se mantuvo sentada y dando la espalda al bar ténder, su intención ahí no era la de los otros civiles ahí presentes, ella simplemente buscaba a alguien que pudiera verse a ojo, necesitará de algún arma para ofrecerle las nudilleras que había obtenido y que ella no ocupaba en forma de pelear. Pero algo era cierto, ninguno de los allí presentes se veía como algún peleador, todos aparentaban ser personas comunes y corrientes, talvez simples mercaderes o gente dedicada a la pesca.
Y de entre todos ellos, surgió la figura de un hombre corpulento, ingresando por la puerta de madera de la taberna, su vestimenta era un tanto peculiar comparada con el del resto de personas que habitaban Rostock, y su característica más notable eran las marcas tan particulares en sus ojos, por un lado, su pupila derecha mantenía un círculo, mientras que si pupila izquierda estaba marcada por una “X”. Algo que dejó levemente asombrada a la peli marrón, pues nunca había visto a alguien con tales peculiaridades en toda su existencia.
El hombre de cabellos negros se acercó hasta la barra y habló con el encargado de la taberna, usando un tono aparentemente amigable, o amigable a su modo. Parecía que ambos se conocían de antes por la forma en que se desarrollaba su conversación. A pesar de todo, la recién ascendida a Suboficial no veía a Vesper como un posible comprador, hasta que el mismo Vesper habló y se podría decir que le cerró la boca, el Doctor Chrome, nombrado así por el bar ténder, realmente buscaba unas nudilleras nuevas. Como si el destino los juntara, ahora estaban ambos ahí, un hombre que buscaba ir al mercado para comprar nudilleras nuevas y una mujer que portaba unas y buscaba venderlas.
Luego del intercambio de palabras entre los hombres, Anko carraspeó levemente su garganta antes de dirigirse a Chrome. — Hola. Disculpa que me entrometa, pero… ¿Realmente buscas unas nudilleras? Resulta que… tengo unas aquí, a la mano —. Habló la marine con su clásico tono desinteresado y frío, pero en cierta forma, amable. Antes de dar tiempo a una respuesta por parte de Vesper, ella se puso manos a la obra y rebuscó aquel par de armas en el interior de su gabardina. — Puedes verlas y si te interesan, pueden ser tuyas —. Decía mientras colocaba las nudilleras en la barra, cerca del hombre pelinegro para que pudiera verlas más de cerca.
Y de entre todos ellos, surgió la figura de un hombre corpulento, ingresando por la puerta de madera de la taberna, su vestimenta era un tanto peculiar comparada con el del resto de personas que habitaban Rostock, y su característica más notable eran las marcas tan particulares en sus ojos, por un lado, su pupila derecha mantenía un círculo, mientras que si pupila izquierda estaba marcada por una “X”. Algo que dejó levemente asombrada a la peli marrón, pues nunca había visto a alguien con tales peculiaridades en toda su existencia.
El hombre de cabellos negros se acercó hasta la barra y habló con el encargado de la taberna, usando un tono aparentemente amigable, o amigable a su modo. Parecía que ambos se conocían de antes por la forma en que se desarrollaba su conversación. A pesar de todo, la recién ascendida a Suboficial no veía a Vesper como un posible comprador, hasta que el mismo Vesper habló y se podría decir que le cerró la boca, el Doctor Chrome, nombrado así por el bar ténder, realmente buscaba unas nudilleras nuevas. Como si el destino los juntara, ahora estaban ambos ahí, un hombre que buscaba ir al mercado para comprar nudilleras nuevas y una mujer que portaba unas y buscaba venderlas.
Luego del intercambio de palabras entre los hombres, Anko carraspeó levemente su garganta antes de dirigirse a Chrome. — Hola. Disculpa que me entrometa, pero… ¿Realmente buscas unas nudilleras? Resulta que… tengo unas aquí, a la mano —. Habló la marine con su clásico tono desinteresado y frío, pero en cierta forma, amable. Antes de dar tiempo a una respuesta por parte de Vesper, ella se puso manos a la obra y rebuscó aquel par de armas en el interior de su gabardina. — Puedes verlas y si te interesan, pueden ser tuyas —. Decía mientras colocaba las nudilleras en la barra, cerca del hombre pelinegro para que pudiera verlas más de cerca.