Atlas
Nowhere | Fénix
13-09-2024, 01:22 AM
Durante el camino, nuestro superior no paró de maldecir por lo bajo porque le habían encargado localizarme después de que el mensajero originalmente designado lo hubiese dado por imposible. Farfullando en voz baja, comentó que se había recorrido varias veces las instalaciones del G-31, rebuscando en cada rincón que se le había ocurrido sin éxito.
Shawn me soltó en el área de entrenamiento con un gruñido, anunciando así a quienes estaban allí que me había encontrado y podían proceder. Una vez estuvimos todos juntos, el objetivo y las características de la misión fueron revelados. Murray parecía un tipo bastante serio, aunque tal vez el hecho de que no nos conociésemos y el contexto de nuestro encuentro reforzasen esa impresión. ¿Y si en su vida personal era un cachondo? No lo parecía, desde luego.
Nos informó de que no nos acompañaría de vuelta, las circunstancias que envolvían la vida del misterioso farero —antiguo pirata— al que íbamos a recoger y lo que tendríamos que hacer para que nuestros compañeros de Isla Kilombo no desconfiasen de lo que tuviésemos que decirles. A fin de cuentas, de algún modo debíamos demostrar que seguíamos órdenes de Murray. Sí, la carta que nos entregaba parecía gozar de validez suficiente como para que ese detalle no nos diese problemas.
«Total, que rumbo a Isla Kilombo para escoltar al farero, que ahora es farero pero antes fue pirata», me dije, resumiéndome la situación sin siquiera llegar a leer la carta que nos dio Murray. Si no nos lo hubiese explicado habría tenido que leerla, por supuesto, pero a fin de cuentas sólo repetía lo que ya nos habían explicado y hacer la misma tarea dos veces no tenía demasiado sentido. Tendría que prepararme antes de la partida.
***
No dije nada para no delatarme, pero cuando el vigía dio la voz de tierra ya hacía algunos minutos que había podido divisarla a lo lejos. Tumbado en perfecto equilibrio sobre una de las velas de la embarcación, justo allí donde no se me veía, había pasado buena parte del trayecto disfrutando de la brisa del mar y las juguetonas siluetas de las nubes.
Lo más probable era que precisamente en aquel viaje no me encargasen labor alguna en lo referente a la navegación, pero por debajo de mi posición podía ver cómo una marabunta de uniformados iban a toda prisa de un lado para otro siguiendo las órdenes dadas para llevar el barco a buen puerto. No me apetecía en absoluto anudar, desanudar, tirar de sogas y trepar por redes de gruesas cuerdas, de forma que allí, en silencio, había podido gozar sobremanera de la travesía.
Cuando al fin llegamos a puerto la noche ya comenzaba a caer sobre la isla. El faro, nuestro objetivo, alumbraba el mar a intervalos regulares como un centinela incansable. Ejercía su función desde mucho antes de que nosotros llegásemos, continuó haciéndolo una vez desembarcamos y seguiría haciéndolo mucho tiempo después.
No se podía realizar misión alguna con el estómago vacío, por lo que nos detuvimos a comer algo antes de ascender hasta la zona del faro para ir en busca del tal... ¿cómo se llamaba?. Con buen criterio —bajo mi punto de vista al menos— por el momento optamos por no comentar a ninguno de los marines presentes nada acerca de nuestra misión. Murray parecía ser alguien bastante severo en lo profesional, por lo que dudaba que el alcohol que corría a raudales entre los uniformados y los juegos de cartas y apuestas fuesen la tónica habitual cuando él se encontraba en la isla. Sin embargo, los marines no se mostraban preocupados ni lo más mínimo en que pudiesen ser descubiertos o penalizados por su actitud. Eso hablaba muy mal de quien hubiese quedado al mando, tanto en lo referente a cómo ejercía sus funciones en ausencia de Murray como en la confianza que podía inspirarnos en caso de necesitar apoyo por su parte. No era una buena noticia, no.
Tras cenar nos encaminamos al fin hacia el faro. Estaba separado del pueblo de Rostock por una zona boscosa, plagada de altos árboles que elevaban sus copas hacia el cielo para formar un denso tapiz oscuro. Si debíamos llevar a cabo la misión con la máxima discreción posible, era razonable asumir que nuestros superiores consideraban que podría haber algún peligro, alguien acechando o a saber. En consecuencia, decidí tomar una actitud lo más prudente posible desde el primer momento.
—Creo que voy a dar un rodeo —dije a mis compañeros cuando apenas nos habíamos introducido en la arboleda—. Caminaré en paralelo a vosotros por el bosque por si hubiese alguien espiándonos o acechando en la zona del faro, ¿os parece? Llevo el caracol por si fuese necesario ponernos en contacto.
Parecía una actitud razonable dada la situación en la que nos encontrábamos. Íbamos a escoltar a un pirata que había delatado a sus compañeros tiempo atrás, protegido en una suerte de torre de marfil en forma de faro y, con toda probabilidad, con un elevado riesgo de que ocurriese algún percance.
Tal y como había propuesto, caminé en paralelo a mis compañeros sin perderlos de vista —no sería la primera vez que mi pésimo sentido de la orientación me jugaba una mala pasada— hasta alcanzar la zona cercana al faro —si nada me lo impedía, claro—. Una vez allí, no salí al claro, sino que me quedé oculto entre la vegetación y permanecí atento tanto a mis compañeros como al entorno. Pude apreciar cómo Ray era quien se aproximaba al faro y, pese a que no pude escuchar qué decía desde la distancia, asumí que había pronunciado las palabras que servían como código de seguridad para que Meethook hiciese acto de presencia.