Lance Turner
Shirogami
13-09-2024, 01:42 AM
Para mi satisfacción, el marine parecía aceptar bien mis comentarios, e incluso recibía alguno con humor. Es posible que nada más llegar, sus ganas de enfrentarse al reto o volver a reencontrarnos le hiciese pecar de iluso, mostrándolo de más y dejándome ver algunas fallas en su formación, pero tras mis pequeñas críticas estaba tomándoselo más serio.
- Vamos avanzando, sí señor. – Pensé con una sonrisa ladeada que no pude evitar ocultar.
Le había tendido una pequeña emboscada lanzándole una pregunta disfrazada de inocencia para observar si se lanzaba sin dudar al laberinto, cayendo de lleno en la primera trampa. En esta ocasión, ya no estaba tan confiado, ahora se limitó a confirmar que estaba listo, con una mirada cargada de determinación.
Estuve reflexionando por unos instantes si darle luz verde a su desafío o no, para castigarle en cierto modo por haber confirmado que estaba listo sin informarse previamente de los riesgos que hay. No obstante, me sentía algo mal por haber sido tan duro anteriormente, o quizá la razón real era que su mirada cargada de emoción me había puesto algo más sensible. Fuese lo que fuese, decidí no ser tan estricto en esta ocasión.
- Verás, joven. Cuando un superior te manda algo, es parte del código aceptarla, lo entiendo. – Comencé a decir mientras me agachaba para recoger un palo de más de un metro que estaba colocado a un lado de manera intencional. – Pero es importante que antes de aceptar una misión, o quizá un reto como este, estudiar el terreno, o los riesgos, de ser posible.
Comencé a andar hacia la entrada del laberinto cargando el palo sobre mis hombros. Mientras tanto, observaba con detenimiento el estado de los primeros pasos dentro del reto para asegurarme que todo estaba como debía. Giré nuevamente hacia el joven y volví a dirigirle la palabra.
- He intentado que todo eso se pueda deducir si observas con detenimiento cada paso que das, pero lo cierto es que hay alguna que otra casilla que debería ser muy complicado de detectar a simple vista. – Le dije mientras lanzaba el palo con fuerza hacia la primera loseta del laberinto.
Cuando el palo impactó con fuerza en la loseta, lejos de caer al suelo después, rebotó con violencia hacia el cielo, rompiéndose este a medida que ascendía en menos de un segundo. Este efecto vino acompañado de un fuerte sonido explosivo que provenía de la propia loseta, la cual se había fracturado un poco tras el impacto que había causado dicha trampa.
Miré al marine con una cara de absoluta seriedad, queriendo transmitirle que se estaba jugando la vida con esta prueba, y para nada era un simple reto de niños. Tras ello, comencé a caminar hacia una de las casas que había cerca del laberinto mientras retomaba la palabra.
- Y bueno, ahora que tienes esta información, y no sabes cuál será tu beneficio en todo esto… te lo preguntaré nuevamente... – Dejé la frase sin terminar para que en su cabeza completase la frase antes de que lo hiciera yo, y así ya le esté dando vueltas a la cabeza sobre que responder.
Suspiré pegándome a la pared externa de la casa, mirando hacia arriba para calcular mejor los tres metros que había hasta el tejado. Aunque mi cuerpo estaba ya algo oxidado, mis piernas seguían recordando el movimiento, la memoria muscular seguía ahí. Dando primero unos pasos atrás, cogí algo de carrerilla para dar el primer salto, lo suficiente para aferrarme con la mano derecha a un saliente del tejado, que cedió un poco bajo mi peso. Una ligera torsión del cuerpo, y mi pie encontró apoyo en la pared.
Sentí la presión en las rodillas al levantarme sobre un segundo impulso, aferrándome con los brazos hasta engancharme con ambos codos en el borde del tejado. Mis músculos protestaron un poco más de lo que recordaba, pero mi respiración, aunque acelerada, no estaba fuera de control. Un último empuje, y me levanté.
El tejado crujió bajo mis pies cuando finalmente me enderecé. No era tan fácil como antes, pero aún podía hacerlo. Sonreí, más por la nostalgia que por el logro. Acto seguido, cogí carrerilla hasta saltar a la casa vecina, que era más alta, y desde donde podía contemplar todo el laberinto.
- Vaya, esto me ha costado más de lo que pensaba… - Dije en voz baja para luego volver a mirar al chico mientras me sacudía la suciedad de los pantalones – Bueno, ¿Qué? ¿Aceptas el reto?
- Vamos avanzando, sí señor. – Pensé con una sonrisa ladeada que no pude evitar ocultar.
Le había tendido una pequeña emboscada lanzándole una pregunta disfrazada de inocencia para observar si se lanzaba sin dudar al laberinto, cayendo de lleno en la primera trampa. En esta ocasión, ya no estaba tan confiado, ahora se limitó a confirmar que estaba listo, con una mirada cargada de determinación.
Estuve reflexionando por unos instantes si darle luz verde a su desafío o no, para castigarle en cierto modo por haber confirmado que estaba listo sin informarse previamente de los riesgos que hay. No obstante, me sentía algo mal por haber sido tan duro anteriormente, o quizá la razón real era que su mirada cargada de emoción me había puesto algo más sensible. Fuese lo que fuese, decidí no ser tan estricto en esta ocasión.
- Verás, joven. Cuando un superior te manda algo, es parte del código aceptarla, lo entiendo. – Comencé a decir mientras me agachaba para recoger un palo de más de un metro que estaba colocado a un lado de manera intencional. – Pero es importante que antes de aceptar una misión, o quizá un reto como este, estudiar el terreno, o los riesgos, de ser posible.
Comencé a andar hacia la entrada del laberinto cargando el palo sobre mis hombros. Mientras tanto, observaba con detenimiento el estado de los primeros pasos dentro del reto para asegurarme que todo estaba como debía. Giré nuevamente hacia el joven y volví a dirigirle la palabra.
- He intentado que todo eso se pueda deducir si observas con detenimiento cada paso que das, pero lo cierto es que hay alguna que otra casilla que debería ser muy complicado de detectar a simple vista. – Le dije mientras lanzaba el palo con fuerza hacia la primera loseta del laberinto.
Cuando el palo impactó con fuerza en la loseta, lejos de caer al suelo después, rebotó con violencia hacia el cielo, rompiéndose este a medida que ascendía en menos de un segundo. Este efecto vino acompañado de un fuerte sonido explosivo que provenía de la propia loseta, la cual se había fracturado un poco tras el impacto que había causado dicha trampa.
Miré al marine con una cara de absoluta seriedad, queriendo transmitirle que se estaba jugando la vida con esta prueba, y para nada era un simple reto de niños. Tras ello, comencé a caminar hacia una de las casas que había cerca del laberinto mientras retomaba la palabra.
- Y bueno, ahora que tienes esta información, y no sabes cuál será tu beneficio en todo esto… te lo preguntaré nuevamente... – Dejé la frase sin terminar para que en su cabeza completase la frase antes de que lo hiciera yo, y así ya le esté dando vueltas a la cabeza sobre que responder.
Suspiré pegándome a la pared externa de la casa, mirando hacia arriba para calcular mejor los tres metros que había hasta el tejado. Aunque mi cuerpo estaba ya algo oxidado, mis piernas seguían recordando el movimiento, la memoria muscular seguía ahí. Dando primero unos pasos atrás, cogí algo de carrerilla para dar el primer salto, lo suficiente para aferrarme con la mano derecha a un saliente del tejado, que cedió un poco bajo mi peso. Una ligera torsión del cuerpo, y mi pie encontró apoyo en la pared.
Sentí la presión en las rodillas al levantarme sobre un segundo impulso, aferrándome con los brazos hasta engancharme con ambos codos en el borde del tejado. Mis músculos protestaron un poco más de lo que recordaba, pero mi respiración, aunque acelerada, no estaba fuera de control. Un último empuje, y me levanté.
El tejado crujió bajo mis pies cuando finalmente me enderecé. No era tan fácil como antes, pero aún podía hacerlo. Sonreí, más por la nostalgia que por el logro. Acto seguido, cogí carrerilla hasta saltar a la casa vecina, que era más alta, y desde donde podía contemplar todo el laberinto.
- Vaya, esto me ha costado más de lo que pensaba… - Dije en voz baja para luego volver a mirar al chico mientras me sacudía la suciedad de los pantalones – Bueno, ¿Qué? ¿Aceptas el reto?