Silver D. Syxel
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13-09-2024, 02:28 AM
Silver sintió una punzada de orgullo herido cuando notó que sus intentos de ganarse a Katarina no daban resultado. Aquello no era lo habitual. Normalmente, su encanto, su carisma y su astucia le proporcionaban una ventaja en situaciones como esa, pero esta vez parecía que había golpeado una pared infranqueable. La líder de los balleneros había respondido de manera cortante, y, por lo visto, se mostraba más interesada en la presencia de Balagus que en las palabras del capitán. Aunque tampoco lo bastante como para que pudiesen sacar provecho de la situación.
Aun así, no permitió que ese pequeño revés lo desanimara del todo. Si no cedía ante sus encantos, era porque ocultaba algo muy importante, y eso solo reforzaba su convicción de que había algo grande en marcha. Eso, o simplemente buscaba una forma de excusarse... Decidió dejar el asunto de lado por el momento, concentrándose en seguir con su trabajo y escuchando lo que pudiera a su alrededor, aunque no logró obtener más información.
Mientras el tiempo avanzaba, la taberna seguía llenándose de vida, pero la tensión en el aire no hacía más que incrementarse. Los balleneros, cansados y ebrios, comenzaban a retirarse uno a uno, dejando atrás el rastro de su paso: mesas desordenadas, charlas borrosas y un hedor casi palpable. Katarina y el tabernero se quedaron solos en una mesa, aparentemente listos para una conversación que no querían que oyeran.
El capitán continuó su trabajo en silencio, ayudando a Balagus a limpiar y ordenando las mesas restantes. Su mente, sin embargo, no dejaba de trazar posibles rutas. Sabía que la subasta estaba en el centro de todo, y ahora que había escuchado a los balleneros quejarse de ella, no podía sacarse la idea de la cabeza. Estaba claro que algo turbio estaba ocurriendo en Oykot, y si los balleneros tenían alguna pista, sería una buena opción seguirlos.
—Habrá que obtener la información de otra fuente —murmuró, dirigiendo una última mirada a Katarina y el tabernero antes de regresar a la parte trasera de la taberna.
Finalmente, Jacob les informó que el trabajo había terminado y les ordenó que se tomaran un descanso. La taberna quedó en silencio, salvo por los murmullos bajos de la conversación que Katarina y Jacob intentaban mantener en privado.
Tras sacar la basura y alejarse de la entrada cerrada de la taberna, Silver dirigió una mirada pensativa a su compañero.
—¿Qué te parece si seguimos a esos balleneros que se quejaban? Puede que tengan más información de la que nos dejaron oír antes —sugirió, con un tono que dejaba claro su interés—. Quiero saber más sobre esa subasta. Y si esos hombres están en desacuerdo con lo que ocurre, puede que se muestren menos reacios a colaborar que su capitana.
Con una leve sonrisa, Syxel se ajustó el abrigo y miró a su alrededor. Las calles oscuras de Oykot se extendían ante ellos, y la noche aún tenía secretos por revelar. El capitán esperaba que, con un poco de suerte, el rastro de los balleneros les llevara a respuestas que no habían logrado encontrar en la taberna.
Aun así, no permitió que ese pequeño revés lo desanimara del todo. Si no cedía ante sus encantos, era porque ocultaba algo muy importante, y eso solo reforzaba su convicción de que había algo grande en marcha. Eso, o simplemente buscaba una forma de excusarse... Decidió dejar el asunto de lado por el momento, concentrándose en seguir con su trabajo y escuchando lo que pudiera a su alrededor, aunque no logró obtener más información.
Mientras el tiempo avanzaba, la taberna seguía llenándose de vida, pero la tensión en el aire no hacía más que incrementarse. Los balleneros, cansados y ebrios, comenzaban a retirarse uno a uno, dejando atrás el rastro de su paso: mesas desordenadas, charlas borrosas y un hedor casi palpable. Katarina y el tabernero se quedaron solos en una mesa, aparentemente listos para una conversación que no querían que oyeran.
El capitán continuó su trabajo en silencio, ayudando a Balagus a limpiar y ordenando las mesas restantes. Su mente, sin embargo, no dejaba de trazar posibles rutas. Sabía que la subasta estaba en el centro de todo, y ahora que había escuchado a los balleneros quejarse de ella, no podía sacarse la idea de la cabeza. Estaba claro que algo turbio estaba ocurriendo en Oykot, y si los balleneros tenían alguna pista, sería una buena opción seguirlos.
—Habrá que obtener la información de otra fuente —murmuró, dirigiendo una última mirada a Katarina y el tabernero antes de regresar a la parte trasera de la taberna.
Finalmente, Jacob les informó que el trabajo había terminado y les ordenó que se tomaran un descanso. La taberna quedó en silencio, salvo por los murmullos bajos de la conversación que Katarina y Jacob intentaban mantener en privado.
Tras sacar la basura y alejarse de la entrada cerrada de la taberna, Silver dirigió una mirada pensativa a su compañero.
—¿Qué te parece si seguimos a esos balleneros que se quejaban? Puede que tengan más información de la que nos dejaron oír antes —sugirió, con un tono que dejaba claro su interés—. Quiero saber más sobre esa subasta. Y si esos hombres están en desacuerdo con lo que ocurre, puede que se muestren menos reacios a colaborar que su capitana.
Con una leve sonrisa, Syxel se ajustó el abrigo y miró a su alrededor. Las calles oscuras de Oykot se extendían ante ellos, y la noche aún tenía secretos por revelar. El capitán esperaba que, con un poco de suerte, el rastro de los balleneros les llevara a respuestas que no habían logrado encontrar en la taberna.