Hay rumores sobre…
...un hombre con las alas arrancadas que una vez intentó seducir a un elegante gigante y fue rechazado... ¡Pobrecito!
[Aventura] T3 Típica mercancía misteriosa, no tan típica
Octojin
El terror blanco
Personaje


El sol brillaba con fuerza sobre la base de la marina G-31 en Loguetown, mientras Octojin finalizaba su entrenamiento matutino. El gyojin tiburón, cubierto de sudor, sentía cómo sus músculos se tensaban y relajaban tras horas de ejercicios. Ese día había tocado trabajo de pesas, y aunque al gyojin no le gustaron al principio, le empezaba a coger el gusto. Afortunadamente, en la base de la marina tenían barras para gigantes y era las que usaba. Algunos miles de toneladas a cada lado, y a olvidarse de los problemas del día a día. A pesar del esfuerzo, la rutina física era una parte fundamental de su vida. Desde que se había unido a la marina, el gyojin no había dejado de entrenar ni un solo día, preparándose siempre para lo inesperado y trabajando su cuerpo aún más de lo que ya estaba.

El campo de entrenamiento estaba casi vacío, ya que la mayoría de sus compañeros de brigada, Ray, Atlas, Takahiro y Masao, se encontraban en una misión en otro lugar. El escualo se entristeció al no saber dónde iban. Quizá no se estaba integrando demasiado bien. Al término de su sesión, Octojin dejó caer la pesada barra de pesas al suelo, levantando una nube de polvo. Sus músculos ardían, pero estaba satisfecho. Era el momento de una merecida ducha. Aunque antes debía recoger los discos, que fue colocando uno a uno donde correspondían. Ya había tenido una bronca por no hacerlo el primer día y no se volvería a repetir.

El gyojin se dirigió hacia los vestuarios, disfrutando de la brisa que recorría el cuartel. Tras quitarse su uniforme, entró en la ducha, dejando que el agua fría recorriese su piel escamosa. Se permitió cerrar los ojos por un momento, pensando en lo tranquila que estaba la base sin el resto de su brigada. No había alborotos ni peleas, ni siquiera a soldados rasos gritando el nombre de Atlas por todas las zonas. Aquello le hizo pensar si una brigada tan extravagante como la suya era realmente eficiente. El tiempo diría, pero a juzgar por lo que les rodeaba, desde luego que sí lo eran.

Después de un tiempo bajo el chorro de agua, salió de la ducha y se vistió con ropa limpia. Ese día no tenía gran cosa que hacer, así que se encaminó al comedor de la base. El aroma a comida flotaba en el aire, y su estómago rugió con fuerza. No era extraño en él, dado su gran tamaño, sentir hambre constantemente. Al entrar en el comedor, su mirada se encontró con la figura de Camille, sentada en una mesa al fondo. Sin la presencia de los demás, parecía más tranquila y concentrada en su comida. El tiburón pensó que Camille se habría largado con los demás, pero no, allí estaba.

Octojin tomó un par de bandejas con pescado a la parrilla, arroz de varios tipos, una salsa amarillenta de mala pinta pero buen olor y algunos frutos rojos y se dirigió hacia la oni. Se sentó frente a ella, que alzó la vista al verlo acercarse.

—Vaya, Camille, parece que somos los únicos aquí —comentó Octojin, esbozando una sonrisa afilada.

El escualo empezó a comer lo que tenía en los platos, y pronto se dio cuenta que querría repetir. Ya había cursado una solicitud, a través de sus superiores, para que añadiesen unas bandejas de mayor tamaño para la gente como él, e incluso la oni. Que tenían que coger varias y terminaba siendo muy incómodo.

—Parece que la acción se la llevan ellos esta vez —dijo entre bocados—. Aunque estar aquí no está tan mal. Tengo tiempo para entrenar y comer tranquilo. Y luego podemos descansar

Camille sonrió levemente, pero sus ojos parecían estar en otro lugar, como si estuviera pensando en algo más. Octojin la observó por un momento antes de continuar e intentó adivinar qué le podía ocurrir. Si bien no era nada bueno en ello, hizo el esfuerzo por enlazar su rostro a una posible consecuencia que le estuviese pasando. Aunque... Lo cierto es que no sabía mucho de la oni más allá de la aventura que habían tenido juntos... Claro, la aventura. ¿Sería aquello?

—Oye, hablando de misiones… —dijo, dejando su tenedor a un lado—. ¿Te acuerdas de esa caja que recuperamos junto con el alcohol en la taberna? He estado pensando en eso desde entonces. ¿Qué ocurrió con ella?

Después de lo que ocurrió en la taberna, la marine se la llevó al cuartel, y en teoría la iban a guardar en el almacén de pruebas. Desde entonces, el habitante del mar no había oído nada sobre ella, aunque lo cierto es que tampoco se había preocupado en exceso. Pero pensándolo bien, era algo que le generaba curiosidad. ¿Dónde se habían metido realmente?

Octojin frunció el ceño, sus pensamientos vagaban mientras trataba de juntar las piezas. Aquella caja les había costado una pelea considerable, y aunque no sabía qué contenía, algo le decía que no era un simple paquete. Nadie se jugaba la vida por una simple caja. Aquella gente estaba bien pagada, hasta tal punto de ser unos inconscientes. Algo en el fondo de su ser le advertía que aquella caja, ahora en manos de la marina, era mucho más importante de lo que habían pensado en un principio. Los instintos de tiburón que llevaba en su interior le gritaban que estuviera alerta, que no dejara de vigilar lo que sucedía a su alrededor.

—¿Crees que deberíamos investigarlo más a fondo? —preguntó Octojin, bajando la voz, aunque el comedor estaba relativamente vacío. —Creo que puede ser buena idea, pero tenemos que ser cuidadosos. No sabemos quién más está interesado en esa caja, y no podemos arriesgarnos sin más.

Octojin volvió a perderse por un momento en sus pensamientos. Algo se gestaba en las sombras, y él no podía evitar sentir que estaban en el centro de todo. Sin embargo, por ahora, lo mejor era mantenerse alerta y seguir adelante. Había cosas que solo el tiempo revelaría, y hasta entonces, debían seguir su rutina.

Mientras terminaba su comida, el gyojin se permitió una última mirada hacia la ventana del comedor, donde el sol comenzaba a bajar en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosados. La tranquilidad que ofrecía la base de la marina en ese momento era solo una pausa antes de la próxima tormenta, lo sentía en sus entrañas.

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RE: T3 Típica mercancía misteriosa, no tan típica - por Octojin - 13-09-2024, 12:06 PM

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