Tofun
El Largo
13-09-2024, 12:51 PM
Me sentía en una cápsula del tiempo, encerrado por paredes de carne marina, golpeando un oído interno como si fuera un saco de boxeo a toda velocidad, jugándome la vida con cada golpe. El sudor me resbalaba por la frente, mis nudillos estaban rojos como tomates, pero no me detuve. Y entonces, lo noté. Como si un ventilador gigante se hubiese encendido, mi cuerpo dejó de tener voluntad propia y fui lanzado por una corriente de aire. Intenté agarrarme de lo que pudiera, pero lo único que noté fue el aire fresco exterior cargado de salitre. ¡Y ahí estaba! La mano de la calamidad marina, viniendo hacia mí con la fuerza de un tifón. Junté mis brazos delante del cuerpo recibiendo el impacto.
Salí disparado, antes me había convertido en un torpedo por voluntad propia; ahora lo hacía por voluntad ajena. Sentí cómo mi cuerpo chocaba contra una superficie dura e irregular. Más que chocar, me incrusté en ella, rasgando mis ropas y arañando mi piel. - Cof... - Intenté ubicarme. Todo estaba muy oscuro, y al intentar moverme, mis extremidades estaban atrapadas. ¿Qué era ese tacto? Roca. A través de un pequeño agujero en forma de mi cuerpo estirado, pude ver la luz bioluminiscente de mi temible enemigo. ¡Me había incrustado en el maldito acantilado! A un par de metros de profundidad horizontal, como si fuese un clavo en la pared. Tal vez mi pequeño tamaño le haría difícil encontrar en qué grieta me había metido…
En aquel escondrijo, malherido, asustado, y más borracho que un capitán pirata que no ha visto mar en una quincena, una idea me cruzó la mente. Aquella bestia podía comunicarse. ¿Y si lograba ficharla para mi campaña revolucionaria? ¡Imagínate! ¡Sería el fichaje del año! La revolución entera me recibiría con los brazos abiertos si aparecía con una bestia abisal capaz de derrumbar murallas y hundir barcos. ¡Sería la jugada maestra! Pero, claro, antes tendría que sobrevivir para hacerle la oferta. Así que no había otra opción: tenía que noquearlo. ¡Y para eso, iba a invocar a mi mejor arma! Mi obra maestra, al hacedor de viajes, al precursor de la chispa, a la inspiración etílica: El ascensor. Con seriedad, segregué en mi boca una mezcla especial de licores y bebí un largo trago activando el...
Camino del borracho.
Mis mofletes se sonrojaron, mi mente estaba en la zona, había ascendido. Si antes había sido un torpedo, ahora sería un caza de combate. Salí disparado, abriendo un boquete en la roca donde había estado incrustado.
— ¡Descorche! —
Grité, mientras me lanzaba con la cabeza por delante, como un corcho salido de una botella de champán. Mi objetivo era esa pelota luminiscente que el titán tenía por cuerno.
Salí disparado, antes me había convertido en un torpedo por voluntad propia; ahora lo hacía por voluntad ajena. Sentí cómo mi cuerpo chocaba contra una superficie dura e irregular. Más que chocar, me incrusté en ella, rasgando mis ropas y arañando mi piel. - Cof... - Intenté ubicarme. Todo estaba muy oscuro, y al intentar moverme, mis extremidades estaban atrapadas. ¿Qué era ese tacto? Roca. A través de un pequeño agujero en forma de mi cuerpo estirado, pude ver la luz bioluminiscente de mi temible enemigo. ¡Me había incrustado en el maldito acantilado! A un par de metros de profundidad horizontal, como si fuese un clavo en la pared. Tal vez mi pequeño tamaño le haría difícil encontrar en qué grieta me había metido…
En aquel escondrijo, malherido, asustado, y más borracho que un capitán pirata que no ha visto mar en una quincena, una idea me cruzó la mente. Aquella bestia podía comunicarse. ¿Y si lograba ficharla para mi campaña revolucionaria? ¡Imagínate! ¡Sería el fichaje del año! La revolución entera me recibiría con los brazos abiertos si aparecía con una bestia abisal capaz de derrumbar murallas y hundir barcos. ¡Sería la jugada maestra! Pero, claro, antes tendría que sobrevivir para hacerle la oferta. Así que no había otra opción: tenía que noquearlo. ¡Y para eso, iba a invocar a mi mejor arma! Mi obra maestra, al hacedor de viajes, al precursor de la chispa, a la inspiración etílica: El ascensor. Con seriedad, segregué en mi boca una mezcla especial de licores y bebí un largo trago activando el...
Camino del borracho.
Mis mofletes se sonrojaron, mi mente estaba en la zona, había ascendido. Si antes había sido un torpedo, ahora sería un caza de combate. Salí disparado, abriendo un boquete en la roca donde había estado incrustado.
— ¡Descorche! —
Grité, mientras me lanzaba con la cabeza por delante, como un corcho salido de una botella de champán. Mi objetivo era esa pelota luminiscente que el titán tenía por cuerno.