¿Nos conocemos de algo, amigo?

Galhard escuchó con atención, dándose cuenta de la serenidad que emanaba de las palabras de Alpha. En su simpleza, había una profundidad que resonaba con él. Era verdad, cada cabeza es un mundo, y encontrar a alguien con quien compartir ideas sin la necesidad de imponerse sobre el otro era un raro y preciado regalo.
Con una sonrisa tranquila, Galhard llevó su taza de té negro con limón a sus labios, tomando un sorbo mientras meditaba la respuesta. El calor del té le recorrió el cuerpo y el aroma cítrico le ayudaba a mantener la mente despejada.

—Sabes —empezó Galhard, dejando la taza sobre la mesa— siempre he creído que el viaje no se trata solo de alcanzar un destino. Como dices, es curioso cómo la vida puede cambiar en un instante. Hoy podemos estar solos, y mañana… mañana podríamos estar rodeados de aliados, o incluso de enemigos. Pero, ¿no es eso lo que lo hace interesante? La incertidumbre, las sorpresas que nos aguardan a la vuelta de cada esquina. —Su tono era reflexivo, pero no pesado. Había una ligereza en sus palabras que reflejaba una aceptación genuina del camino que estaba tomando.

Miró a Alpha con una chispa de curiosidad en los ojos, consciente de la sinceridad con la que el pirata hablaba. Se notaba que no era un hombre de excesivas complicaciones, algo que Galhard respetaba. La simplicidad, después de todo, era a veces más difícil de conseguir que la complejidad. La vida en la Marina le había enseñado que, en un mundo lleno de reglas y jerarquías, las cosas más sencillas podían ser las más valiosas.

—El poder —continuó, volviendo a la reflexión anterior— no siempre viene de las armas más afiladas ni de los puños más fuertes. A veces, viene de la capacidad de entender el mundo que nos rodea, de adaptarnos a él y de encontrar nuestro propio camino sin perdernos en la confusión. Hay quienes buscan la fuerza en el combate, en la confrontación... pero hay otra clase de fuerza, una que nace de la claridad de mente, de saber quién eres y hacia dónde vas. Eso, amigo mío, es un poder que no se puede arrebatar fácilmente.—

Galhard hizo una pausa, observando el entorno a su alrededor. El bullicio del lugar continuaba, pero él y Alpha estaban en su propia burbuja, inmersos en una conversación que trascendía lo cotidiano. Los viajes, los caminos por los que cada uno transitaría, se entrelazaban en ese instante, aunque sus destinos fueran distintos.

—Y sí, Alpha, estoy de acuerdo contigo. Cada conversación, cada intercambio de ideas, es una oportunidad para aprender algo nuevo. No se trata de quién tiene la razón, sino de quién está dispuesto a escuchar, a abrirse a otras perspectivas. —Sonrió, recordando las numerosas veces que había tenido conversaciones similares con sus camaradas en la Marina. Algunos entendían esta filosofía, otros no. Pero él siempre había valorado el diálogo por encima de la imposición— En cuanto a la ignorancia... —dejó escapar una risa ligera — es cierto, es la peor arma de todas. No porque sea inútil, sino porque destruye más de lo que construye. Aquellos que eligen ignorar el conocimiento, se niegan a crecer, y en última instancia, eso los debilita.—

El marine se estiró un poco en su asiento, sintiendo cómo los músculos de su espalda se relajaban tras el peso de la conversación. Estaba disfrutando más de lo que esperaba. La compañía de Alpha, aunque provenía de un mundo diferente al suyo, resultaba refrescante.

—Así que sí —concluyó, tomando la taza nuevamente— la compañía llegará cuando tenga que llegar, como dices. Y mientras tanto, el viaje sigue, lleno de oportunidades para aprender y crecer. Al final, todo se reduce a cómo decidimos caminar por el camino que nos ha tocado. Yo prefiero hacerlo con los ojos bien abiertos, listo para lo que venga. Y si alguna vez ese camino nos lleva a cruzarnos en circunstancias diferentes, tal vez ni siquiera seremos las mismas personas que somos ahora. Eso es lo fascinante.— Añadió finalmente tras rotar de nuevo la taza de su té.

Galhard levantó su taza en un gesto amistoso, brindando en el aire por el futuro incierto y las posibilidades que aguardaban en él.
—Por el viaje, entonces —dijo con una sonrisa — y por lo que aún no hemos descubierto.—