Lance Turner
Shirogami
14-09-2024, 12:20 AM
Empezaba un nuevo día dentro del barco de la tripulación, que recientemente habíamos adquirido, el to’shulo. Admito que ese nombre no terminaba de encajar con mis ideas de nombres para un barco que nos represente, no obstante, nos había hecho tanta gracia el nombre, y esto había unido tanto a la banda en nuestros primeros meses juntos, que finalmente decidí que era su nombre predestinado, y Juuken, había demostrado ser un prodigio manejándolo pese a su juventud, y no había más que ver su rostro cuando lo hacía, prácticamente parecía que ya había cumplido su mayor sueño en esta vida. Sin duda, se había ganado con creces ser el segundo al mando.
Un día más podía gozar el aire salado que tanto amaba, llenando mis pulmones con cada bocanada que daba, fresca y revitalizante. Muy pronto pisaríamos tierra, y en cierto modo, pretendía llenar mis pulmones de la brisa marítima que no iba a tener hasta volver a zarpar.
La isla a la que nos dirigíamos ya hacía rato que la podíamos divisar, una isla totalmente salvaje y desconocida para mí. No podía evitar sentirme muy emocionado por ello, además de la ansiada promesa de un tesoro siempre provocaba un extra de emoción.
Me acerqué al borde de la cubierta, dejando que el viento agite todos mis cabellos. Cerré los ojos y abrí mis brazos de lado a lado para recibirlo aún más en mi cuerpo, permitiéndome estos segundos para mí, sintiendo como poco a poco la emoción hervía en mi pecho. ¿Qué vamos a encontrarnos en aquella isla? ¿Qué clase de animales y bestias encontraremos? ¿Quizá algún enemigo formidable? ¿Humanos? ¿Acaso podrían ser gigantes? Ardía en deseos de combatir contra uno, midiendo así mi valía ante semejante raza guerrera.
- ¡Lance, Gretta, Goku, y Qazan! – Nos llamó Juuken con efusividad para darnos indicaciones de recoger las velas poco a poco.
Sus órdenes me hicieron salir de mis pensamientos, y raudo comencé a acatarlas. Cuando me dispuse a ello, no pude evitar pensar en que era gracioso ser yo el que le obedecía, pero sin duda él sabía lo que hacía, y en este campo era el auténtico líder. Sin él, no íbamos a ninguna parte con el barco.
- Estoy agustio refrescándome chocho eh, no voy recoger trapos. – Le escuché decir a Gretta como respuesta.
Abrí los ojos como platos al escucharla, puesto que aún no terminé de acostumbrarme a su manera de ser, y no pude evitar soltar una gran carcajada ante eso. Me recordaba a mis primeras impresiones con Hammond, el cual también causaba un efecto similar al que me causaba Gretta. Me preguntaba que había sido de él.
- ¿Pero qué narices? – Pensé observando como Goku ascendía por el barco para recoger las velas de una manera… distinta a la que esperaba que fuese la mejor. Me parecía que no, pero no era un tema del que manejase demasiado como para discutirlo.
Como si la vida quisiera dar más razón a mi reflexión, ahí estaba de nuevo Juuken, detectando un fallo en la navegación y ordenándole al gyojin que fuera a arreglarlo. Desde luego, Qazan había sido una incorporación caída del cielo, o quizá debería decir salida del mar. Aunque nuestro pequeño subcapitán era el líder nato en cuanto a la navegación, sabía de la valía de tener a Qazan con nosotros, y le estaba dirigiendo a la perfección para optimizar nuestros viajes. Qazan, lejos de ser arrogante o sentirse molesto, solía aceptar de buena gana, haciendo que fuesen un duo la mar de buenos. Por si fuese poco, el gyojin era también carpintero, así que podía llegar a salvarnos de más de una en varias ocasiones, e incluso si la emergencia era en la parte inferior del barco.
Juntos solucionaron el problema que había surgido, y no tardamos mucho más en llegar a tierra, contemplando la isla nada más pisar la costa. Cargaba con las cosas que me había pedido Suzuka, aunque a regañadientes, pues no me gustaba ser el recadero de nadie. Se lo di en mano tratando de evitar el contacto visual para no darle más importancia y me centré en analizar la situación.
El suelo estaba quieto, lo cual era lógico, pero tras varios días en alta mar, era muy agradable volver a sentirlo así. Hinqué la rodilla en la arena, para poder palpar la arena con mis manos, cubriendo una imperiosa necesidad superflua de tocarla lo antes posible. Los granos de arena fina se deslizaban entre mis dedos mientras inhalaba profundamente, sintiendo que el aire, aunque todavía conservaba el aroma salado del mar, traía consigo también el aroma de tierra húmeda y vegetación.
Poco a poco me reincorporé observando cada árbol que podía divisar a simple vista, era todo salvaje y hermoso, verde por todas partes. La naturaleza parecía estar reclamando esta isla como suya, y aunque pensaba desenterrar sus misterios, no sería yo el que iría en contra de la madre naturaleza. Como perfecto acompañante, el sonido de las aves parecía ser una bienvenida de la propia naturaleza, y agradecido por ello, sentí como hinchaba mi pecho de emoción por todo lo que había por descubrir.
- En esta isla, de seguro hay animales magníficos. – Reflexioné en voz alta para que mis camaradas me escuchasen. – Tienen todas las condiciones para ello, ahora, no entremos a matarlos salvo que seamos atacados o necesitemos cazar para comer… No me gustaría estropear la naturaleza viva de este lugar.
Observé entonces la montaña, que se podía ver a lo lejos, por encima de la copa de los árboles. Era una silueta oscura que a simple vista hacía de frontera entre la vegetación y el cielo, mostrándose imponente como si de un guardián de la isla se tratase. No pude evitar sonreír señalándola.
- Ahí está nuestro objetivo, caballeros… - Miré a la nueva integrante y sonreí un poco nervioso. – y señorita. – Dije rápido para desviar mi mirada de ella rápido. – Debemos atravesar toda esta vegetación lo más rápido posible, sin distracciones, pero tampoco sin cabeza. No sabemos los secretos que aguarda esta isla o sus peligros. Vayamos con cuidado.
Aquí todo es vasto, desconocido, y salvaje. La propia isla era un territorio alejado de cualquier civilización, y sin duda, alguna razón debería haber para ello. Quería desentrañar sus secretos, pues tenía ante mí un gran reto que me hacía recordar a mi infancia redescubriendo los bosques aledaños una y otra vez.
Dirigí mi mirada al grupo, y pude ver como poco a poco comenzaban a moverse, colocándose Juuken junto a Qazan, y luego sobre el hombro de este, para retomar las conversaciones que tuvieron en cubierta. Me alegraba ver al joven con otra persona que no fuese yo, estrechando sus vínculos. No cabe duda de que la evolución que ha tenido desde que empezamos a viajar juntos ya había sido enorme, aunque en cierto modo, extrañaba no ser ahora su primera opción para comenzar una conversación.
- Bueno, basta de ser un celoso, Lance. – Me dije a mi mismo en mis pensamientos mientras redirigía mi mirada al resto del grupo.
Cada uno era más llamativo que el anterior, una cerda enorme que parecía estar a punto de reventar la propia costa al caer, un Gyojin cargando a un pequeño humano, un pequeño peliblanco que bien podría ser mi hijo por la similitud, y un tío acrobático con un estilo de peinado que siempre llama mi atención. Parecía todo en orden, salvo que me daba la sensación de que faltaba alguien. No tardé mucho en descubrir de quién se trataba, Suzuka. Esta parecía estar yendo justo en dirección contraria, convencida de que ese era el camino correcto. Nos conocimos hace poco, pero ya había sido tiempo suficiente como para descubrir que se perdía con una facilidad pasmosa.
Fui corriendo a ella y la cogí de la mano para que no se perdiese más. Sonrojándome cuando me respondió con su tono de voz tan dulce. No esperaba tener este tipo de reacción en ese momento, pero es que era demasiado adorable como para no hacerlo. Posteriormente, continué el camino sin soltarla de la mano, era una imagen un tanto curiosa por la diferencia de altura, pero me avergonzaba dicha situación. Debía ser fuerte de voluntad para no parecer débil ante ella, ya que eso no era algo que fuese conmigo.
Pasada algo menos de una hora, llegamos a las faldas de la montaña. Por el camino habíamos visto una variedad de animales curiosos, que captaron toda mi atención, pero estaba focalizado en el objetivo, así que guardé mis impulsos de investigarlos para más adelante. Juuken no tardó en preguntarme si este era el lugar que buscábamos cuando alcanzamos lo que parecía una cueva, y aunque no estaba seguro, todo apuntaba a ello.
- Así parece… tendremos que arriesgarnos a descubrirlo. – Le contesté con tono serio pues estaba tratando de concentrarme en mi alrededor, con algo de miedo ante la posibilidad de encontrar una trampa. – Prestad atención a cada detalle, no sabemos en donde nos estamos metiendo…
El sitio era bastante oscuro, pero daba para poder ver a duras penas la estructura de la cueva. Una caída tonta allí, costaría de seguro un buen rasguño, razón de más para estar atento a dónde pisamos. El camino era estrecho, y más aún las escaleras que descubrimos. Bajamos en grupo, aunque Gretta y Goku iban más atrasados. Todo parecía ir bien, pero temía que las escaleras resistieran el peso de los grandullones de la banda. Apreté un poco mi mano, temiendo que Suzuka se me perdiese allí mismo, pero su caricia en mi mano como respuesta, me puso nervioso de nuevo.
Ese nerviosismo, se volvió pánico cuando escuché como crujían las escaleras bajo nuestros pies, aunque por fortuna parecía aguantar un poco más. No obstante, no contaba con algo. Cuando nos detuvimos por el crujido, Gretta nos alcanzó, y ese fue nuestro mayor error.
- Mierda. – Le alcancé a escuchar decir justo antes de la catástrofe que se nos venía. Era un buen momento para decir mierda, sin duda.
Su peso había producido que el suelo terminase de ceder, rompiéndose a nuestros pies. Desesperado miré a mi alrededor, intentando encontrar donde agarrarme sin éxito. El grito de Suzuka me asustó aún más, pero me aferré a ella para tratar de calmarla en esa situación.
- ¡Agarraos fuertes unos a otros! – Grité para tratar de hacer piña en la caída, en una estúpida idea de reducir el impacto entre todos.
Miré hacia arriba y ahí estaba el culo de Goku cayendo sobre nosotros mientras gritaba que no le dejásemos ahí. Era una reacción que otro día me haría gracia, pero no ahora, ya que Goku, realmente, había sido el único en caer queriendo.
- ¡IDIOTA! ¡PODRÍAS HABERTE QUEDADO ARRIBA Y AYUDARNOS A SUBIIIIIR! – Exclamé mientras mi grito se perdía en la caída de aquel agujero.