Airgid Vanaidiam
Metalhead
14-09-2024, 12:48 AM
Aquellos hombres y mujeres dialogaban entre ellos como si la presencia de un cuerpo sangrante sobre ellos fuera la cosa más normal del mundo, como si fuera algo ya rutinario en su día a día. Airgid trató de no mirarle mucho, no quería empatizar de más y hacer algún gesto indebido que la delatase, solía ser una mujer bastante transparente y le costaba a veces ocultar sus emociones. Estaba en una situación demasiado delicada como para cagarla en ese momento.
Las personas sentadas a la mesa ignoraron completamente la presencia de la rubia, al menos al principio. No parecían en absoluto interesados en responder a sus preguntas, cuando escucharon que había estado trabajando en el faro fue sobre lo único que le dieron respuesta. Un par de personas visiblemente entradas en años, un hombre lleno de aceite y una mujer con los ojos ligeramente amarillentos le preguntaron sobre el metal del faro y sobre si lo había traído a bordo. Airgid se llevó las manos a las caderas, adoptando una postura confiada y tranquila, solo tenía que seguir con la misma mentira que le había contado al tipo de la cubierta. — ¡Y tanto! Hay buen metal ahí, lo estamos trayendo ya. — ¿Nadie iba a responder sobre quién era el tipo torturado que tenían encima? Quizás la había cagado haciendo una pregunta así, quizás era algo obvio para los miembros de aquella curiosa tripulación e insistir en el tema podría delatarla como una intrusa... decidió no volver a sacar el tema.
Pero la verdad es que no hizo falta, cuando terminó de responder a los dos que le prestaron algo de mínima atención, un joven que apenas parecía acabar de entrar en la pubertad se unió a la conversación. A todo esto, Airgid había tratado de no mirar mucho al imponente tipo de casi tres metros y lleno de quemaduras en el cuerpo por obvias razones. Parecía ser sin duda el tipo más duro de toda la mesa, y aunque él ya de por sí no le hacía el más mínimo caso, no quería por nada del mundo darle razones para que pudiera fijarse en ella. El adolescente se sentó en el punto contrario de la mesa y fue el único en darle un poco de información sobre lo que se cocía en aquel barco. Al parecer, fue anoche cuando la pareja trató de colarse en el barco, y fue un tal Latton el que, patrullando, les pilló infraganti. El joven le hizo un gesto al tipo de las quemaduras, suficiente como para que ahora el grandullón no dejara de mirar a los dos. Tierra, trágame. Era justo lo que Airgid estaba intentando evitar. Le sonrió al chaval, aparentando normalidad, aunque era un poco complicado debido a la paranoia que estaba escuchando. Parpadeó un par de rápidas veces, en un gesto de incredulidad. ¿Ritual de coronación? ¿Usar sangre para templar el acero? ¿Quién comerá el regalo de qué? Había tantos conceptos que no entendía. Pero no podía dejar que eso la inquietase. — ¡Já! Metalúrgico, tío. — Le respondió, ampliando la sonrisa. "Metalúrgico" era una expresión que usaba cuando algo le parecía la hostia de increíble, también usaba "matemático", "científico", cosas del estilo. — Voy a seguir con el curro, os dejo tranquis. — Algo en el estómago le decía que no era buena idea estar mucho rato en el foco de aquellas personas.
Lla atosigante mirada del tipo con quemaduras tampoco ayudaba mucho, no se despegaba de ella más de cinco segundos, así que decidió retroceder un poco, alcanzando una de las paredes de la habitación. Se aproximó a una de las redondas puertas, posando la mano sobre el pomo. Necesitaba explorar un poco el barco, quizás encontrar la fruta, antes de si quiera intentar rescatar a Curtis en ese estado y en ese lugar. Sería un suicidio. Le miró una última vez, casi por inercia, antes de intentar abrir siquiera la puerta. Y pudo fijarse en algo que antes se le había pasado completamente por alto. Unas marcas doradas que giraban junto con la plataforma en la que se encontraba sujeto, y por lo que parecía, marcaban una especie de cuenta atrás que llegaría a su final cuando llegase a una marca situada en donde el hombre con quemaduras. Uf, no pintaba nada bien. A Airgid se le erizaron todos los vellos del cuerpo, como si sus instintos le estuvieran avisando de que iba a pasar algo malo.
Apartó la mano del pomo de la puerta y en su lugar, se puso de espaldas a la pared, disimuló como si tuviera que tomar algo de la mochila que se le hubiera olvidado y lo que hizo fue dejar la cremallera de la mochila medio abierta. Agarró unas nudilleras que rápidamente se guardó en el bolsillo del pantalón y luego, fingió tener que arreglarse un poco los cabellos de la parte de atrás de su cabeza solo para dejar la mano cerca de la abertura de la mochila. Rozando con sus dedos suavemente la empuñadura de su escopeta. No iba a sacarla de momento, pero no podía evitar sentir que algo horrible estaba a punto de ocurrir. Y a todo esto, ¿dónde diablos se escondería la fruta? No quería olvidarse de ella solo por rescatar a alguien que no conocía... pero tampoco podía simplemente abandonarlo ahí, sabiendo que iban a usarle para una especie de ritual chungo. Airgid no podía apartar la mirada de aquella cuenta atrás, mordiéndose la lengua con nerviosismo.
Las personas sentadas a la mesa ignoraron completamente la presencia de la rubia, al menos al principio. No parecían en absoluto interesados en responder a sus preguntas, cuando escucharon que había estado trabajando en el faro fue sobre lo único que le dieron respuesta. Un par de personas visiblemente entradas en años, un hombre lleno de aceite y una mujer con los ojos ligeramente amarillentos le preguntaron sobre el metal del faro y sobre si lo había traído a bordo. Airgid se llevó las manos a las caderas, adoptando una postura confiada y tranquila, solo tenía que seguir con la misma mentira que le había contado al tipo de la cubierta. — ¡Y tanto! Hay buen metal ahí, lo estamos trayendo ya. — ¿Nadie iba a responder sobre quién era el tipo torturado que tenían encima? Quizás la había cagado haciendo una pregunta así, quizás era algo obvio para los miembros de aquella curiosa tripulación e insistir en el tema podría delatarla como una intrusa... decidió no volver a sacar el tema.
Pero la verdad es que no hizo falta, cuando terminó de responder a los dos que le prestaron algo de mínima atención, un joven que apenas parecía acabar de entrar en la pubertad se unió a la conversación. A todo esto, Airgid había tratado de no mirar mucho al imponente tipo de casi tres metros y lleno de quemaduras en el cuerpo por obvias razones. Parecía ser sin duda el tipo más duro de toda la mesa, y aunque él ya de por sí no le hacía el más mínimo caso, no quería por nada del mundo darle razones para que pudiera fijarse en ella. El adolescente se sentó en el punto contrario de la mesa y fue el único en darle un poco de información sobre lo que se cocía en aquel barco. Al parecer, fue anoche cuando la pareja trató de colarse en el barco, y fue un tal Latton el que, patrullando, les pilló infraganti. El joven le hizo un gesto al tipo de las quemaduras, suficiente como para que ahora el grandullón no dejara de mirar a los dos. Tierra, trágame. Era justo lo que Airgid estaba intentando evitar. Le sonrió al chaval, aparentando normalidad, aunque era un poco complicado debido a la paranoia que estaba escuchando. Parpadeó un par de rápidas veces, en un gesto de incredulidad. ¿Ritual de coronación? ¿Usar sangre para templar el acero? ¿Quién comerá el regalo de qué? Había tantos conceptos que no entendía. Pero no podía dejar que eso la inquietase. — ¡Já! Metalúrgico, tío. — Le respondió, ampliando la sonrisa. "Metalúrgico" era una expresión que usaba cuando algo le parecía la hostia de increíble, también usaba "matemático", "científico", cosas del estilo. — Voy a seguir con el curro, os dejo tranquis. — Algo en el estómago le decía que no era buena idea estar mucho rato en el foco de aquellas personas.
Lla atosigante mirada del tipo con quemaduras tampoco ayudaba mucho, no se despegaba de ella más de cinco segundos, así que decidió retroceder un poco, alcanzando una de las paredes de la habitación. Se aproximó a una de las redondas puertas, posando la mano sobre el pomo. Necesitaba explorar un poco el barco, quizás encontrar la fruta, antes de si quiera intentar rescatar a Curtis en ese estado y en ese lugar. Sería un suicidio. Le miró una última vez, casi por inercia, antes de intentar abrir siquiera la puerta. Y pudo fijarse en algo que antes se le había pasado completamente por alto. Unas marcas doradas que giraban junto con la plataforma en la que se encontraba sujeto, y por lo que parecía, marcaban una especie de cuenta atrás que llegaría a su final cuando llegase a una marca situada en donde el hombre con quemaduras. Uf, no pintaba nada bien. A Airgid se le erizaron todos los vellos del cuerpo, como si sus instintos le estuvieran avisando de que iba a pasar algo malo.
Apartó la mano del pomo de la puerta y en su lugar, se puso de espaldas a la pared, disimuló como si tuviera que tomar algo de la mochila que se le hubiera olvidado y lo que hizo fue dejar la cremallera de la mochila medio abierta. Agarró unas nudilleras que rápidamente se guardó en el bolsillo del pantalón y luego, fingió tener que arreglarse un poco los cabellos de la parte de atrás de su cabeza solo para dejar la mano cerca de la abertura de la mochila. Rozando con sus dedos suavemente la empuñadura de su escopeta. No iba a sacarla de momento, pero no podía evitar sentir que algo horrible estaba a punto de ocurrir. Y a todo esto, ¿dónde diablos se escondería la fruta? No quería olvidarse de ella solo por rescatar a alguien que no conocía... pero tampoco podía simplemente abandonarlo ahí, sabiendo que iban a usarle para una especie de ritual chungo. Airgid no podía apartar la mirada de aquella cuenta atrás, mordiéndose la lengua con nerviosismo.