Atlas
Nowhere | Fénix
14-09-2024, 09:48 AM
La tensión se masca en el ambiente. No por los demás, claro, que simplemente están esperando que llegue el momento. Para ellos es algo esperado y deseado. No, la tensión se masca en tu interior. Los segundos pasan tremendamente rápidos y a la vez terriblemente lentos mientras la marca de la estructura que retiene a Curtis se aproxima a la señal que hay sobre Latton. Armas disimuladamente en mano y atenta a todo, eres testigo directo del nuevo repicar del martillo en todo el barco, sólo que esta vez no habla de plegaria alguna.
—Ha llegado el momento —dice la misma voz de antes sin que la cadencia del agudo sonido del martillo cambie un ápice—. Al fin es el día en que elegiremos un nuevo guía que nos acerque aún más al camino del Dios de la Forja. La reunión de los Clanes del Hierro ha tenido lugar y estos han elegido a Latton Yunque, hijo y nieto de guías, como su candidato. ¡Que dé comienzo el ritual!
Todos los que están sentados a la mesa, que digo yo que serán los cabeza de familia, asienten ante el comentario de la lejana mientras siguen sometidos al repiqueteo del martillo. Acto seguido, ena gran mesa circular, hasta ese momento lisa, aparecen una serie de surcos que remedan un laberinto. La sangre de Curtis, hasta ese momento concentrada en un charco en el centro, comienza a recorrer poco a poco los caminos ante la atenta mirada de todos los presentes. No lo sabes, pero que no hubiese suficiente sangre para recorrer todo el dibujo sería un mal augurio para el próximo liderazgo.
Cuando el dibujo grisáceo y carmesí está completo, una pequeña zona en el centro de la mesa se alza dejando a la vista una pequeña cúpula, que enseguida se abre para dejar a la vista aquello que andabas buscando: una Akuma no Mi. Desde donde estoy no la veo bien, así que ya me dirás —si quieres— la forma que tiene y los colores que luce.
—He aquí el obsequio del Dios de la Forja, entregado solo a aquel que sea designado para ser nuestro guía. Ahora bien, ¿alguien no propuesto por el consejo se siente bendecido?
Algunas de las personas que asisten de pie a la reunión cuchichean entre sí. Es entonces cuando un joven de unos veinticinco años alza la mano. Quienes están a su alrededor le abren paso para que se aproxima a la mesa y, de una gran zancada, se sube en espera de su oponente. Latton no se hace esperar e imita a su contrincante. De pie es incluso más imponente, la verdad. Usa unos vaqueros negros y no emplea camiseta. Su torso es portentoso, pero está marcado casi al completo por quemaduras se diferentes tamaños y formas. Alguna de ellas parece haber sido bastante grave.
Ese enfrentamiento en concreto se resuelve en un santiamén. Latton se tira encima de su enemigo. No parece la persona más ágil, pero el otro tampoco es mucho mejor. La forma en la que le somete y golpea su cabeza en repetidas ocasiones contra la mesa es sobrecogedora. Lo hace hasta que deja de moverse.
—¿¡Alguien más!? —dice con una voz limpia en tono alto y claro.
Entre los asistentes había quienes habían dado un paso adelante para posicionarse como posible siguiente candidato, pero no tardan en volver a mezclarse entre los espectadores. ¿Qué me dices?
—Ha llegado el momento —dice la misma voz de antes sin que la cadencia del agudo sonido del martillo cambie un ápice—. Al fin es el día en que elegiremos un nuevo guía que nos acerque aún más al camino del Dios de la Forja. La reunión de los Clanes del Hierro ha tenido lugar y estos han elegido a Latton Yunque, hijo y nieto de guías, como su candidato. ¡Que dé comienzo el ritual!
Todos los que están sentados a la mesa, que digo yo que serán los cabeza de familia, asienten ante el comentario de la lejana mientras siguen sometidos al repiqueteo del martillo. Acto seguido, ena gran mesa circular, hasta ese momento lisa, aparecen una serie de surcos que remedan un laberinto. La sangre de Curtis, hasta ese momento concentrada en un charco en el centro, comienza a recorrer poco a poco los caminos ante la atenta mirada de todos los presentes. No lo sabes, pero que no hubiese suficiente sangre para recorrer todo el dibujo sería un mal augurio para el próximo liderazgo.
Cuando el dibujo grisáceo y carmesí está completo, una pequeña zona en el centro de la mesa se alza dejando a la vista una pequeña cúpula, que enseguida se abre para dejar a la vista aquello que andabas buscando: una Akuma no Mi. Desde donde estoy no la veo bien, así que ya me dirás —si quieres— la forma que tiene y los colores que luce.
—He aquí el obsequio del Dios de la Forja, entregado solo a aquel que sea designado para ser nuestro guía. Ahora bien, ¿alguien no propuesto por el consejo se siente bendecido?
Algunas de las personas que asisten de pie a la reunión cuchichean entre sí. Es entonces cuando un joven de unos veinticinco años alza la mano. Quienes están a su alrededor le abren paso para que se aproxima a la mesa y, de una gran zancada, se sube en espera de su oponente. Latton no se hace esperar e imita a su contrincante. De pie es incluso más imponente, la verdad. Usa unos vaqueros negros y no emplea camiseta. Su torso es portentoso, pero está marcado casi al completo por quemaduras se diferentes tamaños y formas. Alguna de ellas parece haber sido bastante grave.
Ese enfrentamiento en concreto se resuelve en un santiamén. Latton se tira encima de su enemigo. No parece la persona más ágil, pero el otro tampoco es mucho mejor. La forma en la que le somete y golpea su cabeza en repetidas ocasiones contra la mesa es sobrecogedora. Lo hace hasta que deja de moverse.
—¿¡Alguien más!? —dice con una voz limpia en tono alto y claro.
Entre los asistentes había quienes habían dado un paso adelante para posicionarse como posible siguiente candidato, pero no tardan en volver a mezclarse entre los espectadores. ¿Qué me dices?